viernes, julio 28, 2006

Instantánea

Recién me fui a lavar la cara para despabilarme. Mientras el agua fría me despejaba las nubes, percibía con enorme gusto las yemas de mis dedos yendo y viniendo por la cara, el recubrimiento blando, suave y tibio que redondea la punta de los dedos. "¡Ah, qué gran cosa son las manos!", pensé, así, con esas palabras. Todo esto debe ser efecto de la falta de sueño. Se alternan momentos de mucho cansancio y huesos blandos con otros de un desencajado alerta, un alerta con distorsión, donde falla la sintonía fina. Por ejemplo, corrijo una nota y las letras parecen haber adquirido un relieve que no tenían ayer. Y no es por la luz de la pantalla. Si fijo la vista en el teclado opaco también se obstina en desdibujarse un poco, como si vibrara muy rápido. Sí, ya sé, tengo que dormir y dejar que los objetos que me rodean se apacigüen de una vez.

¿Y? ¿Se va la segunda?

Una de las consecuencias de la granizada fue la idea del rejunte (¿instinto de autopreservación?). Acá se deslizó la propuesta en unos comentarios y siguió de largo, deslizándose, así que lo digo ahora con letras grandotas en un post, es más, le meto negrilla y todo:
¿Para cuándo el (espero) próximo Pizza con muá?

martes, julio 25, 2006

Galerías

Hoy me fui a anotar en inglés y ya que estaba cerca y era lunes pasé a ver la muestra de Picasso en el Borges (los lunes es gratis). No voy a decir oh Picasso, la verdad es que me gustaron algunos pocos dibujos y las cerámicas y lozas, nada más. En la parte de atrás del recibo del curso de inglés anoté estas frases suyas que tomé de las paredes: “Nunca dudé en tomar de otros pintores lo que quería. Tengo horror de copiarme a mí mismo”. Y también: “El pintor hace un cuadro para descargarse de sus sensaciones y de sus visiones. Los hombres se apoderan de él para cubrir un poco su desnudez. Toman lo que pueden y como pueden. Creo que, en resumidas cuentas, no toman nada; simplemente se cortan un traje a la medida de su incomprensión. Hacen todo a su imagen, desde Dios hasta el cuadro”.

En la sala de enfrente había una exposición permanente sobre Borges, escueta, pero donde se presentaba un documental con algunas cositas que no había visto. En una entrevista Borges decía algo así como que escribía para desahogarse, y que si estuviera, como Robinson Crusoe, en una isla desierta, y le fueran dados papel y lápiz, aún escribiría, aunque nadie pudiese leerlo. Ese desahogarse me pareció cercano a aquel descargarse. Pensaba, en esos pasillos, en cómo las artes se hermanan. También, ya fuera del arte, no diría tangencialmente sino bien lejos, en los críticos que interpretan a medida (¿a la medida de su incomprensión?).

Ahora, justo cuando estoy por subir esto, me acuerdo de algo más, que suena similar a la primera frase que señalé de Picasso. El Google me ayuda a que, con unas palabras sueltas, encuentre la cita exacta de Borges, que alude, como la de Picasso, a un desprecio por la pretensión de originalidad, la frase que estaba en la pared de la segunda muestra y no había anotado: “lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído”.

Flush

Hace muchos días que no escribo nada en el blog. Es que tiendo a no hacer lo que no tengo ganas. La frase parece brusca, pero tiene la ventaja de ser verdadera. Ahora me asomo y pienso: “Hay que limpiar el canal”. Los días se juntaron en el pasillo como hojas secas, mejor tirar un baldazo con un agua cualquiera. Por ejemplo, esto que anoté ayer en un papelito, esos que continuamente escribo y tiro: “Por fin el invierno se resolvió a mostrarse. Leo y como naranjas cerca de la estufa. Paso una hoja y otra con un flush, flush, escucho el oleaje, el roce íntimo del papel. Y además. Qué son estos símbolos. Los entiendo, los descifro, pero hasta dónde se abren para mí. Tantas palabras se cierran y tengo que adivinarlas”.

sábado, julio 15, 2006

Frases desasidas

Era fácil distinguir sus ruiditos a pesar del estrépito del mundo; alcanzar con la oreja: “sufro tanto, y lo hacés más difícil”, “besaría los pies de Dios si me mata cuando estamos en la cama”, “en todo caso, pase lo que pase, aunque se hunda todo”, “¿por qué tendremos tanta suerte?”, “a veces te mataría y otras quisiera que me destrozaras”. Las frases, las voces queriendo vociferar desde el polvo de la alfombra, las paredes, la oscuridad bajo los muebles, temerosas de las carcajadas y las corrientes de aires, resueltas a perdurar hasta su renacimiento en la parte inferior de un rostro patético, hasta ser descubiertas e inventadas por nuevos ojos y bocas deslumbrados.

