domingo, diciembre 15, 2013

El laberinto



…quizás el abuelo lograra lo que sueñan todos los constructores de laberintos: construir un laberinto tan perfecto que no sólo se pierde en él todo aquel que entra, sino que es a la vez un laberinto que, como un gran animal paticojo, se levanta, se aleja renqueante y con el rabo borra las huellas que va dejando tras de sí, y así, todo lo que voy a relatar aquí a continuación y que aún vas a oír tiene ya lugar sólo en las entrañas de ese animal, ahora ya invisible, que camina, cojea y sigue borrando las huellas tras de sí

Jirí Kratochvil, En mitad de la noche un canto


(Poco hace tambalear al lector entregado a las páginas que pasan como la rotura de una pata de la silla en que reposa -para abismarse, mejor sentado o acostado- o la súbita declaración del artificio. Si uno lee, por ejemplo, “en el final preferido para su recuerdo” o “todo lo que voy a relatar aquí a continuación y que aún vas a oír tiene ya lugar sólo en las entrañas de ese animal”, comprende lo que prefirió ignorar, que todo es así pero podría ser de otra manera, o mejor, que es así y de otra manera y que lo que lo tuvo embrujado por horas antes de ser plasmado en papel fue frágil y aleteante, que fue llevado de la mano por un camino más o menos azaroso y que ahora se le pide que abra los ojos ante las bifurcaciones.)