martes, octubre 16, 2018

Azar

Hace un tiempo, cuando retomé el blog, hablé de diario disperso. No soy, por lo que se lee, consecuente. Pensaba en anotaciones más o menos cotidianas, pero apenas menciono alguna película o libro. Lo de siempre. (Pero no, como alguien dijo, quizá yo misma, "nada personal". Eso también es personal. Son íntimas las lecturas). Ralearon las publicaciones. Nada estos últimos meses salvo el sueño de un sueño. Y está bien así.
Internaron a papá en abril y murió en junio. Lo vi desintegrarse. Hoy, hace un rato nomás, me desperté con el recuerdo nítido del timbre exacto de su voz. No es, en esos momentos, que lo extrañe, sino que me extraño. Desperté y me pareció absurdo que no estuviera más su voz en este mundo, que solo en grabaciones pudiera escucharla. Su ausencia me asombra como el cono de material inaudito. Quiero decir: su ausencia es como una presencia imposible.
El día que lo llevaron al hospital salí de raje y no llevé qué leer. Como después de la urgencia las horas se alargan fui al kiosco de diarios por un libro. Página 12 había sacado La virgen cabeza, de Cabezón Cámara. Lo llevé y en la espera leí, en la primera página: "Todo lo que is born se muere". Y después de ese título como un cuchillo, el tajo: "Pura materia enloquecida de azar, eso, pensaba, es la vida".