J.C. Onetti, La vida breve

viernes, julio 14, 2006

Mosca

Mientras leía, pasó algo increíble: una mosca que me molestaba se pegó al foco y cayó fulminada. Pobre mosca, se inmoló por darme el gusto de desaparecer.

Cómo leo Amberes

Ya sabía yo que iba a pasar esto, que si el libro tiene 67 páginas no iba a contentarme con mojar los labios sino que iba a sentir la urgencia, la necesidad de hacer fondo blanco aunque sea tardísimo y en unas horas haya que ir a trabajar, memoria hospitis unius diei praetereuntis, traduzco “la memoria hospeda un único día que pasa”, o quizás “la memoria aloja los días que pasan como si fueran uno solo”, sí, 67 páginas, pero qué concentrado está esto, me está matando, “El breve sonido le parece como un color tragado por una fisura”, da ganas de partirse la cabeza contra la pared, el tiro de gracia es el árabe en la mira, pienso en Mersault, pido Mersault no me sueltes la mano ahora, me siento caer, "Me llamo Roberto Bolaño", yo, me llamo, “La hora se infla, revienta”, todos estos retazos de furia, “Aunque en la eternidad se confunden”, si se mira bien es una variación de la frase de Pascal, este recorte de frases fuera de contexto me recuerdan cierto pasaje de La vida breve, bueno, no importa ahora, pero me acordé cuando leí “En la pared alguien ha escrito mi único y verdadero amor”, qué significa eso en una pared, “una especie de dulzura desasida”, pero si la dulzura es siempre pegajosa, qué manera de desarmar al que lee y creía entender algo, si todo está acá desasido, sinopsis, ¿cómo se llamaba?, puesta en abismo, juego de espejos, una especie de electrocardiograma de los sueños, otra vez la memoria, “De todas maneras la memoria está inmovilizada en pasado inmediato como un tipo sin rostro en la silla del dentista”, “algo fulgura”, de toda la escena de los dedos en el culo de la chica rescato esto, es que me gusta cómo suena la palabra fulgura después del viejo y la chica, ver que algo fulgure, que ilumine lo oscuro, “Sólo me salen frases sueltas, le dijo, tal vez porque la realidad me parece un enjambre de frases sueltas. Algo así debe de ser el desamparo, dijo el jorobadito”, sí, “Camino por el parque, es otoño, parece que hay un tipo muerto. Hasta ayer pensaba que mi vida podía ser diferente, estaba enamorado, etc.”, este etcétera es más cerrado y duro que la indiferencia ante el muerto, los recortes son cinematográficos, más, de golpe esto “La soledad es una vertiente del egoísmo natural del ser humano. La persona amada un buen día te dirá que no te ama y no entenderás nada. Eso me pasó a mí. Hubiera querido que me explicara qué debía hacer para soportar su ausencia. No dijo nada.”, quién lo dice, pero no, eso es lo que no se puede preguntar, “sudor cartilaginoso”, qué bestia, “Escritura sin disciplina”, ahí está enunciado el estilo, qué idea esta de ver películas para hacerlas desfilar después de la muerte, “y luego nos callamos hasta que llegó el amanecer”, como si callarse fuera de verdad una acción, y cuando ya estás quemado por la rabia el tipo te sale con “Como los ojitos de la emoción que salía a tu encuentro” y te descoloca, “El silencio esplende en los pasillos vacíos” otra vez un verbo lumínico, es tan necesario, “No hay reglas. («Díganle al estúpido de Arnold Bennet que todas las reglas de construcción siguen siendo válidas sólo para las novelas que son copias de otras.»)” y de paso se define y se planta, ya está, ya está, ya pasó, me digo, es un libro desesperado, un buen libro para leer una madrugada de insomnio.

