martes, junio 13, 2006

Una cruza

Cruzo la lectura de este post de Aydesa con algo que hablábamos el otro día con Luis. Kafka manifestó repetidas veces que la literatura era todo para él, y que una mujer, hijos, significarían un escollo para continuar con su trabajo. Alguna vez esta decisión le causó pesar, pero no dudó. Me pregunto ahora qué hubiera pasado si Kafka hubiese sido mujer. Habría seguido adelante, pero, vamos, ¿no se le habría hecho todavía más cuesta arriba?
Muchas veces me miraron con horror (la cabeza echada un poco hacia atrás con un enderezamiento de la curva del cuello, los ojos muy abiertos, labios separados, quizás alguna simultánea interjección) cuando dije que la maternidad sería para mí una pequeña muerte. ¡Qué barbaridad! ¡Qué espanto! “Bueno, no, claro”, digo yo, en casos así, “por supuesto, sí”. Y me callo. No hay caso, no vale la pena explicar lo que desde mi punto de vista es tan evidente. Por supuesto, no infiero que esto se debe a que soy más inteligente, sino a que toda mi estructura de pensamiento tiene otras bases: hablamos lenguas diferentes.
“Una cruza” es un relato de Kafka que describe un animal indefinido, mitad gato, mitad cordero, con el que sentí una inmediata identificación, como cualquiera que se haya sentido alguna vez fuera de lugar, extraño y desamparado.

24 comentarios:

Anónimo dijo...

Pensaba, antes del final, en Odradek. Y concuerdo con eso de la pequeña muerte.
Siempre tengo la sospecha de dónde proviene la idea de que la maternidad es algo tan maravilloso. En todo caso, a la larga o a la corta sigue siendo una terrible pérdida.
Que un sujeto salga de uno, para no ser uno; es raro, tanto como que también tenga lo suficiente de uno como para pretender serlo.
La segunda sospecha es el rol del padre. Lo veo ahí, perdido, con su espermatozoide como un complemento, un reactivo. Y luego se convierte en una figura. La madre en cambio es una estructura, un universo irremplazable.

Anónimo dijo...

como siempre, aydesa, impecable.

Anónimo dijo...

Uf. Esa es la pregunta del millón. Yo suelo cuidarme de tocar ese tipo de temas delante de mis amigos. Es que en la balanza se ponen pesas que son personalísimas e intraducibles. Y encima yo tiendo a la perpetua contradicción.

Vero dijo...

Ayd, me encantó tu reflexión. Leerte es respirar hondo, soltar el aire, sentirse un poco más cómodo.
Y claro que podría haber dicho Odradek o el insecto de la Metamorfosis (siempre se trata de seres indefinidos y descriptos a medias). Elegí el de Una cruza por hacer un juego con el cruce de tu post y la charla con Luis, como diciendo: esto es lo que salió de esta cruza.
Qué intriga esta piróscafa (porque el de Piro es uno de los primeros blogs que se me dio por leer, supongo que vendrá de ahí), quién será. Bueno, gracias por pasar.
Fander, sí, me acuerdo de un post tuyo sobre el tema, hace un tiempo. Pero te digo, en serio, a una mina la miran como si fuera marciana. Ni siquiera tengo la excusa de querer desarrollarme en una carrera y ganar guita, yo qué sé, eso que ahora no se ve tan mal, hasta está medio de moda. La verdad es que hasta ahora no estuve dispuesta al olvido de mí que significaría tener un hijo. Lo veo en el futuro, ves que yo también me contradigo, pero no sin un escalofrío.

Silvia Sue dijo...

Todo un tema, Vero. Un tema raro para mí, que te dejo otra cruza en "Ay, dejemé!"

Ruth dijo...

Una frase tan trillada como "no se puede tener todo en la vida" supongo que es gráfica en este caso. Hay una edad (la mía) en la que uno aún puede permitirse despotricar contra la maternidad, tenerle pánico, no soportar a los niños más de diez minutos seguidos, etc. El asunto es cuando uno cumple los 30 y no manifiesta el "innato deseo de ser madre". Pero como todo, uno privilegia: O maternidad O carrera O guita O viajes O literatura O infinitas opciones, entre ellas el derecho a ser dueña de su propia vida y no asumir responsabilidad sobre otra vida que uno ha generado.
En fin.

