"La sola imagen de esa puerta la estremecía; por eso, cuando la imaginó en esa tarde que como el alba grisácea de su locura parecía interminable, sintió como un afán imperioso por vencer esa imagen que era ya, en el abandono total en que vivía, la única posibilidad de un encuentro trascendental; el encuentro consigo misma, con un tigre o con un asesino, con su propio cadáver entregado para siempre, desnudo, a la otra ella que con mano temblorosa abriría la puerta."
Salvador Elizondo, "La puerta", en Narda o el verano.
Por Wimbledon me entero.
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