Jueves: Veo desfilar una infinidad de paraguas tristísimos, con una esquina agachada por una varilla rota. La gente sigue usando esos paraguas, les perdona ese estropicio (dos varillas quebradas derivarían en la mojadura de al menos un hombro; entonces advendría el descarte, por ineficacia). Y así circulan, acentuando el gris.
Viernes: De tanto andar en remojo todavía siento los huesos blandos. El aire sigue pastoso. Oteo el cielo dudosamente blanco. No me engaña esta luz: se va a largar de nuevo.
Sábado: Mientras leo, afuera el día decae. Oigo el golpe del agua (se ve que se estuvo conteniendo). De a ratos llueve tan tupido que parece continua, no repartida en gotas.
4 comentarios:
Que lindas imágenes Vero. Hace un rato cuando me levanté, tal vez impulsada por la lluvia incesante, temiendo que el agua entrara, descubrí que lo que caía deste el toldo era una inmensa cascada de agua, transformando el patio en una pseudo catarata.
Y sigo asociando y tarareo el tema del flaco...la lluvia borra la maldad y lava todas las heridas, de tu alma..
Gracias. Y qué dulce esa canción, ahora mismo la estoy canturreando.
Qué lindo que escribe la Vero, con lluvia y todo... Inx
Gracias, Inés, y besos.
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