“¿Y qué sucede ahora que todo ha terminado?”
Me apoltrono en el libro, no me apuran las páginas que faltan. Me da gusto, entre otras cosas, que en la primera aparición de una frase resuenen las repeticiones por venir. Ricardo sonríe al ver venir a Riba: “No, si ya se sabe. Siempre aparece alguien que no te esperas para nada”. Espejea el final del capítulo: volverá a decirlo, con extrañeza esta vez, a causa del hombre del impermeable. Sé que Ricardo pronuncia lo que pensó Bloom en aquel cementerio. Puedo detenerme, morosa, y buscar en mi edición de Ulises: “Siempre aparece alguien en quien uno nunca soñó” –Riba tiene la versión de Salas Subirat, pero es anterior a la mía; su Dublineses en cambio es idéntico, ya lo comprobé, traducción de Cabrera Infante. Volviendo: sólo por la relectura inmediata cae el recuerdo de los distintos fragmentos en que aparece la frase como piezas de dominó, una despabilando a la que sigue para que muestre su cara -en la última pieza está Riba ahogado de catálogo, pasado y fantasmas.
“Al final, como decía W.B. Yeats, se tenga suerte o no, deja huella el afán.”
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