Anónimo dijo...

Piglia dijo que no tenía hijos para dedicarse de lleno a la literatura. Borges tampoco tuvo. Ni Kafka, que sólo tuvo insectos. Pero esto no significa nada en absoluto respecto de la literatura. Tener y no tener es un libro de Hemmingway, cuya argumento para cine fue escrito por Faulkner. Los dos tuvieron hijos. Nada te defiende de un padre genio, o de un hijo idiota.

Anónimo dijo...

No sé si me van a entender: yo tuve hijos. Dos. Me encantan los dos. Y que quiere decir esto? Nada. Absolutamente nada. Tener hijos no es una opción distinta de cambiar de casa. No creo en esto de que las mujeres nasceron pa tener hijos o para qualquer otra cosa. Los hombres, las mujeres o toda otra cantidad de diferenciaciones nasceron pa ser felices. Todo el resto és o opcion o desastre, como la felicidad que no se concretiza.

Vero dijo...

Les agradezco mucho a todos por dejar su opinión, me pareció muy interesante ver cómo cada uno toma cierto aspecto de la cuestión, que es demasiado amplia para tratar en profundidad acá. Ese recorte expone, como ya se sabe, un punto de vista más allá de la opinión en sí.
Qué viva, Minerva: "yo tengo 20, vos que sos una vieja chota arreglátelas con tus kafkianidades". ¡Jua jua! Che, si por lo menos escribiera como Kafka, ¿no?, al menos tendría más excusa, lo único que puedo decir es que me gusta eso que se aprende en primer grado: leer y escribir.
Gaby, parafraseándote: nada me defiende de ser idiota, ni la literatura.
Maray, es que desde que soy chica asocio los libros con la idea de felicidad, qué le voy a hacer.

Anónimo dijo...

"yo tengo 20, vos que sos una vieja chota arreglátelas con tus kafkianidades".
me duele la panza de la risa.
hace muy poco en un bar moderno le preguntan al grupo de mujeres que me acompaña: chicas, que van a tomar? responden "cerveza" al unísono. el mismo mozo me encara y continúa: "y ud. señora"?
con esa cara que tengo le respondo:
la señora ya está a punto para un manhattan.
Minerva! te vamo a mandar lo golpiadore a domicilio, te vamo a mandar.
recuerdan la publicidad de "Yo no soy Cindy Crawford!!".
siguiendo en la línea debo agregar, "Yo no soy Joan Crawford"
Mamita queridaaaa!!!

Ruth dijo...

Eh, que no quise decir que fueran viejas! Me refiero a ese molestísimo pero impenitente mandato que obliga a las mujeres que pasan los 30 a "empezar a pensar" en tener hijos. Y si llegan a los 40 sin ellos, son objeto de las conversaciones por lo bajo acerca de las razones de su elección. A los 20 todavía se zafa del comentario insidioso o chusma, pero no se preocupen, ya va a llegar.
Jajajaja, que te digan "señora" y te traten de Usted es el indicador implacable de que una ha cumplido cierta edad.

Vero dijo...

¡Jua jua! Tu respuesta al mozo es brillante, Ayd, voy a ficharla por si se da el caso. Minerva, por supuesto, no es necesario que aclares (en realidad, es más pior), esta vieja loca sólo loqueaba.

lunanueva dijo...

Cuando tuve a mi hijo era tan joven que ni siquiera me había planteado seriamente si quería o no tener hijos, aunque era consciente de que existía la opción, al menos en teoría...Creo que se puede escribir un libro sobre el tema. O varios.
Desde la época en que la vida de las mujeres se terminaba en el matrimonio y la maternidad, hasta la actual, en que nos interesan y nos sentimos con derecho a tantas otras cosas, hubo un desfasaje: los mandatos siguen siendo los mismos, como si no hubiera cambiado nada.
Ah, y cuando empiezan a llamarte "señora", qué se puede decir... Un mazazo al narcicismo.

Silvia Sue dijo...

