miércoles, octubre 25, 2006

Silvia

De la movilidad nubosa
de cuerdas que no vibran
emergen cristales de fantasma.

De “Del amor y la turbiedad”

Miro tus manos desde atrás. No estoy lejos, puedo llegar a ver la bóveda de tus palmas y los dedos que caen de ese cielo. Admiro cómo quebrás la estocada del dedo en la tecla, interrumpiendo la trayectoria, para lograr ese sonido tan puntas de pie que se diluye con rapidez…
… Y otras veces los pasitos vaporosos se vuelven taconeos profundos, poderosos, la cabeza acompaña con un vaivén, seguramente irreprimible, pero que parece deliberado: asentimiento y énfasis. Sos un general arengando a la tropa con el tronar del piano. El cuerpo alerta, listo para guerrear.
Y además.
Le digo a Inés: “Ese cello me llenó los ojos de lágrimas”. “A mí también”, me dice. Y es como presentir el roce de un milagro saber simultánea esa vibración unísona en las dos, o en los tres (no olvidemos el instrumento). Yo no sé si el cello toca el corazón, pero sí que cava hondo.

Todo lo que necesitabas
era sostener un cello entre las piernas
y una palabra untada con resina.

Frotar esa matriz demente,
la más grave de tus cuerdas.

Abandonarte,
inclinando ligeramente la cabeza.

Emerger oxígeno.
Puente.
Ébano.
Rastro.

De “De recomendaciones angélicas”.

“Del amor y la turbiedad” y “De recomendaciones angélicas” son poemas de Silvia Dabul, incluidos en Lo que se nombra.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

pucha, no pude ir.

Vero dijo...

Qué pena, esperaba verte, prima. Tuve la suerte de encontrarme con Inx y flia. Tocaron las dos Dabul, una en el piano y la otra en el cello. También Gandini, una música preciosa. Silvia estaba hermosísima.

Anónimo dijo...

Vero, Vero, vero...acabo de mandarte un mail a vos y otro a Inés y se me ocurre entrar aquí antes de partir a dar clase. Me encantó quevinieran,lamentablemente me acordé de la cámara de fotos cuando quedábamos poquísimos y la mayoría borrachos!!!! Me hubiera gustado sacarnos una, sólo tengo un par que voy a colgar más tarde en el blog.
Gracias por todo, ustedes son las lindas...¿¿¿viste que fui a la peluquería??? ese fue el verdadero milagro de la noche
Besos!

Anónimo dijo...

el cello tiene esa cosa de violín maduro.

Vero dijo...

Un placer, Silvia. Ahí te mandé un mail.
¡Es cierto, yo! Es que el violín es también un rompecorazones. Y te digo acá, ya que no puedo allá (comento tu post en el mío): me gustó el paralelismo de los ojos lejanos y el viento en lugares vacíos, me dejó una sensación de belleza perdida o desperdiciada.

El Heresiarca & Cía dijo...

Verónica:
los versos, y la breve descripción de esa emoción, forman un todo poético.
Me han dado ganas de volver a visitar el blog de Silvia.
chau

Vero dijo...

Gracias, Jorge. Vaya y vea las fotos, va a ver que esa mujer es también un todo poético.

Silvia Sue dijo...

Che, pero qué lindo...y una tan lejos, tan pajuerana, tan boba, tan atada...
Esto es la ñata contra el vidrio, no hay nada que hacerle.

Anónimo dijo...

"la bóveda de tus palmas". me encantó. al reverso de eso leer "pucha, no pude ir." estremece un poco. no serás como la de la Fiesta de Babette, no? cocinando maravillas para paladares acosutambrados a puro pan viejo...

Vero dijo...

Gracias, m., qué amable. Pero no te estremezcas, la que dice "pucha..." es la prima Aydesa, de Plaza Constitución, ella sí que cocina maravillas y degusta exquisiteces, fijate en su blog con un saltito ahí al costado derecho. Un beso.