domingo, noviembre 09, 2014

El tiempo y sus amenazas


Rodeada por un aire que se diría fijo, un aire de estanque, propicio para la flotación, esta noche de domingo -en las sienes se aprieta un eco del lejanísimo cielo turbio donde se prepara la lluvia-, en la pieza, contra y sobre la cama -mientras la espalda empuja la cabecera las piernas se estiran encima de la manta naranja-, leo y me llega lo leído como un alcohol seco, es decir, como si las palabras dejasen en el domingo pleno de humedad un rastro áspero, o como si mi mente se deshollinase: “Únicamente el presente le parece real, y tan inseparable del espesor de las cosas, tan confundido con la extensión palpable del mundo, que su dimensión temporal está como abolida. El tiempo y sus amenazas se le presentan ahora como una leyenda, colorida y terrible a la vez, a la que, refugiado en la rudeza rugosa y clara del presente, ya no considera necesario seguir dando crédito” (Juan José Saer, La pesquisa).