lunes, noviembre 26, 2007

Lo informulable

Por momentos alcanza esa precisión estéril de lo que no obstante no puede ser nombrado; una precisión que no es propiamente comprensión ni tampoco, desde luego, lenguaje. Se trata de una certidumbre terrible pero informulable, y mientras quede al margen de esa formulación el reconocimiento quedará en suspenso.

Juan José Saer, El limonero real

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Suspendido, pero ahí. Inx

Silvia Sue dijo...

Suspendido y ahí, pero cierto.

Tino Hargén dijo...

Una joya la cita, pensamiento puro y preciso para definir lo que no se deja definir

ema déborah finzi dijo...

Indecidibilidad/corrimiento respecto de categorías retóricas tradicionales. Gran hiperconciencia de la escritura y una prevención respecto de la (im)posibilidad de lo representacional. Mirada obsesiva en figurar los modos de la percepción, de lo sensorial, de la memoria, del espesor de los recuerdos, del "sentido" de la materialidad (de ahí que en su ficción abunden líquidos, sustancias, superficies). Ficción que recoge, también, lo anodino, lo nimio, fragmentos de microacciones...
besos,
e.

ema déborah finzi dijo...

donde dije "(im)posibilidad" debería haber dicho "posibilidad"... y bueh...
e.

ema déborah finzi dijo...

Qué ruido que hace el post de CresceNet. ¿No?

Vero dijo...

Inés, Sue: ahí, cierto, existe. Preciso, aun sin la fijación que le daría el lenguaje (por eso la precisión es estéril).
Qué tal, Tino. Está buena, ¿viste? Aunque no define, en verdad, porque no nombra. Acá, algo que se intuye atroz. Pero se puede extender. Pienso en Sapir: si no uso siete palabras diferentes para siete tonos de blanco, como hacen ciertos esquimales, los matices siguen estando, pero no los “reconozco” como lo haría un esquimal.
Fah, te pasaste, Ema. Percepción finísima de Saer, sí, desmenuzamiento (de la magdalena proustiana). Hace años tuve que escribir un laburito sobre los procedimientos cinematográficos en Cicatrices, le dediqué algunas páginas a la luz. En El limonero real hay círculos, hasta esferas de luz, que en los distintos relatos del mismo día se van desplazando. Se me ocurre, también, que el uso de diferentes modalidades del lenguaje (la del relato infantil, por ejemplo, hacia el final) “ilumina” distinto.
Ji, ahora saco el ruido, en cuanto suba este comentario y aparezca el baldecito propicio (soy así de rústica).
Besos a todos.

Jorge Alberdi dijo...

Casi una expresión (no una definición) de su propia escritura.

ema déborah finzi dijo...

Comparto plenamente lo que dice Jorge. Y me atrevería a sacarle el "casi". El fragmento de Saer que nos entrega Vero es "precisamente" la condensación de su poética.
Besos.

ema déborah finzi dijo...

Sí, Vero, hay esferas de luz, círculos luminosos que se desplazan en muchos de sus textos. Pienso en "Palo y hueso", por ejemplo, que luego Sarquís trasvasó al cine e hizo una gran película (con uno de los pocos momentos abstractos del cine argentino, si no el único). En ese relato la luz se configura en un dispositivo organizador del mismo; sus cuatro partes apelan precisamente a momentos consecutivos del día y medio en el que transcurre la historia y que pautan mediante elipsis muy marcadas, el avance del suceder aletargado de los acontecimientos. Por el otro, el narrador (que mira con Domingo) se exhibe como una mirada de artista plástico por las zonas de luz, de sombras y manchas en las que se detiene, y una mirada cinematográfica que, al operar sobre marcos o "cuadros", recorta, fragmenta, acerca, aleja. La luz contrapuntea el exterior resplandeciente y de claridad ultralunar y el interior umbroso, difuso; contrasta los seres: el viejo Arce cuya figura se resalta contra la claridad verdosa del interior, la tenue de Domingo, más la de Rosa identificada con sombras, y las cosas que se vuelven móviles y raudas, tocadas por la relumbre de la lengua del farol.
Besos.

Anónimo dijo...

tuve la tentación de dejar un comment con ideas inteligentes, pero ema se me adelantó. y bue...
amo a saer.

Vero dijo...

Jorge, Ema, ansina es. Fíjense, al lado de este otro fragmento escribí con lápiz “así todo Saer”: “como si ese núcleo, ese círculo, fuese móvil y errabundease iluminando y dando nitidez a detalles mínimos del conjunto”.
Ema, voy a releer “Palo y hueso”, me metiste una curiosidad que no sabés, te agradezco mucho, de verdad, el cuidado, el detenimiento para comentar. La peli no la vi, sabía, sí, que la había hecho Sarquís. Vi una filmación hace años de una mesa redonda con Cortázar, Roa Bastos, Saer y Sarquís, sobre cine y literatura, fabulosa, donde se hablaba de esa peli, entre otras cosas. Habrá que conseguir eso, la peli, el documental, digo.
Amo a Saer me parece un comentario de lo más inteligente, Mara.

Vero dijo...

Leí de nuevo “Palo y hueso”, Ema. Las cuatro partes dividen un día y por ahí un poquito más, noche-mañana- mediodía-noche, y cada parte acarrea su luz particular. Y como bien decís, hay luces más acotadas, significativas. Rosa y las sombras, sí, lo noté. Hay muchos ejemplos de luces que le dan un cierto carácter a la escena. Tomo esto: “Los relámpagos eran más frecuentes y prolongados ahora y su resplandor azul había adquirido un tinte verde, siniestramente amarillento”.
(Mientras escribo pienso que muy probablemente Ema no lea esto, quizás nadie lo haga. El post ya tiene varios días, quién se va a tomar el trabajo de venir acá, de ver el comentario trece en un post viejo. Publicar un comentario acá, sin el recurso de avisar al costado, como hacen otros, es publicar a medias. ¿Para quién se hace público, este comentario? Y no me van a entender, en parte porque no me van a leer, ¡ja!, así que mucho no importa, pero me gusta esto de escribir en donde tal vez ninguna mirada vaya a posarse. Hago un trabajo silencioso, leo Palo y hueso marcando las luces altas y bajas, anoto en los márgenes lo que me sugieren, y después comento, silenciosamente, es decir, con los días acumulados silenciando el comentario, acallándolo. ¿Para qué hice entonces esas marcas? Para saber que eso existe, que están esas luces ahí vibrando, esperando que alguien se acerque y las toque. Un trabajo sin otro objeto que ese placer casi secreto –porque para ser secreto del todo hubiese debido callar- y egoísta –del todo, acá sí.)

ema déborah finzi dijo...

... y sin embargo acabo de leer (y comparto) lo que escribiste, porque a mí me gusta merodear y voy a viejos posts porque algo quedó repiqueteando en los aleros. ¿será porque entreví una pequeña luminosidad? Un hormigueo, tal vez, una iridiscencia fugaz que me volvió a traer al infierno de nuestro descontento.

Vero dijo...

Ahora me siento un poco boba, leyéndome. Son arranques que tiene una. Pero qué suerte tengo de que me leas. Un beso, Ema.