Hace unos cuantos días leí Tentativa de agotar un lugar parisino, de Perec. Se basa en la pura descripción (aunque una descripción nunca puede ser “pura”) del entorno, sin amalgama. Quiero decir: no se describe para apoyar la construcción de un sentido. No hay atril, sólo pintura. Lo recuerdo al leer algo que dice Robbe-Grillet sobre Roussel. La extrema transparencia es un rasgo que bien se le podría adjudicar a Tentativa… La diferencia es que lo que el desnudo cristal deja ver en Locus Solus es lo maravilloso. Dice Robbe-Grillet que no hay simbolismo en Roussel. Imagino el esfuerzo que debe hacerse para escribir sin profundidad, sin significar más de lo que puede verse. Vuelve la imagen de una de las construcciones de Canterel: una sala de cristal en donde cadáveres ejecutan actos que han tenido importancia cuando tenían vida. Ahora actúan en un vacío de sentido, son animados sin ánima. Metáfora o alegoría de toda la novela, esa sala.
(Robbe-Grillet propone, acerca la máquina de Locus Solus de la que hablé antes, que la explicación de su funcionamiento es tan detallada que “hace las veces de la máquina misma”. Desdoblo una vez más, abro el paño. Hay un escrito de Roussel titulado “Cómo escribí algunos de mis libros”. Arriesgo que acá Roussel “hace las veces” de Canterel).
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