martes, noviembre 11, 2008

Ellos

El horror específico de los campos, el horror que nos convence de que lo que pasó allí fue un crimen contra la humanidad, no es que los asesinos trataran a sus víctimas como a piojos a pesar de que compartían con ellas la condición humana. Eso también es abstracto. El horror es que los asesinos se negaran a pensarse a sí mismos en el lugar de sus víctimas, igual que el resto del mundo. La gente dijo: “Son ellos los que pasan en esos vagones de ganado”. La gente no dijo: “¿Cómo sería si yo fuera en ese vagón de ganado?”. La gente no dijo: “Soy yo el que estoy en el vagón de ganado”. La gente dijo: “Deben de ser los muertos a quienes están quemando hoy, que apestan el aire y hacen que me caiga ceniza sobre los repollos”. La gente no dijo: “¿Cómo sería si me estuvieran quemando a mí?”. La gente no dijo: “Me quemo, estoy cayendo en forma de ceniza”.


J.M. Coetzee, Elizabeth Costello

15 comentarios:

Anónimo dijo...

todavía seguimos diciendo, y no diciendo.

kurubeta dijo...

esa posición esquiza, de estar aka, en uno mismo, y allá, en el afuera exterior ubanizado socialmente aceptado lugar comun de lo humano-politiko, es casi imposible en la práctika, nietsche llamó a esa posición exterior sentimiento de culpabilidad, perdida de inocencia, y otro irracionalismo más chic, el lakanianismo fala incluso de ke somos lo ke deseamos no lo ke pensamos!!!
soi donde no pienso (trokadillo anticartesiano parece)...
¿Porke esta obsesión con lsoc rímenes nazis, estamos hartos, hasta los tuétanos de eso, ya sabemos ke los alemanes eran unos niños sin conciencia de c ulpabilidad, mataBAN sin darse cuenta, y nosotros, nosotros no fuimos o hubieramos sido colaboracionistas también?

Bardamu dijo...

La memoria no es obsesiva sino implacable. Porque sólo los tontos, los necios y los hipócritas pueden vivir en el puro presente. Y Kuru: No, de ningún modo, yo no hubiera sido colaboracionista, como muchos otros no lo fueron. Ni con la alemania nazi y genocida, ni con el Estado de Israel que asesina palestinos y ni tampoco con las dictaduras militares de nuestro continente. Ninguna literatura da disculpas a las miserias.

Ojaral dijo...

Siempre me pareció que la falta de imaginación y la maldad eran territorios limítrofes.

Vero dijo...

No habla de los nazis el fragmento sino de la dificultad de cada cual (sí, también del que está leyendo) para ponerse en lugar de otro que sufre. Dice la Costello que los buenos libros son los que pueden enseñarnos algo de nosotros mismos. Y ayer nomás me decía Bernhard: "Respetamos a quienes nos dicen la verdad y despreciamos a quienes nos mienten". (Acá habría que profundizar en el concepto de "nosotros" en la frase de Bernhard; de los que se emboban con algunos programas de televisión no diría lo mismo, seguramente. Pero simplifiquemos, que esto es un blog: sabemos, nosotros, de qué nosotros habla. Y ni me atrevo a incluirme, creo que demasiadas veces cedo. Bernhard hablaba de su amigo Paul. A mí me gusta pensar de esa manera en los libros).

Laviga dijo...

Ponerse en el lugar del otro que sufre y también del otro que lo ve sufrir y no hace nada. Nunca (creo yo) hay solo dos puntos de vista respecto a un problema, casi siempre hay un abanico de respuestas, y para cualquier pregunta importante, la respuesta correcta es, casi siempre “depende”.

"¿Usted tiene un niño cerca suyo?. Mírelo. Si es su hijo o un familiar, mejor. Ahora multiplique ese niño por diez. Diez millones. Póngalos a todos, a los diez millones de pendejos, en donde quepan (el Valle de la Muerte sería un buen lugar), y déjelos morirse ahí. Tíreles algunas cepas de enfermedades comunes y corrientes, pero mortales sin tratamiento. Sobre todo, no los alimente. Déjelos morirse de hambre, eh. De sed. Cada tanto tíreles unas granadas, ponga unas minas cerca de las fuentes de agua, si las hubiera. Enférmelos de paludismo, de SIDA, de Fiebre Hemorrágica Argentina, de Chagas, de Cólera. Eso sí: mande muchos religiosos, no vaya a ser cosa que mueran sin haber conocido al Salvador. Mátelos a todos, que no quede ni uno.
El año que viene, el mismo día y a la misma hora, traiga otros diez. Diez millones. Cada año, so vago, ¿qué quiere?: ellos le pagan el celular ése con veinte funciones al pedo, y le pagarán su futuro iPhone. ¡No se haga el boludo, boludo!."

http://gebiet.blogspot.com/2008/11/nmeros-para-morirse.html

Hay campos acá nomás en este presente si lo que queremos es dejar de ser colaboracionistas.
Meterse a memoriar tanto al pasado se me hace que es una manera de esconderse del “ya” bajo un manto de dis culpa. Más fácil que arremangarse, digo, y disculparse de veras por lo que somos.

Todavía seguimos diciendo, y no haciendo. Digo.
Y me hago cargo.

