lunes, febrero 25, 2008

La casa y los fusiles

En nuestra casa, en este inmenso edificio de las afueras, un verdadero conventillo mezclado con indestructibles ruinas medievales, se difundió esta mañana el comunicado siguiente:
A todos mis coinquilinos. Poseo cinco fusiles de juguete. Están colgados en mi armario, uno en cada gancho. El primero me pertenece, por los demás puede presentarse cualquiera. Si se presentan más de cuatro personas, aquellas de más deberán traer sus fusiles personales y depositarlos en mi armario. Es necesaria la unidad de acción, sin la cual no se adelanta. Por otra parte, mis fusiles son completamente inservibles para cualquier otro uso, el mecanismo está deteriorado, el corcho se soltó, sólo los caños disparan ahora. De manera que no será difícil llegar a conseguir otros fusiles como los míos. Pero, en realidad, en los primeros tiempos sirven también personas sin fusiles. Nosotros, que estamos armados, formaremos en el momento decisivo una barrera en torno de los inermes. Método que dio buenos resultados en las luchas de los primeros colonos norteamericanos contra los pieles rojas. ¿Por qué no habría de funcionar también aquí, donde la situación es análoga? Por consiguiente, a la larga, se podría hasta renunciar a los fusiles y hasta los cinco de mi propiedad no son absolutamente indispensables, y se usarán solamente ya que están. Si ustedes no quieren, sin embargo, armarse con los otros cuatro, dejen, no más. Quiere decir que sólo yo llevaré uno, en calidad de jefe. Pero nosotros no debemos tener un jefe, de manera que también yo romperé o abandonaré mi fusil.

Franz Kafka, Cuadernos en octava

Volver en sí

Esta tarde estuve leyendo un rato largo. Cuando me detuve me envolvió, como tantas veces, el extrañamiento. Pero en este caso, no del entorno, sino de mí. Volví a mí como si entrase en una habitación oscura y debiese reconocer mis pensamientos por el tacto, palparlos para redescubrir su forma familiar y recuperarlos con esfuerzo. O como si, en lo oscuro, mis ojos entrecerrados al adaptarse gradualmente a la negrura me rescataran. Éste puede ser un inusual uso de la frase: “Me volvió el alma al cuerpo”.

jueves, febrero 21, 2008

Sabrán disculpar

Hoy o mejor dicho ayer pero como si hoy fuera y finalmente fue aunque no en un primer momento festejamos el cumpleaños de Laura en La Cigale. Tomé un mojito por motu proprio, un daiquiri por motu ajeno y tragos de vasos varios entre los que se destacaba una bebida azul. Después de cargar ese bagaje de brebajes le dije a Nori: estoy con Cohen. Yo con Félix de Azúa, me dijo. Decididas, serias de borrachera, sacamos ambos libros representativos. Chocamos las tapas, toreándonos. Intercambiamos libros como espadas. Abrí antes en la página 80 y señalé lo marcado con un corchete. Ella me dijo: el mío no lo leí todavía. Le dije que no importaba -pero claramente corría con desventaja. Leyó y leí y dijo "ganaste" al leer la mortífera palabra "aceptación" -aclaro nuevamente que yo ya sabía que ahí se escondía ese veneno. Birgit quería saber qué pasaba. Peleamos, dije, lo que leo contra lo que ella lee, gané yo pero con cartas marcadas -tercera vez que explico, ya no más. Después me crucé con Nori al yo ir al y ella volver del baño y le dije, atisbos de culpa: a Perú tenés que llevarte uno de Bolaño, Los detectives salvajes (acá cabría una aclaración adicional: Nora me llama a veces Ulises Lima, por lo limada por un lado y por otro porque sabe que crují de amor en cuanto lo vi; esas veces le digo Arturo Belano por acompañar). Cuántas páginas, me dice. Quinientas; más. No, tiene que ser algo más fácil de llevar. Estrella distante. Bueno. Cuándo te vas. El sábado. No llego a verte. Paso mañana por tu oficina. No me voy a acordar, tomé mucho, esperá que anoto así lo guardo en la mochila en cuanto llegue a casa. Y en la agenda escribí ESTRELLA DISTANTE PARA NORA en letras más desparejas que éstas.

viernes, febrero 15, 2008

Subrayando el subrayado

En la página veintipico de Insomnio, de Cohen, Selva le da a Ezequiel una Biblia con párrafos subrayados y le dice al escriba que lea más allá de las palabras esas otras líneas, que averigüe la manera de pensar del hombre que las hizo.
Pienso en los libros marcados que presto, cómo descubren impúdicos un pedacito de desnudez no buscada en, digamos, el gusto por ciertos giros. Y más. Las intensidades del trazo, el zigzagueo que denota la costumbre de leer en el colectivo.
Puede resultar en confusiones. Por ejemplo, yo le plagié a David Viñas sus subrayados. Viñas nos pasaba fotocopias de sus libros (reconocía la letra de las notas) y a mí me gustaban esos redondeles redondeando alguna palabra que se extendían en una raya alfombrada por debajo de la frase. Adopté ese dibujo. Si les llega un libro mío, vean y verán. Y si se lo dan a algún Ezequiel para que les lea la borra libresca avísenle que de ahí no derive conclusión alguna sobre mí.

