Él cuida la selva en la que los hombres han sido reunidos para su fortuna o su desgracia, él se burla de aquellos que la devastan y aspiran a salir de la húmeda oscuridad, pues sabe que el hombre, aunque construya casas con anchos portones de entrada para vehículos o aunque se desplace en automóviles, jamás avanzará más allá del confín de la selva; sabe que el principio y el fin de todo lo humano se encuentra en la oscuridad del sueño primordial y del olvido; que cada acción, cada conversación, cada cosa se que hace, cada cosa que se deja de hacer, puede conducir de regreso a la oscuridad de la espesura primitiva, y que la sombría llama está siempre lista para salir y devorarnos.
Hermann Broch, El maleficio
El saber del mundo no es un saber de matadero y no es profundo. El matadero permite una filosofía radical de la profundidad.
Thomas Bernhard, Helada
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