El otro día un amigo me decía que no le gustaban mucho los gatos porque le parecían demasiado independientes. No pude dejar de sonreír, recordando las veces que digo Julio y veo cómo mi gato vuelve despacio hacia mí su hermosa cabeza, me mira durante menos de un instante y después sigue lamiéndose la pata y limpiándose con esmero el morro. A veces ni siquiera me mira: se limita a agitar rápida y brevemente las orejas como queriendo espantar un insecto molesto.
9 comentarios:
Que suelen ser los mismos que no soportan la libertad de otro ser humano, en esa manía de querer poseer absolutamente al otro, persona o animal. Confieso que es parte del magnetismo gatuno ese acto nuestro de estrujarlos con adoración y obtener, a cambio, su indiferencia.
Suscribo a la Diosa Minerva.
Debe ser por eso, seguramente, que si bien me encantan tanto los perros como los gatos, con los perros me siento más segura.
¡No van a dejarme así nomás!
alguien dijo que lo ideal es tener un perro y un gato. el primero para cuando nos sentimos los peores y el segundo para cuando nos sentimos dioses.
De acuerdo con Vadinho, mi perro es incondicional compañero de malos momentos, mi gato "Pucho" está para ser admirado y querido pese a su aparente indiferencia.
mis Felinis son distintos o soy más indiferente que los Felinis. reclaman todo el tiempo.
ultimamente han organizado una especie de tándem práctico de autoacariciamiento. dejo la mano a unos 20 cms. del colchón y en fila, uno atrás de otro pasan a refregarse un poquito. así, tres vueltas.
lo mismo a primera hora de la mañana. de pronto dos patas me tocan la nariz, nunca del mismo gato.
Pinocha tiene un hábito singular. gorjea un poco y camina hacia mí. se estira. la tomo debajo de las patas delanteras. estira las dos junto a toda la columna. en un extremo de tensión la levanto en el aire y le doy un beso. la deposito en el suelo y cierro el acto con dos palmadas en su nalga izquierda. luego seguimos de largo, cada una en lo suyo.
he perdido la mántica del perro, pero los sigo adorando.
pasa con los perros o los gatos que parecen tener un mundo paralelo, con sus propios dioses y sus propios códigos... y al no hablar nuestro lenguaje nos observan como si supieran algo que nosotros no sabemos... por eso tener una conexión con ellos, es como ser aceptada en sus círculos. Si uno no te quiere, no te va a querer ninguno.
Claro, Minerva, mi sonrisa venía por ese lado: justo lo que a mi amigo no le gusta es lo que a mí me enamora. La razón es egoísta, finalmente: me atrae la independencia de los gatos porque me importa la mía, prefiero que me acompañe un animal que no dependa tanto de mí. Los perros también me gustan, Silvia Sue, Vadinho, Ana, pero no tanto, por lo mismo que decía arriba. No diría que Julio es indiferente, Minerva, Ana: cuando estoy triste o enferma no se separa de mí, sin necesidad de que lo llame. Tus gatos son admirables, Ayd. No entendí bien lo que le hacés a Pinocha. ¿La agarrás como un bandoneón? Igual parece gustarle. Pupi, no hay duda de que saben algo que nosotros no.
Gracias por los comentarios. Besos a todos.
cuando lo llamás, el perro viene porque es perro.
en cambio hay que ganarse la atención de un gato.
Yo: sí.
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