sábado, febrero 14, 2015

Estribillos


Porque vengo leyendo unos cuantos libros suyos que me habían quedado pendientes, más alguna que otra relectura, se me da por pensar que a Saer no solo no le incomodan las repeticiones, sino que parece regodearse en el sonido igual, como si sostuviese un postulado: nadie, nada y nunca es igual. La repetición es más desafío que apego a la parejura. Pienso también en algunas palabras, que saltan como pulgas ya aquerenciadas en Saer de un libro a otro: nimbo, esa sobre todo con sus variantes nimbado o nimbar, pero también rugoso, reverberar, arrumbado, apelmazado. Escuetos estribillos. El oído se alegra al encontrarlos como ante inflexiones de una voz amiga.

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