viernes, octubre 26, 2007

Anotación

En el cuaderno de inglés, en una mesa del café Templar, ayer, a las 7 de la tarde, antes de entrar al Laboratorio de Idiomas, mientras miraba con rabia unos raros, ostentosos amarillos en el cielo, después de hacerme sopa con el agua ineludible de las 18.30:
"Dejo acá que pase el tiempo, la tinta. Cada trazo una fracción de segundo. Así mido el tiempo en mi reloj de tinta o de café, materias que como la arena tienen la propiedad de fluir con pereza a través de conductos -un tubo plástico, la garganta. Le puedo decir al mozo: tardaste tantos renglones en traer el café. Nada digo de lo que no se mide, de lo que se agita, íntimo y misterioso, mío pero como ajeno".
Antes, el cuaderno dice "nowhere." Después, "Book".

viernes, octubre 12, 2007

Belleza americana

Hace un tiempo dije o di a entender acá que me había gustado mucho La mancha humana, de Philip Roth. Mi segundo Roth fue Pastoral americana. Acá Zuckerman se encuentra con una ex estrella escolar de fútbol americano y advierte en la adultez las imperfecciones, las fisuras que quizás siempre estuvieron pero que el tiempo hizo más visibles -escribí en un margen “Bienvenido, Bob”; ya es manía esto, y bueno, sobre mí Onetti lloverá siempre. A ese hombre que -piensa Zuckerman al comienzo- de tan normal parece loco, una hija terrorista le desbarató los cimientos. En general, la historia me gustó, hay buenos diálogos con contraposiciones entre ideologías llevadas al extremo. Pero al ir avanzando, anoté en mi cuaderno: “Leer este libro es como comer una fruta muy madura: es dulce y tierna, pero al tragar se percibe un dejo a podredumbre”. En sus intervenciones el narrador se muestra, para mí, demasiado limpio. Se sitúa afuera, toma un plano general y después va al primer plano. Pero no se ensucia, hace tomas en picado, desde lo alto. Prefiero en las novelas que el que describe el chiquero se reconozca como cerdo.

De la vida diaria o editorial

- Vení, Gastón, fijate, subieron un video nuevo de Better. ¿No se parece a mí, con esos rulos?
- Sí, pero mirá si todas esas fueran Verónicas. ¡Sería el Apocalipsis!

lunes, octubre 08, 2007

Tan tonta como ella

“El cariño de los tontos”, de Di Benedetto, me remitió a “Tan triste como ella”, de Onetti (me remitió, es decir, me obligó a trasladarme hasta la biblioteca, hasta el tomo de cuentos de Onetti). En uno Amaya guarda la memoria de un suicida intocado y ya intocable, amasa un amor surgido con poco motivo pero que se acrecienta (leva) y se vuelve motivo (“te buscaba”). En el otro, la mujer que se vuela los sesos vuelve a gustar en el último segundo el sabor (“a pasto fresco, a felicidad, a veraneo”) del hombre anterior al marido, tornando traslúcidos los años transcurridos desde aquel momento. Mucho antes, busca herirse con las ramas, en el parque; Amaya espera que el temblor de tierra la destroce. Se entregan a hombres que desprecian. Buscan deshacerse, sublimarse a través del desgarro. Anhelan lo absoluto.
(Una se mata, otra se deja llevar y perder por los caminos).

jueves, octubre 04, 2007

Variación Di Benedetto

Mi tontería dura, se ha encariñado conmigo.