jueves, agosto 30, 2007
Y así con todo
Igual, casi nada puede decirse…Fui a buscar Payasadas porque Pablo escribió algo que me gustó, glosando Matadero 5. Cuando abrí el libro y me encontré con el calco de mi recuerdo, pensé, claro, en lo que dije, pero además, y al mismo tiempo, en: los conceptos de tiempo y memoria en Bergson; el reportaje a Borges que vi hace unos días, más exactamente el fragmento en el que decía que se asombraba de ser él mismo, siendo que lo que constituía su identidad era el recuerdo y era tan poco lo que recordaba; los recuerdos irrecuperables como muertecitas en El cielo protector. Una puerta se abre, y otra, y otra, pero sin "y", no hay sucesión. La visión es simultánea, yo quedo parada ante las puertas, de las que no veo las hojas, sólo los marcos. Lo que veo no lo puedo decir. Tengo que elegir, desprender un pedazo y clavarlo y describirlo, decir veo esto, pero tienen que saber: no, no es esto lo que veo. Esto es lo que tuve que recortar, una parte minúscula, sucia de lenguaje, además.
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3 comentarios:
Bello. La realidad siempre es inabarcable en una maqueta hecha de impotentes palabras. Es el trazo grueso, y sin embargo, qué linda pintura les sale a algunos.
La identidad no se forma sólo de recuerdos: es como una escultura que los recuerdos esculpen, modelan. Los recuerdos en sí mismos pueden desaparecer, borronearse (¿acaso hay otro final posible para ellos?), pero la escultura queda, aún ignorándolos conserva lo que la hace distinta.
Hace falta algo más fuerte que el olvido, hace falta la demencia para borrar la identidad.
Bello es tu comentario, Leandro, gracias.
Clau, bueno, tomalo como una licencia poética. Lo de los recuerdos escultores me gusta, si querés podés pensar que perviven de esa manera. Fui a buscar "La memoria de Shakespeare", que tiene una idea tan similar a la de la entrevista: "Ya que la identidad personal se basa en la memoria, temí por mi razón."
Besos a los dos.
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