jueves, diciembre 06, 2012

¿Qué parte de mí es mi nombre?

Hace un tiempo, dos o tres meses atrás, Marcelo Cohen leyó un cuento en la librería Ateneo, “Victorilo”. Ahí se describe una playa, que podría ser cualquiera entre unas cuantas si no supiéramos que está en el Delta Panorámico. “La brisa le enarena la mansedumbre” a un pibe, un “brachito”, que vende diarios entre los “playistas”, entre los que cunde el desinterés. “Me llamo Victorilo”, responde a quien pregunta. “Sos un triunfador”, le dicen. Y él: “Es mi nombre, señor, no sé si es lo que soy”. Hay en esa sentencia que parece tan llana inesperados accidentes.

2 comentarios:

jmslayer dijo...

Interesante, me hiciste acordar a Jodorowsky, fijate copio y pego una parte:

Una de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido(s) que se van infiltrando en el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble. Luchamos por hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer.

Vero dijo...

Qué tal, jmslayer, me alegra verte por acá, recuerdo que visitabas este lugar en la época de oro de los blogs, antes de ésta de fierro oxidado. Dicho esto, agrego: nunca leí a Jordowsky, siento alguna desconfianza, y eso que ponés no la disipa. La primera oración que apuntás parece renga de verbo. Fijate: "Una de las tareas m´ñas grandes [...]". Uno esperaría que después de eso apareciera un verbo, ¿no es cierto? Decir que "una de las tareas [acá se intercala una subordinada, obviémosla] es el nombre" no tiene mucho sentido. ¿Qué habría que hacer con el nombre? ¿Desembarazarse de él? ¿Izarlo como bastión? Parecería lo primero, pero no queda claro. La segunda oración está bien construida pero me parece discutible. Si el nombre es nuestro tiránico doble está por afuera de nosotros. Y si se inflitra... Digamos que estoy más de acuerdo con la primera parte de la oración que con su final. La tercera oración está bien aunque no convendría generalizar, supongo que se refiere a un grupo determinado.
De todas maneras, infiero que el sentido general del fragmento es que habría que liberarse del nombre como ancla o quizá hasta lastre. Tarea: desatar la tara. ¿Qué tal?
Se dice Stephen Dedalus: "¿Qué hay en un nombre? Eso es lo que nos preguntamos en la infancia
cuando escribimos el nombre que se nos ha dicho es nuestro".