domingo, julio 09, 2006

Bolaño, apuntes sobre la marcha

Avanzo a través de 2666 con lentitud. No. Rápido, pero a chorros de páginas cuya lectura cortajeo. Siendo en extremo inquieta (más de una vez me han dicho que en el culo hormigas tengo), mis piernas no se mantienen mucho tiempo flexionadas en la posición más o menos estática que requiere dejar correr la mirada que se desliza o da saltitos en el monitor mientras dedo índice de mano derecha le da a la ruedita del mouse, sino que tienden a contraerse y estirarse mientras el paisaje circundante varía acomodándose dócilmente al desplazamiento resultante. Malo para leer de un monitor que persiste en su quietud (ya sé: están las palms; no tengo). Pero me gusta lo que voy leyendo, por eso voy y compro Estrella distante en soporte papel, fácil de transportar y por lo tanto legible en los ámbitos más diversos, que previsiblemente (poco más de 150 páginas en hoja chica y letra grande) se termina en cuanto empiezo a sentirle el sabor. Ante la inminencia de la compra de Los detectives salvajes (consejo de Miguel, “empezá por ED y estirate a LDS”, vaya uno a saber qué habrá querido decir con eso de estirarse, supongo que debe tener más páginas que ED y por carácter se diría transitivo el lector debe estirarse y leer más ante la posibilidad de quedarse corto y perderse el final) doy parte de algo que me llamó la atención, algo que ha ido goteando de las hendijas de lo leído hasta ahora (que como se ve es más bien poco), entre un cúmulo de otros aspectos que sería aburridísimo mencionar: percibo giros borgianos, percepción reforzada porque se lo menta varias veces (en 2666, un taxista dice Londres y dice laberinto, Espinoza dice que cita a Borges sin proponérselo; Bolaño lo cita deliberadamente). Del “patio cuadriculado” se transfiere la cualidad al “cielo cuadriculado” en el comienzo de 2666; inevitable el recuerdo el “intrincado cielo” (cuando lo intrincado es el laberinto) de “La casa de Asterión”. De “El plural es excesivo” de ED a “(el verbo es excesivo)” de “Tlön…”. Presumo respetuosa parodia, a esta altura de Borges estamos hasta acá y se puede, me encanta. Por otra parte, aunque no tiene tanto que ver con lo anterior, en ED, cómo no reconocer al grupo de la Revista Sur en las dos hermanas, el elegante autodidacta con campos propiedad de la familia y amplia biblioteca paterna. Por supuesto, nada de esto determina el estilo (“se lee fácil”, me dijo Nora cuando le dejé el librito para que lo ojeara mientras yo iba al baño). No digo más. Todavía muy pronto. Pero quería anotar este comentario casi preliminar como en un diario de viaje, con el gusto de hablar sin saber dónde estoy parada, es decir, sin haber leído mucho de él y nada, ni un artículo, sobre él, todavía.

Captatio Benevolentiae

Anoche, en la inauguración del departamento que Lau comparte con Jimena:

Lau (presentándome a alguien) –Ésta es Vero, la chica de la que te hablé [intimidante; para peor, agrega esto otro:]; es grossa, Vero.

Yo (acercándome a besar mejilla) –Gorda, quiso decir gorda.

Más tarde:

Nori (dirigiéndose hacia otra persona, nomeacuerdoelnombre, a quien yo estaba verborragiando de una manera violenta) –Vero es así, le tenés que agarrar el ritmo. Te va a hablar de mil cosas diferentes y dentro de una hora te va a responder lo que le preguntaste recién.

Yo –Porque soy lenta. Me creen enigmática cuando en realidad soy simplemente boluda.

martes, julio 04, 2006

El escapista

El bulín de Vadinho resulta ser, al menos de momento, nunca se sabe (ayer hice toc toc en la puerta, me encontré con un cartelito que decía algo así como “no sos vos, soy yo, nos vemos más tarde”), una suerte de PH pero bien al fondo: hay que caminarse el pasillo de Balduccio con esa foto colgando de la pared, una foto que me recuerda la película Los otros, con las estampas de unos chicos más siniestros que los de Silvina, atravesar la casa grande (donde hoy Nuris hablaba de Piazzola, vayan a ver) y ahí, doblando a la derecha, meterse por fin en lo del susodicho.

Independiente

El otro día un amigo me decía que no le gustaban mucho los gatos porque le parecían demasiado independientes. No pude dejar de sonreír, recordando las veces que digo Julio y veo cómo mi gato vuelve despacio hacia mí su hermosa cabeza, me mira durante menos de un instante y después sigue lamiéndose la pata y limpiándose con esmero el morro. A veces ni siquiera me mira: se limita a agitar rápida y brevemente las orejas como queriendo espantar un insecto molesto.

lunes, julio 03, 2006

Mi lado izquierdo

Una vez más compruebo que dormir sobre mi costado izquierdo propicia los malos sueños (Por eso me acuesto siempre sobre el lado derecho. Pero mientras duermo el cuerpo se mueve hacia la izquierda y se pone en la posición equivocada, yendo indefenso al encuentro de las pesadillas). Al despertar, giro hasta quedar boca arriba, haciendo un esfuerzo para abrir bien los ojos. No quiero volver a dormirme. El corazón pega saltos de susto, la nariz y la boca meten y sacan en tragos apurados el aire escaso. Mientras se despeja la bruma del sueño, por inercia sigo intentando esbozar soluciones para una situación que nada tiene que ver con este techo que me mira impertérrito, con esta habitación en calma. De a poco me voy dando cuenta de que el enjambre de posibles caminos a seguir no tiene objeto, meta, punto de llegada. La adrenalina me obligó a tomar una serie de decisiones rápidamente y ahora tengo las manos llenas de remedios para males que se esfumaron con la luz del día. Y sin embargo, sabiendo que nada de lo que recuerdo es real, sus efectos se extienden sobre la mañana, como si me siguiera una sombra. Lo malo es que no hay forma de quitarme este peso, porque lo que servía en la lógica del sueño no sirve para la vigilia.