miércoles, agosto 30, 2006

Enajenada

Lo que importa, lo que en verdad importa, está acallado, apaga el pucho en la oscuridad de la costumbre, queda oculto detrás de estos pesados telones. Porque esto es teatro. Simulo que me interesa lo que leo. Es triste, pero tengo que admitir que estoy acostumbrada a la asfixia. Respiro cortito y pienso con disfonía. En el trabajo, ando tironeada de acá para allá por textos incoloros, inodoros e insípidos, pero que me reclaman con carteles enormes (y sonoros: en el teléfono ella me dice por tercera vez “¿ya mandaste Honduras a traducir?”), mientras los que sí me gustaría leer me esperan revolviéndose de impaciencia. Por ejemplo, mientras almuerzo leo ese artículo sobre Céline que imprimí y ni tengo tiempo de terminarlo que ya vuelvo a leer qué pasa en la economía hondureña. Ni siquiera es necesario que me entere de qué se trata: me asomo a ver cómo está escrito el informe, apuntalo la estructura, plumereo las últimas pelusas y lo dejo prolijo y listo para servir. Acomodo la estantería. Pero como decíamos el otro día, esta esclavitud permite aquella libertad, y así le vamos dando turnos a lo que nos interesa y a lo que no pero redunda en interés de otros. En ese “pero” está la aceptación de las reglas de lo que de ninguna manera se puede llamar juego, ingeniería perversa, podría ser, eso que opaca la mirada y la vuelve cínica.

Lejana

¡Qué lejos está lo que uno escribe de lo que otro lee! No es por miopía que uno no llega a leer bien. Es que la palabra,y más la escrita, es siempre diminuta. Tenemos que avanzar a los tumbos adivinando sentidos entre las sombras, prendidos a cualquier rayito de luz, sin saber si de verdad nos ilumina el camino o contribuye a perdernos.

martes, agosto 29, 2006

Muzzarella tardía

La vez pasada nos dábamos codazos para ver quién llegaba primero a comentar el Pizza con muá. Esta vuelta estuvimos reservados. Por eso me tentaba la idea de escribir sobre una supuesta pelea, bifes en lugar de pizzas, brigadas bordeaux de mozos yendo y viniendo alarmados por la Guerrin, “el responsable” alentando a la horda de gallinas a redoblar la potencia de los picotazos. Ahora ya está, los contertulios me arruinaron la idea dejando testimonio de cuán buena fue esa noche. En gran parte es culpa mía, por lenteja. Yo que quería hacer sentir bien a los pobrecitos que no pudieron o no quisieron ir. Mirá que hay que ser desalmado.

jueves, agosto 24, 2006

domingo, agosto 20, 2006

Lo general y lo particular

Leyendo a Luis. Después de conocer las particularidades, no ya de una especie, sino de un árbol, ¿sería posible talarlo? ¿Cómo puede avanzar el que conoce los ojos, los tonos de color y los recorridos de las nervaduras del iris, la carga de dolor, miedo, ruego en la mirada del que va a matar?

Yéndome por las ramas, aunque sigo en el mismo árbol, creo: una vez, en la Facu, una profesora, Cristina Iglesia, habló de una tribu ya extinguida en Paraguay. A principios del SXX todavía se organizaban para europeos ricos con gusto por lo exótico “expediciones de caza” de estos seres, una suerte de turismo aventura. Se vendían bolsitas hechas con la piel de los senos de las mujeres. Después de explicarnos esto, nos leyó poemas, que daban muestra de una sensibilidad asombrosa, de integrantes de esta tribu. Están en el libro Las culturas condenadas, de Augusto Roa Bastos.

jueves, agosto 17, 2006

Nocturno a dos voces

Yo veía a la noche como si algo se hubiera caído sobre la tierra, un descendimiento. Su lentitud me impedía compararla con algo que descendía por una escalera, por ejemplo. Una marea sobre otra marea, y así incesantemente, hasta ponerse al alcance de mis pies. Unía la caída de la noche con la única extensión del mar.
Los faroles de las máquinas iluminaban en planos zigzagueantes y comenzaban a oírse los ¿quién vive? Saltaban las voces de garita en garita. La noche comenzaba a poblarse, a nutrirse. De lejos, la veía como atravesada por incesantes puntos de luz. Subdividida, fragmentada, acribillada por las voces y por las luces. Estaba lejos y sólo sentía los signos de su animación, como un parloteo secreto en un fondón cerrado en la noche. Lejana y habladora, maestra de sus pausas, la noche penetraba en el cuarto donde yo dormía y sentía cómo se extendía por mi sueño. Apoyaba la cabeza en un oleaje que llegaba hasta mí en un fruncimiento de una levedad inapresable. Sentirme como apoyado en un humo, en un cordel, entre dos nubes. La noche me regalaba una piel, debía ser la piel de la noche. Y yo dando vueltas en esa inmensa piel, que mientras yo giraba se extendía hasta las muscíneas de los comienzos.

