viernes, agosto 29, 2008

Los triunfadores

No poseían absolutamente ninguna sabiduría; plenamente saciados de sí mismos, plenamente ajenos a sí mismos, lo único que tenían para seguir adelante era la más elemental de las virilidades, pero con eso solo les bastó para llegar muy lejos. Tuvieron experiencias trágicas y sufrieron pérdidas que, por brutos que fueran, no dejaron de hacerles daño: estaban especializados en que los machacaran a golpes como en machacar ellos a los demás. La cuestión está en que el dolor y los padecimientos no los distrajeron ni media hora de su intención de vivir. Su carencia de todo matiz y toda duda, de ese sentimiento de futilidad o desesperación que tienen los mortales corrientes, hacían tentadora a veces la posibilidad de considerarlos inhumanos; y, sin embargo, eran hombres de los que no cabía afirmar que fueran ninguna otra cosa aparte de eso, hombres: eran lo que es la realidad humana.
Philip Roth, La contravida

jueves, agosto 21, 2008

El resplandeciente funcionar sin pausa de esa máquina

“No te bañarás dos veces en la misma tina”, dice Fuentes en el Prólogo a Larva y otras noches de Babel distanciándose de Heráclito para desbaratar una aparente estabilidad. “No te bañarás dos veces en el mismo libro”, pensaba anoche al recorrer otra vez textos de Saer y comprobar que efectivamente era otra la vez y por ende (¡POR! ¡EN! ¡DE!, seguí preposicionando, nomás, así vas a quedar, posicionada antes, o después, afuera, en todo caso) otra la lectura. Tengo una más que moderada (“razonable” es una palabra algo grosera, ya bastante mal hace "por ende") confianza en que los libros se mantuvieron inmutables en la biblioteca todo este tiempo, entre una lectura y otra. Pero bajo mi mirada no eran los mismos. Libros como tinas.
(El resplandeciente título del post fue tomado en la zona tomada).

miércoles, agosto 20, 2008

Lambor

Leo poemas de Lamborghini. Releo, relamiéndome. Es decir, lamo la boca que pronuncia, mal dicho, lambo:

Y el espacio es sutil y vertebrado, más sutil
que la gran lengua del lenguaje
esa que convierte al estático microcéfalo
en interlocutor de un pájaro soñado para el comienzo
y a la flor a la que luego se apela
pensando: una rosa quizás, y su rocío.

(Es decir… ¿Es? ¿Decir? Qué trueque tramposo anuncia esa expresión. Efecto de lectura: rabio contra mis palabras habituales y las combinaciones que habitan, contra mi hábito de labrar palabras con los abrapalabras de siempre).

jueves, agosto 07, 2008

Reyno

Cruzan los alfiles, diagonales, la dama tantea las paredes de sus torres que flanquean sin flaquear (curva seguridad, casi cilíndrica), sacrifica a todos los peones, envía sus alados caballos que parecen hesitar en ele, comen, esquivan (sí-no su sino).