Mientras el día se agrisa camino por Paraná y pienso en una
escena de Huis clos, film de Jacqueline Audry sobre la obra de Sartre,
en la que tres personas se encuentran en una habitación cerrada, en el
infierno, y descubren que no hay tormento mayor que la mutua compañía. Estelle
se lamenta porque pretende retocar su maquillaje pero no encuentra su reflejo
en el espejo de mano. Los espejos están ahí porque quedan bien, ha dicho el
mayordomo, pero no pueden reflejar lo que no existe. Inés se ofrece en
sustitución. Que se maquille Estelle y ella la irá guiando. Creo que hay en esa
escena una clave para leer la frase famosa que Sartre le hace decir a Garcin,
“el infierno son los otros”. El infierno más terrible es uno mismo, de quien
los otros son espejo menos piadoso que el de cristal limitado a devolver la
apariencia de la cáscara. Una vez ante el monitor busco el parlamento en la
obra y encuentro las exactas -con la salvedad del tinte inevitable por el
filtro de la traducción- palabras de Inés: “Anda, hazme preguntas. Ningún
espejo te sería más fiel”.
3 comentarios:
Parece ser que Gould era (dicen) autista, o tenía síndrome de Asperger. (Son trastornos similares).
Eso explicaría sus excentricidades.
Claro que, en retrospectiva, la mitad de los artistas de la historia de la humanidad han sufrido síndrome de Asperger.
Borges es uno de mis candidatos...
Salud.
Comentá donde quieras, ¿eh?
Sí, leí acerca de eso. Parece que se lo diagnosticaron post mortem, pero tenía toda la traza... Uy, hay candidatos a rolete. Borges me parece bastante sociable todavía, un asperger tibión. Elijo como candidato a Bernhard.
Dinero y amor.
Me gusta.
Publicar un comentario