José Lezama Lima, "Confluencias"

Esta es la noche, quien no pudo sentirla así no la conoce. Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender. Hay en el fondo, lejos, un coro de perros, algún gallo canta de vez en cuando, al norte, al sur, en cualquier parte ignorada. Las pitadas de los vigilantes se repiten sinuosas y mueren. En la ventana de enfrente, atravesando el patio, alguno ronca y se queja entre sueños. El cielo está pálido y tranquilo, vigilando los grandes montones de sombra en el patio. Un ruido breve, como un chasquido, me hace mirar hacia arriba. Estoy seguro de poder descubrir una arruga justamente en el sitio donde ha gritado una golondrina. Respiro el primer aire que anuncia la madrugada hasta llenarme los pulmones; hay una humedad fría tocándome la frente en la ventana. Pero toda la noche está, inapresable, tensa, alargando su alma fina y misteriosa en el chorro de la canilla mal cerrada, en la pileta de portland del patio. Esta es la noche. Yo soy un hombre solitario que fuma en un sitio cualquiera de la ciudad; la noche me rodea, se cumple como un rito, gradualmente, y yo nada tengo que ver con ella. Hay momentos, apenas, en que los golpes de mi sangre en las sienes se acompasan con el latido de la noche. He fumado mi cigarrillo hasta el fin, sin moverme.
Las extraordinarias confesiones de Eladio Linacero. Sonrío en paz, abro la boca, hago chocar los dientes y muerdo suavemente la noche. Todo es inútil y hay que tener por lo menos el valor de no usar pretextos. Me hubiera gustado clavar la noche en el papel como a una gran mariposa nocturna. Pero, en cambio, fue ella la que me alzó entre sus aguas como el cuerpo lívido de un muerto y me arrastra, inexorable, entre fríos y vagas espumas, noche abajo.
Esta es la noche. Voy a tirarme en la cama, enfriado, muerto de cansancio, buscando dormirme antes de que llegue la mañana, sin fuerzas ya para esperar el cuerpo húmedo de la muchacha en la vieja cabaña de troncos.

Juan Carlos Onetti, “El pozo”

Bellísima

Ayer vi una película bellísima. Nunca uso esa palabra, por lo general no me suena bien. Pero decir bella sería tan pobre, y no podría decir que me pareció hermosa, agraviarla con todas esas vocales groseramente abiertas. Tengo que bajar la voz y susurrar “bellísima”, arriesgándome a parecer cursi. Transcurre en Shangai. Natasha Richardson es una condesa rusa arrastrada a la indigencia después de la revolución. Para sobrevivir, baila por plata. Zigzaguea, sin caer, en los bordes resbaladizos de la prostitución. Ralph Fiennes es un actor excepcional. Además, acá, es un diplomático que se ha quedado ciego y sin familia. Los dos son aristócratas venidos a menos, llevan consigo, adherida, la tristeza del terciopelo ajado y sucio, de los brillos opacados por el tiempo. Están fuera de lugar adonde vayan: ya no hay sitio en la tierra que los cobije.

La peli es “La condesa blanca”. El guión es de Kazuo Ishiguro (“Lo que queda del día”). La fotografía está a cargo del mismo de “Con ánimo de amar”, Christopher Doyle. Se estrena este jueves.

sábado, agosto 12, 2006

Feliz día de las niñas

Anoche, en Niceto, primer recital de las Curvettes, el día después de volver de Alemania.
Acá se ven unas miguitas del festín.

jueves, agosto 10, 2006

Todo depende del ángulo desde el que se mire

No hay caso. Por más admiración que me despierta la oposición de Castro a los dueños de la Tierra, cuando pienso en Arenas me digo: ¿cómo un hombre tan agudo puede ser a la vez tan obtuso?

(Anteayer, después de ver “Seres extravagantes”, de Manuel Zayas).

Juguetes

Hoy venía a casa molestando a otras reses apiñadas como yo en el subte con una bolsa enorme de la juguetería (estamos en agosto y tengo siete sobrinos). Un chico que iba de la mano de una mujer se quedó mirando la bolsa. Yo miraba su mirar, divertida. Me pareció que quería ver qué había adentro, así que adrede la abrí un poco, para mostrar el ala de un avión, la punta de una lancha. Levantó la vista y vio que lo miraba. Sonreí apenas (¡te agarré!) y él me correspondió con una hermosa sonrisa de boca, dientes y ojos. Cuando se bajó, mi sonrisa todavía estaba allí.

sábado, agosto 05, 2006

¿Cuándo es el año pasado?

