viernes, marzo 30, 2012

Crítica y poesía


Leer es un trabajo poético, un trabajo sobre y con la palabra; escribir una lectura puede llegar a ser, meramente, escribir. Por eso las “malas críticas”, los discursos anodinos y sin resplandor, equivalen a la “mala” literatura: son ofensivos; olvidan (reprimen) que también ellos están escritos. En el proceso de anulación de los géneros el momento esencial es el de la desjerarquización: ninguno por “encima” de otro: ningún imperialismo. Se trata de un campo común de conexiones mutuas; el discurso crítico no es un apéndice (una colonia), sino otro texto que se sitúa en uno de los tantos cortes intertextuales que erige la escritura: narra un drama, poetiza. Y, sobre todo, reescribe: ése es su sello; exhibe sin culpas la marca fundamental de la literatura: toda escritura, todo trabajo y proceso de escritura, es a la vez lectura y reescritura (corrección, tachadura, armado, cambio de lugar, inserción).

Josefina Ludmer, Onetti. Los procesos de construcción del relato

jueves, marzo 29, 2012

San Martín sin pescador


Mañana termina el ciclo de Fischerman en el San Martín. “Ya vendrán tiempos mejores”, dijo el miércoles y nubló el mediodía. Hubo días -enteros- en que la mitad del programa que podía abarcar con mi suelta para el almuerzo fue mi tiempo mejor. Quizá se lo diga, mañana. Eso, o algo parecido: los restos que la timidez -siempre tan avara- dejen a la palabra.

viernes, marzo 16, 2012

Glorias de ayer y de hoy

Ayer fui al hall del Teatro San Martín a escuchar la música que pasa Diego Fischerman. Además de la música, me interesan los comentarios antes de cada canción, nada enciclopédicos, en los que incluye alguna curiosidad relacionada y justifica la inclusión en el tema del día -cada día la elección es regida por un tema; ayer fue “despliegues”, anteayer, “planos”- y la enlaza -y algo del rango de la poesía hay en ese lazo- con las otras. (Todavía hay algo más que me gusta: verlo a Fischerman concentrado en lo que carga el sonido, como transportado, a veces muy quieto, otras balanceando la cabeza con el vaivén del ritmo. La pasión. Eso.) De lo escuchado ayer y pasado a mi libreta: “En 1954 Piazzolla decide irse a estudiar a París. Tuve la oportunidad de escribir un libro sobre Piazzolla [“tuve la oportunidad”, dice, como si fuera, o como reconociendo que es, una gracia, un don, poder escribir sobre Piazzolla] y sé que no fue con una beca. Se veía a sí mismo como el personaje de Gershwin en Un americano en París -había toda una mitología en torno a irse a estudiar a Francia para ser considerado un músico “serio”. En París Nadia Boulanger le dijo: ‘Lo suyo es el tango’ y se volvió. Escribió un tango poco antes de viajar, que tocó por primera vez con la orquesta de Francini-Pontier. Vamos a escuchar la versión del ’63 de ‘Lo que vendrá’, con un octeto que armó muy fugazmente en ese año”.