La felicidad sólo es una cuestión de orientación. Es decir, quien es feliz no ve el lado oscuro de la realidad. Sus ganas de vivir ahogan el sonido de la martilleante carcoma de la conciencia de la muerte. Olvida que no está caminando, sino cayendo. Va como anestesiado. Por eso resulta casi indecente que alguien nos pregunte cómo estamos. Es de tan mal gusto como si una manzana se dirigiera a otra con la pregunta: “¿Qué tal les va a los gusanos que le entraron a usted por culpa de la picadura de aquel insecto?”. O como si una brizna de hierba le preguntara a la otra: “¿Qué tal se marchita usted? ¿Cómo se encuentra su querida putrefacción?”.
Franz Kafka referido por Gustav Janouch en Conversaciones con Kafka
4 comentarios:
¿cómo te sientes? pregunta sutilmente diferente, sólo que vana, a menos que tengamos cercanía y que estemos físicamente, frente a frente. eso lo aprendí sin darme cuenta.
extraño los diarios de K, que eun una de esda ventas por emergencia, tuve que vender.
salute, vero.
Bueno, Rain, reproduje el pasaje porque me pareció hermoso, pero también hay que tener en cuenta que Kafka estaba bastante enfermo por esta época ('21 o '22) y con la paciencia por el piso de que le preguntaran qué tal andaba.
Saludos, Rain.
Muy bella la cita, muy buena tu aclaración. ¿Vale la pena el libro? ¿Será Kafka, una recreación de Kafka o una impostación a Kafka? Cada tanto entro a algún día de su diario (el traducido por Wilcock), y me maravillo. Es una pena perder esos diarios.
Miguel, qué bueno verte por acá. Bueno, vale la pena que te lo presten, como a mí (ji), porque es medio salado. Es K. filtrado, el grado de fidelidad es difícil de determinar. A favor: J. no escribió todo de un tirón, sino que tomaba notas después de cada encuentro (por eso digo lo del buche). Antes de publicar, le mandó todo a Brod. La reseña dice que es un clásico (la primera edición es de la década del '50). No sé si eso es bueno o no, bah. Que mucha gente lo considere valioso, digo. En contra, J. tenía a K. endiosado de tal manera que es factible sospechar al menos una ceguera parcial. No leyó lo publicado después de la muerte de K., dice, para no contaminar la idea que guardaba de él.
Después de leer el libro, claro, fui volando a buscar los diarios, pero no se menciona a J. (igual hay muy poco del '20 y '21, que son los años de su relación con Milena; K. arrancó las hojas, dice la nota al final). Claro, después fui a leer las Cartas a Milena. Ahí habla de poetas jóvenes que lo van a visitar sin especificar nombres.
Sí, los diarios son fabulosos. No puedo no pensar que K. esperaba que se publicasen.
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