Leyendo a Carlos. Voy y recorto trocitos de un laburo sobre Saer y el cine, de mis épocas facultativas.

1- Deleuze sobre Bergson en La imagen-tiempo: “Las grandes tesis de Bergson sobre el tiempo se presentan del siguiente modo: el pasado coexiste con el presente que él ha sido; el pasado se conserva así como pasado en general (no cronológico); el tiempo se desdobla a cada instante en presente y pasado, presente que pasa y pasado que se conserva. Con frecuencia se redujo al bergsonismo a la idea siguiente: la duración sería subjetiva y constituiría nuestra vida interior [...]. Pero poco a poco irá diciendo otra cosa: la sola subjetividad es el tiempo, el tiempo no cronológico captado en su fundación, e interiores al tiempo somos nosotros, no al revés”. Como ejemplo, Deleuze señala el film de Resnais y Robbe-Grillet El año pasado en Marienbad, dondeya no se sabe lo que es o no un flash-back”.

2- Resnais, citado por Deleuze: “Siempre he protestado contra la palabra memoria, pero no contra la palabra imaginario ni contra la palabra conciencia. [...] Si el cine no es un medio para jugar con el tiempo específicamente, en cualquier caso es el medio que más se aviene a ello”.

3- Alain Robbe-Grillet, en Por una novela nueva, sobre El año pasado en Marienbad : “Es un mundo sin pasado que se basta así mismo en cada instante y que se desvanece luego. Este hombre, esta mujer, empiezan por existir tan sólo al aparecer en la pantalla por primera vez; antes de eso no son nada; y, una vez terminada la proyección, vuelven a no ser nada.” Y agrega: “no hay un fuera en otra parte, de la misma manera que no hay un antes en otro tiempo.


Texturas

Recién escribí "¡Mierda!” en un comentario a Fander (lo escribí porque apenas terminé de leer su post fue eso lo que dije en voz alta y me pareció que estaba muy bien trasladar la emoción inmediata a la lectura, al comentario) y me quedé pensando en lo floja y blanda que suena la palabra en español. Ajá. Es así. Una mierda floja y blanda. La m no dice nada, es casi muda (también es la letra de la vacilación; en todo caso, es poco menos que fantasmal), la r sólo se hace fuerte cuando viene doble (traten de pronunciarla sola, sin combinarla con otra) y la d es boba. Las vocales, ya se sabe, no sirven de mucho a menos que se griten. Pienso en el inglés “shit”. Tiene más fuerza, pero es demasiado corto, un soretito. En cambio, alcanza su verdadera dimensión, una esplendorosa comunión entre significante y significado, en alemán: scheize (se pronuncia yaise). Cómo me gustaría poder decir “¡Yaise!” o algo de espesor o consistencia similar para expresar mi admiración.

miércoles, agosto 02, 2006

Aira haría un palíndromo

Esta vez, durmiendo sobre el costado derecho. Mirando y de a ratos filmando un documental sobre Cacho Castaña. ¿Qué cómo es esto? Así: En mi dormitorio, a oscuras, sentada al pie de la cama, miro la tele. Dan un documental sobre Cacho Castaña. Sobre un fondo oscuro veo pasar los títulos de sus discos. Para mi sorpresa, predomina el tango: es decir, infiero, perpleja, que se trata de un cantante de tangos que alguna vez incursionó en el género melódico. Entre los que participan está Gerard Depardieu, en los créditos leo y olvido enseguida sus nueve o diez nombres (el cuarto o quinto, eso sí, es Gerard). No me asombra, ya que trabajaron juntos en Cyrano de Bergerac. Depardieu desfila por una calle empedrada junto con un grupo que homenajea a Cacho Castaña. Me meto en esa calle, paso por entre la gente para acercarme a filmar a Emir Kusturica, que elogia profusamente al festejado. Pronuncia frases que al despertar me suenan ininteligibles, pero que en ese momento son de lo más pertinentes. Ahora recuerdo “dinámica gestarí” (adjetivo gitano derivado de “gesto”). También, ante la dificultad de abarcar con palabras la desbordada admiración que siente, Kusturica emite un ¡blum! Pero yo veo bien perfiladas las letras, están en mayúsculas y dicen ¡BLOOM!
En eso, del lado de afuera del sueño, Julio naolla (¡naaooo!) para que le abra la puerta del dormitorio. Me separo de las sábanas y de Kusturica y lo dejo entrar. Lo empujo con el pie, un empujoncito con intención contenida de patada, y le digo tonto. Se queja con un graznido.
Con cosas así Aira haría un relato. Aira haría…