Inquietud larvaria

Kuru me entera parcialmente acerca de este libro de Julián Ríos. Busco, buceo, googleo, glu glu glu. En Letras Libres encuentro esto, qué ganas me da (o: esto que ganas me da, pero el acento sin duda refleja mejor las acentuadas ganas):
Prepárense para leer de un modo diferente, de un modo en el que las palabras se relacionan entre sí no sólo por su valor semántico o sintáctico, por su sonido o según el ritmo del texto “principal”, sino que, de acuerdo a semejanzas no incluidas en los diccionarios ni en las gramáticas, se inventan etimologías, sufren sus propios lapsus y, como se especifica en el título de un libro posterior del mismo autor, establecen relaciones sexuales entre sí; se gustan o se detestan, se persiguen y, todo el tiempo, se transforman unas en otras... Prepárense para un carnaval de palabras enmascaradas.

Gula

Ayer en la hora del almuerzo anduve por Corrientes y coseché un Perlongher, un Arlt, tres Cohen: de éstos, anoche empecé a mordisquear uno y hoy lo solté sin terminarlo y empecé otro, atragantándome.

domingo, febrero 10, 2008

Lumelización de Foucault

Lo esencial en lo aleatorio
es que no habla a través de las palabras
y no se deja entrever en su sinuosidad;
es la irrupción del lenguaje,
su presencia súbita:
esa reserva
de donde surgen las palabras,
ese absoluto
retroceso del lenguaje en relación consigo mismo,
y que hace que hable.
No es una noche surcada de luz,
un sueño aclarado
o una vigilia soñolienta.
Es la irreductible frontera del despertar;
indica que,
en el momento de hablar,
las palabras ya están ahí,
pero que antes de hablar
no hay nada.
Más acá del despertar no hay vigilia.
Pero, desde que el día apunta,
la noche está ante nosotros,
ya rota y formando piedras tenaces,
con las cuales habremos de hacer
nuestra jornada.
En el lenguaje el único azar serio
no es el de los encuentros interiores,
sino el del origen.
Acontecimiento puro que está a la vez
en el lenguaje y fuera de él,
puesto que forma su límite inicial.
Lo que lo manifiesta
no es que el lenguaje sea lo que es,
sino que haya lenguaje.
Y el procedimiento consiste
precisamente
en purificar al discurso de todos esos
falsos azares
de la “inspiración”,
de la fantasía,
de la pluma que corre,
para ponerlo ante la evidencia insoportable
de que el lenguaje
nos llega desde el fondo de
una noche perfectamente clara
y que no puede ser dominada.
Supresión de la oportunidad literaria,
de sus caminos oblicuos y sus atajos,
para que aparezca la línea recta
de un azar más providencial:
el que coincide con la emergencia del lenguaje.
La obra de Roussel
—y ésta es una de las razones
por las cuales
ella nació a contramano de la literatura—
es una tentativa de organizar,
según el discurso menos
aleatorio,
el más inevitable de los
azares.

Al pasar

Una nota en lápiz, al final de Tentativa…: “El verbo más frecuente es pasar, captación del movimiento, de lo fugaz. Pasar es una foto movida.”

Tentativa Roussel

Hace unos cuantos días leí Tentativa de agotar un lugar parisino, de Perec. Se basa en la pura descripción (aunque una descripción nunca puede ser “pura”) del entorno, sin amalgama. Quiero decir: no se describe para apoyar la construcción de un sentido. No hay atril, sólo pintura. Lo recuerdo al leer algo que dice Robbe-Grillet sobre Roussel. La extrema transparencia es un rasgo que bien se le podría adjudicar a Tentativa… La diferencia es que lo que el desnudo cristal deja ver en Locus Solus es lo maravilloso. Dice Robbe-Grillet que no hay simbolismo en Roussel. Imagino el esfuerzo que debe hacerse para escribir sin profundidad, sin significar más de lo que puede verse. Vuelve la imagen de una de las construcciones de Canterel: una sala de cristal en donde cadáveres ejecutan actos que han tenido importancia cuando tenían vida. Ahora actúan en un vacío de sentido, son animados sin ánima. Metáfora o alegoría de toda la novela, esa sala.
(Robbe-Grillet propone, acerca la máquina de Locus Solus de la que hablé antes, que la explicación de su funcionamiento es tan detallada que “hace las veces de la máquina misma”. Desdoblo una vez más, abro el paño. Hay un escrito de Roussel titulado “Cómo escribí algunos de mis libros”. Arriesgo que acá Roussel “hace las veces” de Canterel).