jueves, septiembre 20, 2007

Tanta alegría seguida me va a hacer mal

Otra vez ando con los sentidos desfasados. ¿Será lo que comí ayer? Cuento: ayer quería ver la última de David Lynch, quería, hasta que vi la duración, 180 minutos (pst, ustedes que pasan por la vereda y miran p’adentro, digan: ¿la vieron?, ¿qué onda?, porque por ahí arremeto el fin de semana, más descansada). Ese número mayormente curvilíneo me desanimó. Terminamos, con Nori, en un restaurante peruano de por acá que hace rato queríamos conocer. Ceviche de toyo, arroz con pollo chaufa o choufa, suspiro de limeña. Algo de eso, o ese fogoso y verduzco condimento que me recordó el wasabi se me subió a la cabeza más que el vino. Recién venía caminando por Paraná sin mareo pero orillándolo y los reflejos del sol en los autos estallaban en estrellas punzantes. Ahora mismo muevo los ojos y la vista me llega ralentizada.

9 comentarios:

Leandro dijo...

¿Fue en el peruano de Congreso?

Anónimo dijo...

yo creo que la voy a ver en casa. Le tengo miedo a 3 horas!

kurubeta dijo...

chaufa, es chaufa, creo, no sé ya...seguro chaufa tiene ke ser...

Jorge Alberdi dijo...

También me asusta, no el restaurante peruano, digo, sino los 180'. Me gustaría leer comentarios de los valientes.
besos

Anónimo dijo...

Por mi parte además de pensar en si tengo ganas de estar 180 minutos en una sala, tengo que pensar si tengo ganas de ir a Capital a verla, porque en La Plata ( a no ser que esté muy distraída no la estrenaron).

Vero dijo...

¡Sí, Leandro! Ese mismo, el de Virrey Ceballos. Todo rico, bueno y mucho.
Ah, pero fijate, Ramiro, una cosa es tres horas y otra ciento ochenta minutos, decime si no da más miedo así, ciento ochenta, con todas esas vocales abiertas, parece un número inmenso.
Sí, Kuru, tenés razón, y lo dije al vesre, además, porque según Google es arroz chaufa con pollo. Qué bruta.
Eso digo yo, Jorge, a ver, quién se le atrevió.
Mariana, acá no la están dando en tantas salas, tampoco.
En fin, creo que el fin de semana me mando, nomás.

Gus Nielsen dijo...

La vi, Vero. La primera mitad es maravillosa, increíble, genial. Después se dispersa y se pierde en puro estado onírico. La primera mitad da miedo, aterra -Linch trabaja la tensión como nadie-; la segunda mitad cansa. Igual tiene un final bonito (el clip). Pero es DEMASIADO LARGA. Está en la onda "loca" de Mullholland Drive (o cómo se escriba), y Carretera perdida. No son las pelis que más me llegan de él. Prefiero Erasedhead, Corazón salvaje, Terciopelo Azul, Una historia sencilla. Prefiero mil veces la primera mitad de Twin Peaks, donde la tensión está fundamentada (o sostenida) por el asesinato de Laura Palmer, que la segunda mitad, con sus locuras, sueños y extraterrestres para nada. Igual es un capo, Ireland Empyre te pega unos julepes del carajo. Una pena, porque la primera mitad es casi racional, y a mí me pasó que, además de disfrutar del espíritu surreal (no sé si es el adjetivo correcto, pero...), la pasás bárbaro tratando de entender qué pasa. Eso se pierde después, y a mi me hinchó un poquito, qué te puedo decir. Creo que habría que ir a verla con un ácido adentro, para disfrutar sin pensar.
¿Sabías que chaufa, en Perú, es por el chow fan chino?

Gus Nielsen dijo...

Lo que es increíble son los cortitos con los conejos. Pasan adentro de un cuarto. Pueden verse en You Tube. Son una especie de sitcom con los elementos confundidos. Está el actor que entra y deja la puerta abierta para que lo aplaudan, pero no siempre sucede. O las risas puestas en cualquier momento. O el ring del teléfono, pero que termina consumiéndose solo. O los cambios de luces. Lynch mezcla los diálogos... es de otro planeta. Con los mismos archiconocidos elementos del sitcom hace eso: algo genial.

Vero dijo...

Gus, yo la vi este fin de semana. Sí, la tensión se dispersa, se diluye en la segunda parte. Te hace el entre y después te suelta, y arreglate. De a ratos la peli se adensaba y de golpe aparecían momentos luminosos. Por ejemplo, del final me gustó mucho la escena de la agonía en la vereda, ese "no pasa nada, sólo te estás muriendo".
Los conejos, el teléfono, ¿viste que lo miran y no atienden? Esa casi inmovilidad de los conejos, esas risas a destiempo, son siniestros. Buenísimo.