domingo, diciembre 24, 2017

Pájaros

Leí este libro excepcional, El peregrino, junto con Un año sin primavera, y fue una suerte, porque además de hablar de poesía ("no existe 'leer poesía'; necesitamos poemas"; vale), es decir, de hablar de poemas y de poetas y del tiempo que hace (Inés decía de un colega que escribía "poemas fenoménicos"; bueno, esto es en parte prosa fenoménica), llegando al final Cohen habla de Baker, de cómo le gustó traducir ese libro y cómo influyó, por ejemplo, en su consideración del vuelo de los pájaros, entre otras cosas. Los buenos libros nos cambian, sin duda. Cómo puede no dejar mella que alguien susurre, desde el papel, digamos: "Y más allá de los bordes el poema se disuelve, o se esparce, como la vida en al muerte".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cohen, otro al que le debo una profunda relectura. Llega un momento en la vida en que no podemos hacer otra cosa más que releer. Quizás sea como escuché por ahí: "la verdadera lectura, placentera e intensa, consiste, básicamente en releer".

Vero dijo...

Llega un momento en la vida, decís. Un momento en que intuimos que no nos restan tantos. Ya casi no me arriesgo con libros nuevos sin que vengan muy recomendados por gente con criterio afín. Releo mucho. Acuerdo con lo escuchaste por ahí. Salud, Maguila.

Vero dijo...

Otro dijo: “Tal vez es así, de los libros que más nos gustan sólo nos queda el recuerdo del placer que nos proporcionaron, pero los pormenores se van borrando o transformando, por eso en algún momento hay que parar y dedicarse sólo a releer.“ Acuerdo también con eso,