¡Ja! "Señora"! Debo decirlo, debo decirlo acá: el jueves pasado voy a cargar nafta a la estación que está a cuadras de mi casa con: mis dos nenes, el perro, los lentes, pelo atado con pinche en la cabeza, expdientes en el asiento del acompañante, un caramelo de Patricio pegado en el culo, una mosca dándome vueltas y con una barra de cereal a medio morder. No me bajo, claro: me atiende un empleado joven y buenmocísimo "¿Qué le doy, señora"-dice seria y mecánicamente. A la noche,paso otra vez, con auto prestado (el mío en el taller) prestado sin nafta: voy a un cumple de una amiga: conjunto negro ceñido,escote pronunciado, maquillaje rosa, el pelo suelto y cepillado y oliendo a Volupté:
mismo empleado me mira, hace sonrisa de galán, leve caída de ojo, y con una voz insinuante, que no era la de la mañana me dice:" ¿Qué te doy? "
Conclusión: para lo de "señora", los cánones no son tan rígidos, una es una y su circunstancia, lo que te vendí esta mañana no es lo que te vendo a la noche pero siempre soy yo, pedazo de estúpido.

Anónimo dijo...

jajajaj! esto se pone buenísimo.

Tino Hargén dijo...

No crean en las elecciones excluyentes, crean en sus elecciones y en su intuición: leyes infalibles no hay ninguna, sino todos los estériles hubieran sido escritores,

Las exclusiones son gestos que uno se toma para estructurarse, se impone opciones y compensaciones que la mayoria de las veces no pagan. "Dejo la familia para ser escritor", "no me dediqué al trabajo o al arte para dedicarme a mis hijos". Esas exclusiones son perversas y dañinas me parece, si no te gustan los críos, buenísimo, no los tengas, y si los deseás tenelos, pero buscar trueques no es bueno, después un buen dia no vas a tener más ganas de escribir y que vas a hacer "huy, ahora tengo que seguir escribiendo porque yo me privé de tener hijos por esto"

Vero dijo...

Luna Nueva, gracias por opinar, sí, como se puede ver, es un tema que da para mucho, demasiado.
Lo tuyo es buenísimo, Silvia Sue, hablando de metamorfsis.
Tino, muy bueno lo que decís, gracias. Como decía: cada uno toma un aspecto del tema, agarra el post y los otros comentarios como una valija y se lo lleva a su rancho, y ahí saca la piedrita que más le gusta para ponerla bajo la lupa.
Ahora, Tino, a ver: soy muy conciente de mis limitaciones, no escribo tanto ni tan bien como para decir que no tuve un hijo para dedicarme a escribir. Sin embargo, le doy y le doy, no puedo parar. Mirá, en el blog de Aydesa incurrí en una simplificación algo bestial, pero por ahí andaba la cosa: temo que un hijo me saque tiempo para leer, dije. Me da terror. Ampliando, hay muchas cosas que me gusta hacer que no podría (leer es la más importante, fijate que en mi perfil puse en intereses: libros principalmente). Por supuesto, me doy cuenta de que aparecerían otras. Hasta ahora, la elección vino por ese lado. Pero puede cambiar mañana. Lo que elegí hasta ahora y las razones por las cuales lo hice le parecen a mucha gente una ridiculez, cuando no se espantan (es decir: me creen estúpida o monstruosa). Es así. Y bueno.

Tino Hargén dijo...

Ok, lo que vos apuntás quizá es a no juzgar la tabla de valores del otro, en eso estoy totalmente de acuerdo, si vos sentis que te seduce mas la idea de una vida sin las limitaciones que te insume un hijo para volcar el 100% de tus energías a búsquedas como la lectura o cualquier otra, todo bien, lo mismo que el que siente que lo que quiere ahora es un hijo y la lectura le quitará tiempo a eso, sólo cada uno puede sentir el valor relativo de sus pulsiones.

Yo lo unico que digo es ojo con las cuentas que se sacan, ojo con supuestas compensaciones entre planos diversos que no son tales, a través de valores de cambio que no son intercambiables. Hay pulsiones vitales que son de diferente orden, algunas pertenecen a las pulsiones de la especie, la reproduccion es una de ellas, y el amor maternal o paternal es otro de ellos, como el amor, el sexo, los amigos. No se trata de obedecer la receta cristiana, ni judia, ni el "instinto maternal" occidental, ni la maternidad oriental, socialista o capitalista. Lo bueno sería despojarse de esos mandatos politicos y mirarse adentro a ver como se lleva uno con esos mandatos de su especie. ( "We share the same biology regardless of ideology" decía Sting )

La pasion por la lectura puede pasarte, pero convivir, dar y recibir el amor transformador de los hijos ( a mi me gustaria desterrar la palabra "tener" un hijo ) es de otra dimensión –ni mejor ni peor- es una transformacion que llevarás de por vida probablemente. La misma cultura decadente que te informa que "tenés que ser madre o sos rara" por decirlo de un modo grosero, es la que obliga a veces a estas falsas opciones "si tengo un hijo no puedo trabajar o escribir, o pintar". Hay que convivir con ese tipo de cosas en las decisiones .

