domingo, diciembre 30, 2012

Telémaco

Introibo ad altare dei. Alguien pronuncia dei-i en un audiobook, bisílabo, inflexión de lo solemne, acento de la parodia, adecuado. Por todo el capítulo se desperdiga la misa bufa, arenada.
La fascinación de los rituales. Con Lidia impartíamos misa para una ronda de muñecos, corro plástico, rosado. No había lecturas ni ¡hostias! No debía ser mordido el cuerpo sino disgregado. Mulligan muerde.
Epi oinopa ponton griego, snotgreen sea irlandés, el mar verde moco se derrama sobre el mar vino oscuro. El hablador hace una ablación de mamma: bestialmente muerta. ¡Ay! La vuelta del hijo pródigo que no se prodiga, no se doblega ante la santa madre católica apostólica y romana que pretende imponerse desde la madre bestialmente agonizante.
Cranly: Evitale más sufrimientos a tu madre, hacé lo que quiere, es solo una cuestión de formas.
Stephen escuchaba el silencioso lenguaje oculto tras las palabras. No serviré a aquello en lo que no creo.
Mulligan: ¿Qué te hubiera costado hincarte y rezar, Stephen?
Introibo ad altare dei. La letra con el cuerpo y la sangre entra. Pero el cuerpo de Stephen sale. Mulligan, usurpador. ¿Sin amigos? Amén.

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