¿Por qué se hace uno amigo de alguien? Para mí, es un asunto de percepción. Es cuando uno se entiende sin tener que explicarse. No es a partir de ideas comunes, sino que se tiene un lenguaje común, o un prelenguaje común. Hay gente de la que no comprendo nada de lo que dice, aunque digan cosas sencillas; aunque digan: “Páseme la sal”, tengo que preguntarme: “¿Pero qué están diciendo?”. Por el contrario, los hay que me hablan de un tema sumamente abstracto y no estoy de acuerdo con ellos, pero lo entiendo todo. En esto hay un misterio.
Hay una percepción del encanto. Un gesto, un pudor, son fuentes de encanto. Hay frases insignificantes que tienen tal encanto, que dan fe de tal delicadeza que piensas inmediatamente: “Ése es mío” -no en el sentido de propiedad-, “es mío, y yo espero ser suyo”. En ese momento nace la amistad, puede nacer.
(El sábado por la mañana -la fuente con el mate y complementos todavía en la cama- oí a Deleuze hablar de estas cosas en el canal Encuentro. Después lo busqué en Youtube, encontré un poco acá y otro acá).
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