Vero dijo...

Claro, Lavi, no hay que ir tan lejos, ni en distancia ni en tiempo, por eso decía: no habla de nazis. Gracias por la cita.

e. r. dijo...

Habría que poner en presente la oraciones.
Saludos

Pablo Seguí dijo...

Gracias, Vero. Yo sólo leí "Infancia". ¿Sudáfríca? ¿Qué idioma hablaban?

Saludos.

Matías dijo...

Es algo peculiar que, luego de dos años consecutivos, el premio Clarín Novela haya sido entregado en manos de autoras que han escrito acerca de la última dictadura militar -como si esta fuera la más atroz e indecible que la historia de los hombres haya contemplado.
Al margen de retrotraer nuestra identidad nacional en virtud de dos intrascendentes galardones, tampoco podemos separarnos de ellos: me parece, a mi pesar, que para el argentino promedio existieron tres períodos históricos. Uno le corresponde a Perón, otro a Videla y el último a la Guerra de Malvinas.
En no más de 30 años, el argentino promedio se ha forjado una nueva identidad, olvidándose de sus antiguas transformaciones, llegando a vitorear acaloradamente el apellido de un hombre que respiraba política y que ha muerto hace tres décadas y media.
El argentino promedio cree que, detrás de los peñascos encumbrados de Perón, Videla y Galtieri, existe un desierto ideológico, en cuyo anacronismo se regocija la crueldad de algunos de nuestros próceres y la iluminación de otros.
Para ilustrar esta insana y cíclica evocación de recuerdos, Borges toma una idea de Nietzsche: ¿qué sería de un hombre lleno de ellos? Luego la traduce en Funes el Memorioso como una existencia tortuosa, inválida e incapaz de avanzar más allá de sí misma.
Es posible, entonces, que una parte de los que viven en el presente sean tontos, o necios, o hipócritas. La otra parte no necesita del pasado, porque ya ha aprendido de él. Pues, ¿quién aprende dos veces lo mismo?
Quienes viven en el presente forjan constantemente el futuro; es una lástima que su mayoría sean tontos, necios o hipócritas.

Un abrazo.

Vero dijo...

Es así, Ever, a eso apuntaba el primer comentario de Luis, también, me parece.
Qué bueno verte por acá, Tamarit. Coetzee escribe en inglés. También la Costello, que es australiana. Yo leí sólo Desgracia, Hombre lento y ésta. Las tres me gustaron más que mucho.
Los premios, Martín, gravitan a causa de fuerzas que tienen poco que ver con los méritos literarios, es sabido. Entiendo la ironía de lo "peculiar": no es peculiar en verdad. Creo que vi algunos argentinos promedio hace un par de años en la playa con el libro de Pigna, o el de Lanata, placebos para el vacío de memoria, supongo.
Abrazos.

Gus Nielsen dijo...

¿Leyeron DESGRACIA? ES EL MEJOR LIBRO DE COETZEE

Pablo Seguí dijo...

Leí "Infancia", únicamente, de ese autor. En Sudáfrica (apartheid), hablaban frases en africaans. hay algunas frasecitas, en "Infancia"...

Kafka, según Deleuze, salta al alemán porque es una lengua con mayor difusión en el mundo.

Ojaral dijo...

No sé qué habrá dicho Deleuze, Tama, pero Kafka escribe en alemán porque ese era su idioma materno. El checo y el yiddish los aprendió más tarde y no los manejaba bien (sobre todo el checo). No sólo él, sino todo el círculo literario al que pertenecía, desde Max Brod a Robert Walser, escribía en alemán. Bueno, eso nomás.
Saludos!

Vero dijo...

Gus, leí Desgracia, me gustó mucho, en especial la segunda mitad, en la primera no me cierra del todo la historia con la minita, su pasividad primero y después el quilombo. Hace poco hablábamos de eso con un amigo, me decía que eso era excusa para lo que pasa después. Esa entrega del perro como si él mismo fuese, ¿no?, me fascinó.
Bueno, leé Desgracia, Tamarit. Ah, puede ser que alguna expresión se cuele en Desgracia, que transcurre en Sudáfrica, no recuerdo. Leí más de una vez Kafka, por una literatura menor, y también recuerdo los pasajes de Crítica y clínica que se refieren a Kafka. Lo que dice Deleuze es que Kafka efectúa una desterritorialización de la lengua, toma el alemán -la lengua del invasor- y lo pervierte, lo retuerce, le agrega ruidos, en Josefina por ejemplo. Y también que escribe como escarbando en su madriguera, ¿no? Esa animalización. Ya hablé de esto antes, me da un poco de vergüenza repetirme tanto. Bueno, a lo que iba. Teniendo en cuenta lo de Delueze sobre Kafka no me parece comparable con el uso del inglés en Coetzee con preferencia del afrikaans, porque en todo caso acá se trataría de dos lenguas "invasoras". Pensando en eso, hay un pasaje muy interesante en Desgracia -no quiero dar mucho detalle para no espoileártela- donde la violencia por parte de los africanos parece formar parte de un equilibrio.
¿Viste, Ojaral? Por algo se tuvo que conseguir una traductora al checo.
Besos per tutti.