lunes, abril 23, 2007

Di Benedetto, Quiroga

El otro día hablaba con un amigo del cuento “Pez” de Di Benedetto, le decía que me recordaba a Quiroga. Después busqué en la biblioteca. Hay en “El hombre muerto”, de Los desterrados, similar detenimiento en la descripción del entorno mientras al hombre se le va terminando el aliento. No hablo del que agoniza, a quien una herida de machete deja inmóvil e impedido de buscar ayuda, sino del que cuenta. Nombrando lo mínimo patea hacia delante lo máximo, por apilamiento de palabras. Algo de eso se puede ver también, no tan claro por la escasez de líneas, en “A la deriva”, de Cuentos de amor, de locura y de muerte. Al gusto que le encuentro a la lectura le sigue el troceado y el desmenuzamiento: qué inmoviliza al narrador, qué lo demora, si el autor se refleja en el narrador, si hay una duplicación en la ficción de lo que sucede con la literatura. Porque se escribe para ahuyentar la muerte. No lo digo yo, lo dicen otros, muchos -Cohen, sin ir más allá de mi bolso-, ellos proponen y yo consiento, en todo caso, ante lo apabullante de la prueba.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, yo no sabría darle un nombre a todos esos procedimientos donde la acción, más que transcurrir en el lugar en que "debiera", discurre díscola por otros tiempos y lugares: ya en la voz del narrador, ya en el ambiente, ya en los "elementos". Por eso me gusta lo que un crítico decía para referirse a Shakespeare, como toda una definición: "música y tempestades" (con ese texto reabrí Añadiduras, y sólo para devenir hereje). Porque la acción -y pareciera que más y más cuando esa acción se acerca a la muerte-, nunca puede ser aprehendida y narrada en forma directa, yendo al grano. O sí, pero a costa de fracasar.
Por eso se a lo que pasa se lo rodea, se lo evoca, se lo elude, o vilmente se nos pianta, la mayoría de las veces. Por eso un trueno y una buena rima bien pueden dar cuenta del fantasma de Hamlet, por ejemplo, o de la locura de Lear. Y por eso todas estas tonterías, incluyendo el análisis y la crítica - que si bien nos entretienen, nunca son lo que buscamos- nunca es aquello que nos gustaría leer, ni aquello que nos gustaría (escuchar al) escribir.

Vero dijo...

Me gustó la reflexión, Carlos. Se me ocurre que la literatura transcurre siempre por donde no debiera, para eso están las crónicas.
Y claro, es mil veces preferible la tempestad a la meteorología.

lunanueva dijo...

No leí el cuento de Di Benedetto; a Quiroga dejé de leerlo hace mucho, precisamente, creo ahora, porque no podía soportar que invocara a la muerte como invitada provilegiada en todos sus cuentos. Fue más tarde que entendí que se escribe para ahuyentar la muerte, y que evocarla así, solitaria, sin esperanzas, oscura, banal, sin gloria ni tempestad como lo hace Quiroga era demasiado para mí. No porque piense que la muerte no es así, sino porque creo que efectivamente lo es, no importa cuánto se disfrace o lo que hagamos para impedirlo: hacer el amor, fumar, comer, escribir, pintar, explorar, conquistar. Nada obtura el agujero, la victoria nunca es nuestra. Pero por lo menos, no quiero verlo escrito. Asumo plenamente esa cobardía.

kurubeta dijo...

Vero, no seas mala, acordata que si nos guiamos por la frivolidad, cumple 100 años exactos el cuento de Quiroga "El almohadòn de plumas", en su publicacion en revista antes de en libro...
AH...si vuelves a la feria, echale un ojo al folklorilo stan paraquarensis, està el poeta jakembotiano Kanese, Jorge, va a lanzar su último libro "Benenos"...salutes (pronto, acaso ire por tu valle)

Vero dijo...

Lunanueva, este libro no es tan conocido como Cuentos de amor... y Cuentos de la Selva (ése se lee en el cole). Yo no sé si lo hubiese leído si no fuese por la facu. La muerte, bueno, es quizás el tema principal de la literatura. Entiendo que te inquiete la crudeza (esa palabra siempre me hace pensar en la res colgando del gancho, es un aimagen apropiada, me parece). No comparto, pero entiendo. Gracias por la opinión, y un beso.
Kurubeta, mirá, no sabía. Ése es otro de los cuentos que se leen en el cole, de Cuentos de amor... por eso decía que son los dos libros más populares. Si me doy otra vuelta por la feria, voy a fijarme en Kanese, prometido. Te mando mail.