domingo, julio 13, 2008
El séptimo día
Estoy un poco desplazada hoy hacia un lado, debe ser por eso que me cuesta leer, porque las palabras no están donde las busco. Un dolor me pellizca el costado derecho. Conozco el porqué, aunque saber algo, hoy así, de esta manera desvaída, se asemeja a intuir. Los últimos días se extendieron y anteayer por ejemplo me queda lejísimo, es ya inapresable, salvo que se acerque después por sí mismo, manso. ¿Volverá el recuerdo de los días con la calma? ¿Retornará si le hago el terreno llano? En lo inmediato, me apaciguo, me domo. Es domingo y debo tomar el aire suficiente para contener la respiración en la oficina los días que siguen.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
5 comentarios:
Hay días en que la amnesia es una bendición. Atosigados de memoria, buscar alivio en la intimidad, diría Cohen.
Claridad para tus horas, prima. Adelante. besos. Cualquier cosa chiflá.
No, ojaral, yo quería recordar pero me venía todo mezclado, el Bolaño del viernes con el del sábado, por ejemplo, no hacían más que entreverarse. Ulises me lima. Hey, estoy lo más bien, prima. No hagan caso a esta calavera que chilla. Besos.
Lo que digo: ese cierto (pequeño-no) extraño desamparo.
Es más nítido a veces, cuando bajás los ojos,(petalitos en abanico) o cuando decís cosas como ésta, mientras la urbe te pasa por al lado.
Ojalá una mirada, precisa y honda.
Un beso.
Lindo es recibir tus mimos, Sue, así da gusto el desamparo. Beso grande.
Publicar un comentario