jueves, marzo 12, 2009
Martes de cadencia
Hermosa cosa, Eterna Cadencia, no conocía. Nora me había dejado un crédito ahí, una fe en que iba a disfrutar acariciando esos lomos. Estorbé a los que intentaban y a veces lograban avistar desde la librería a Abelardo Castillo por desborde del café (comentario gustoso, oído mientras consideraba la edición tapa dura de 2666, citado con comillas blandas, aclaro, porque no tomé notas: “un mal novelista es como un mal mentiroso, abunda en datos para justificarse y así se embrolla y se pierde”). Al final me llevé uno de ensayos de Coetzee nunca visto antes en librerías corrientes, el del pájaro de Murakami (te consume, dijo Mariana), el volumen de relatos de Tolstoi (Alejandro lo anduvo toqueteando y lo entibió para mi mano) y el placer de ver a Paula. En Ultra, Ramos presentó Portland, de Ferreiro, bailó una cumbia que supuse colombiana, Grinjot y la Ludwig Van cantaron y tocaron violines. Y un cello. Elegí syrah para darle el gusto a Nora y me di el gusto. Ayer desayuné con ibuprofeno. Hoy con Coetzee.
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5 comentarios:
El de Tolstoi tendría que haberlo llevado yo también, ahora me tengo que ir a Palermo a buscarlo, cuando consiga monedas para tomar el 15.
Me olvidé de comentar con vos la cantidad de libros de Beckett que hay ahí, hace poco compré "El Innombrable" que le faltaba a mi trilogía.
Besos
si?
envidio al vino en la boca de veronica...
Seguro te lo vas a cruzar por tu barrio, Maguila, ayer mismito lo vi en Hernández, tan orondo y anaranjado. Te presto el mío si no. Hey, y tienen todo Bernhard en Alianza, pero como se edita en España los precios, bueno, no son aptos para mi consumo, pregunté por Helada y quedé idem. Besos para vos.
¡Kuru! Besazos.
Hola Vero. Simplemente, te saludo. Besos
Hola, Jorge, besos foriú, avisá cuando andes cerca.
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