Es otra vez invierno; el cielo está gris y la luz llega desde abajo, de la nieve blanca sobre el suelo. La soledad va a tono con la muerte fingida de la naturaleza, pero a veces se hace demasiado pesada. Echo de menos a la gente, pero en la soledad me he puesto tan frágil como si mi alma no tuviese piel, y me he vuelto tan caprichoso en dirigir mis pensamientos y sentimientos que apenas puedo soportar el contacto con otra persona; sí, cada extraño que se me aproxima parece que me ahoga con su atmósfera espiritual, invadiendo la mía.
August Strindberg, Solo
4 comentarios:
Muy buena la imagen de la invasión...
Así es finalmente la soledad: entretejerse en la seda de la propia alma, ser crisálida y esperar la metamorfosis, porque ésta no deja de realizarse.
(III)
¿Viste, Leandro? La sensación de la invasión se relaciona con la del alma sin piel. En ese estado cualquier acercamiento puede dejar llagas.
Luis, ése es otro de los pasajes, diría, condensadores. En fin, todo hermosísimo.
Una imagen que se lleva sensaciones vividas y que lleva a pensar en el alma, esa capa del ser...
Salute, Vero.
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