jueves, octubre 04, 2012

La mano de Farabeuf

Esta mañana al levantarme algo que había sobre la cama rodó al piso, muy despacio, frenado -pero eso lo pensé después- por la resistencia que oponía la trama del edredón. Me alarmé, en la semioscuridad de la pieza. Incluso cuando me di cuenta de lo que era -un corpiño negro- continuó por un rato el susto, inercial. Pensé que lo que nos atemoriza de los objetos que se mueven como animales es que aparte de nosotros haya algo en el dormitorio que pueda encerrar una voluntad. Nos aterra que esa lentitud en el desplazamiento pueda nacer de la pereza o el deseo de agazaparse. Enseguida reconocí que se trataba de un pensamiento que en su expresión era puramente literario. Fui a anotarlo y mientras escribía pensé todavía: hasta en estas cosas se nota la mano de Farabeuf.

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