Silvia Sue dijo...

Yo creo que Tino en parte tiene razón,eso de que "si tengo hijos no puedo trabajar ni escribir ni pintar" debería ser una falsa opción, pero hay algo que lamentablemente, es cuestión de género, y que hay que ser mujer ("madre", en este caso) para entender, y que solventa lo que dice Vero, que no está tan equivocada. Me refiero, Tino,a que ya nada es lo mismo, desgraciadamente. Porque la matemática es una ciencia exacta mal que me pese,y los tiempos de las personas, sobre todo "de las mujeres" que son las que básicamente están pendientes del/los retoño/s aún cuando haya una pareja que también participe, son escasos, agotados e imposibles de comprehenderlo (con h) todo. Todo y con todo placer. No hay tanto tiempo, y uno (una) mecánicamente posterga actividades y placeres propios(como leer, pintar)para hacer LO PRODUCTIVO porque la culpa de ese placer se nos entroniza inevitablemente y hay una necesidad de MIRARLO /S y de SER por él /ellos (sobre todo cuando son muy pequeñitos) que no sé si es demasiado compatible con lo que uno quiere hacer. La postergación, la renuncia, el tiempo que no nos alcanza, el cansancio infinito, la responsabilidad, son tan condicionantes, que acaban en lo que dice Vero, que yo conozco por experiencia propia: si tengo un bebecito no tengo tiempo para leer, para viajar, para escribir, para experimentar, para...Lo voy dejando para después,porque siento, (SIENTO, no es una decisión) que hay poco tiempo y que él está antes que nada.

Anónimo dijo...

Ficciones fuera del tintero:
_ Má, leeme un rato.
_ Má, contame una historia.
_ Má, ese pájaro es azul o el cielo se mancha del pájaro?

De todo lo dicho veo al hijo como al Maestro y yo siendo el discípulo que vuelve a mirar con otros ojos, que vuelve a escuchar. Tal vez un hijo es la segunda chance de volver a empezar, de captarse vivo y libre. De liberar la obra en el otro y hacerla rodar.
Ya ves Prima, que de no haber existido nosotras, la historia no hubiera sido la misma.
En todo caso observemos a Inx, que parece haber llevado adelante todo esto y ya ves donde está.
No se te ocurrió eso?
Cosas para pensar.

Silvia Sue dijo...

Qué lindo.

Vero dijo...

Bueno, Tino, como decía uno de Cicatrices, “son perspetivas”. Las elecciones implican exclusiones, ¿no? Eso es lo difícil, justamente, de la elección: lo que queda afuera. Qué lindo sería vivir quichicientos años para escoger todas las opciones que me interesan (incluí acá lo que te parezca, hombres, mujeres, lugares, culturas, comidas) y disfrutarlas bien despacito, como decía la otra vez Maray. De lo que elegí, bien o mal, me hago cargo.
Otra vez, agradecida por la gente que se tomó el trabajo de pensar y redactar comentarios tan interesantes. Sí, Ayd, cosas para pensar, muy buen punto el tuyo.
Sorprendida, también, porque siempre pensé que me leían tres o cuatro gatos locos y acá hay como siete u ocho.

Anónimo dijo...

De qué se sorprende V. -de Vendetta? Ud. es muy grossa, y lo sabe tanto que le da picazon de pancita acompañada de cachetes rosaditos de Nieto Senetiner.
¿No cree que hay un sercito que merece conocerla?
¿Sabe que a veces es mi ídola?
(por suerte solo a veces)

Vero dijo...

Justo estoy releyendo algunas cosas de Walter Benjamin, y me recordás este otro Benjamin, el Nieto Senetiner, que me gusta tanto también. ¡Jua jua! Vade retro con lo de ídola, che, menos mal que sólo a veces. Un abrazo y dos besos (porque en el fondo o más acá, a todos nos gusta que nos doren la píldora).