miércoles, junio 05, 2013

Ciudades imaginadas

Escucho otra vez “Bienvenido Bob” narrado por su autor y recuerdo que ya hace tiempo me había llamado la atención que Bob, antes de que el paso del tiempo lo transmutara en Roberto, imaginase la construcción de una ciudad junto al río, como Brausen. Pienso ahora, ahondando en esa vía, si la invención de Santa María y su verificación o solidificación al hacer pie Brausen en ella no es un intento de recuperar sueños de juventud, la juventud por añadidura, sus múltiples posibilidades, la despreocupación por el futuro -algo de esto se vislumbra en ese lugar de pasaje que es el departamento de la Queca con su “aire irresponsable”-, en fin, una forma de la inmortalidad. Pienso si ese Juan María Brausen casado con una mujer a la que le quitaron un pecho y llora calladamente por las noches a quien le ofrece el miserable consuelo de que quizá “se pueda” tener un hijo, con un empleo por debajo de sus posibilidades, ese hombre gris equiparable a Roberto “que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una gorda mujer a quien nombra ‘mi señora’”, no pretende, por medio de Santa María, regresar a un estadio anterior, volver a ser un Bob.


No hay comentarios.: