lunes, noviembre 26, 2007

Lo informulable

Por momentos alcanza esa precisión estéril de lo que no obstante no puede ser nombrado; una precisión que no es propiamente comprensión ni tampoco, desde luego, lenguaje. Se trata de una certidumbre terrible pero informulable, y mientras quede al margen de esa formulación el reconocimiento quedará en suspenso.

Juan José Saer, El limonero real

domingo, noviembre 18, 2007

Jöns

Por leer a Portnoy me habían entrado ganas de ver El séptimo sello. La vi hoy, primero entera, después por partes, para repasar los parlamentos del escudero Jöns, que son para mí los mejores. Me recordó, en cierto momento, a Hamlet con la calavera de Yorick. Cabalgando, Block y Jöns divisan la figura de un hombre que parecer descansar junto a una roca. Jöns desensilla y se acerca a preguntar por una posada. Descubre que se trata de un cadáver ya corroído. Callado, monta. Tiene lugar este diálogo: B: ¿Sabía el camino? J: Poco sabía. B: ¿Qué te ha dicho? J: No habla. B: ¿Era mudo? J: No, de mudo no tenía nada. Más bien diría que ha estado sobradamente elocuente. A: ¿Sí? J: Sí, elocuente de veras. Pero su discurso ha sido lúgubre, hay que reconocerlo.
¿No es elocuente también Yorick?
Un bufón, otro: recordé también al sabio e irónico de Lear. Es que el mismo Jöns se retrata como bufón: “Aquí tienes al escudero Jöns. Se ríe de la muerte, blasfema, se burla de sí mismo y sonríe a las mujeres. Su mundo es sólo el mundo de Jöns. Un bufón ridículo para todos, incluso para él mismo. Un pobre bufón. Tan indiferente para el cielo como para el infierno”. Habla con crudeza del amor y de la muerte, pero simula bromear. Como Lear al bufón, Block lo malentiende (“¿Más canciones?”).
Muchas cosas se dijeron y se podrían decir, no investigué mucho así que quizá ya haya sido dicho, pero esto es lo que más me interesó, al menos esta vuelta: la elección de un personaje secundario para depositar algunas verdades. Quizás, llegué a pensar, el escudero-bufón tenga las respuestas que Block pretende sonsacarle a la Muerte.

viernes, noviembre 16, 2007

Fuga agamuzada

No escribas hasta no haber tragado hoja tras hoja toda esa biblioteca a tus espaldas y otras más, no escribas hasta ver si lo que escribiste, o mejor, hasta corroborar que lo que escribiste fue dicho mil veces, hasta que te hartes de tus ideas, de haber oído tantas veces tus ideas en otras voces que el asqueo te despoje. Desnuda de ideas como naciste. Después de enloquecerte como lo hacés con libros, y hasta a veces sólo con una frase (“fuga agamuzada de la araña” dijo Norah Lange y yo me estremecí), salite de una vez de los paréntesis que te escudan, temblabas, por qué, porque no hay palabras más conmovedoras que las que rozan lo que no se puede decir, eso, lo rodean, “fuga agamuzada de la araña”, dijo, y pudiste sentir las patitas velludas. No escribas hasta que las palabras te caminen y te ericen la piel en la fuga agamuzada de la araña.

jueves, noviembre 15, 2007

Consideraciones sobre O’Jaral

Mientras miro la peli El pasado y sin desviar la mirada de los ojazos de Gael, me acuerdo de O`Jaral cuando Rímini olvida el francés. A ver, alumbremos un poco el revoltijo: Rímini intenta despegarse del pasado (y descubre su alta capacidad adhesiva, aunque no viene al caso detenerse en eso ahora) pero en el esfuerzo exagera (involuntariamente, claro) y hunde lo que debiera haber flotado después del naufragio. Expresiones en francés, por ejemplo. Entonces se me arrima el recuerdo del olvido de O’Jaral del significado de “alligator”. O’Jaral, el traductor, que corta su vida en el filo en que dio muerte. Dice él que es la gruesa (una suerte, o desgracia, de marihuana), pero se me ocurre que puede ser esto otro.

Como

De noche, revisando y anotando un texto, explico: “Es raye mío, quizás, pero trato de evitar los como si”. Tras esa aclaración me quedo, un momento, pensando que a veces hasta prefiero saltearme los “como”, para ir directo al símil, sin ese “como” amortiguador. Sospecho en ocasiones en el “como” una condescendencia hacia el lector que debería resultar ofensiva.

jueves, noviembre 01, 2007

Abastecida de tango

Las tres han dado y sereno. Entro, me meto en casa como en una funda, el aire templado me apronta para las sábanas -en la calle el frío me atravesaba el saquito como si nada-, baja el cansancio desde los hombros y ya me acuna, pero antes de dejarme caer doy testimonio: fui a escuchar y ver a la Fernández Fierro, recomiendo con fervor, tocan acá todos los miércoles.