En el cuaderno de inglés, en una mesa del café Templar, ayer, a las 7 de la tarde, antes de entrar al Laboratorio de Idiomas, mientras miraba con rabia unos raros, ostentosos amarillos en el cielo, después de hacerme sopa con el agua ineludible de las 18.30:
"Dejo acá que pase el tiempo, la tinta. Cada trazo una fracción de segundo. Así mido el tiempo en mi reloj de tinta o de café, materias que como la arena tienen la propiedad de fluir con pereza a través de conductos -un tubo plástico, la garganta. Le puedo decir al mozo: tardaste tantos renglones en traer el café. Nada digo de lo que no se mide, de lo que se agita, íntimo y misterioso, mío pero como ajeno".
Antes, el cuaderno dice "nowhere." Después, "Book".
4 comentarios:
no hay medida para lo íntimo, ni reloj, ni metrónomo, pero hay agitación, siempre hay agitación.
Un beso
Beso para vos, Jorge. Tengo que enviarte algo, hoy, espero.
"...tardaste tantos renglones en traer el café".
Me estremeciste, florcita de la urbe, y me fuí a más tiempos y más renglones y a todo lo que llega tarde y frío, a pesar de.
Cómo podés, Vero, cómo podés decir estas cosas.
Impunemente.
Quizás te estremeció el lugar o el tiempo al que fuiste. Un beso, Sue.
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