viernes, diciembre 22, 2006
Viaje
domingo, diciembre 17, 2006
Ieri
viernes, diciembre 15, 2006
domingo, diciembre 10, 2006
Siesta
Leo blogs mientras el aire caliente me prensa las sienes, como queriendo juntarlas. Escucho un golpeteo y me levanto a mirar por la ventana para comprobar que lo que creo lluvia no sean pájaros embarullando el patio. Es. Gruesas gotas se desparraman con ruido en las baldosas. Pero el cielo está casi todo celeste, sin consuelo de grises salvo unas nubes que se apuran para ir a ilusionar a otro. Ya los golpes se apagan. La presión no afloja.
Quítame de ahí esas pajas
Una vez leí El anatomista, de Andahazi. Me aburrí. Mucho. Y cómo no: el tema central de la novela es el descubrimiento del clítoris por un hombre. ¿Hace falta apuntar su imbecilidad? Hoy pispeo la lista de best sellers de “La Nación”. Está en tercer lugar un libro del mismo autor. Premio Planeta 2006. La breve reseña dice que trata de un indígena mexicano que descubre Europa antes de la llegada de Colón a América. Uf.
sábado, diciembre 09, 2006
Los m
Me voy por ahí y medran como hiedra voraz sobre un post(e) más bien insulso, liso, con pocos accidentes, nudos a los que aferrarse. Cuando vuelvo, me asombra ver cómo la planta creció sin riego. Me acerco. Todas las hojitas tienen la misma forma (la de la m). Las toco con extrañeza. Algunas acarician, otras raspan. A algún amigo o amiga le ha dado por mimetizarse y mezclarse entre el yuyo, también, por diversión. Los dejo hacer, entretejerse. Podría podar la planta o ponerle cercos. Pero cuántas veces miré con pena los jardines prolijos de otros, las pulcras paredes donde la voz no encuentra eco. Estoy lista para irme otra vez. ¿Oiré el rumor de la hiedra en su dibujo mientras me alejo?
miércoles, noviembre 29, 2006
Pasado pisado
domingo, noviembre 26, 2006
Physical
Leo en la Rolling una nota sobre You Tube. Dejo la revista y vengo a hurgar, buscando lo que vi ayer, un recital de Zep en Seattle, 1977. Me acuerdo de “Ten years gone” y apunto. Encuentro algo del ’79. Ni Bonham ni Page están hoy en el nivel de ayer. Plant está más afinado, eso sí. Pero no compensa, ayer Bonham me molió a palos. Acá se entibió. Hay que ver que el sonido del videíto no es muy bueno. Tengo que aprender a subir videos. Mientras tanto, quiero decir, mientras dure mi ignorancia en esos menesteres, si quieren, pueden ver éste. Yo los dejo, me voy, ya, a ver el otro de nuevo. A esperar la paliza de la batería. ¿Se entiende por qué es mi banda preferida? Una caricia, una sacudida. ¿Sienten?
viernes, noviembre 24, 2006
Nubosidad variable
miércoles, noviembre 22, 2006
Lo que K. nombra
756
Los nombres
Probablemente más tarde me pregunte para qué habré contado semejante cosa, qué manía de exhibir así mi estupidez, dejarla acá tirada, tiritando en la pantalla mientras me olvido de ella y me voy a duchar, para que cualquiera que pase la mire y se ría. Pero no quiero pensar mucho si subo esto o aquello porque después pasa como ayer que el día corre mientras vacilo y el té se enfría. Escribir, escribo todos los días, más o menos, en el cuaderno Gloria de tapas naranjas -donde ya no queda lugar para amontonar más palabras-, en los márgenes de los libros -en este caso, a veces, lo que escribo no se relaciona con el soporte, me acuerdo de estar en un café y describir los gestos de una pareja de una mesa cercana en los espacios que Bolaño o más bien sus editores habían dejado libres-, en cualquier papel, bah, que después tiro, aunque en un momento me haya sido tan necesario, tan natural extremidad, dedo de mis dedos. También acá, claro, en esta cara luminosa que me mira. Pero subir, dar a leer, es otra cosa. Ahora me desperté y pensé qué confusión hago con los nombres y se me ocurrió contar eso mientras me despabilo. Dije hace poco que me había gustado Las palmeras salvajes de Foucault, y bien podía disculparme la hora tardía o el acohol ingerido, pero en las épocas de Facultad, no sé qué disculpas me habré buscado cuando me di cuenta de que había escrito en la carátula de la monografía de Literatura Española II (Siglo de Oro) “Profesora: Teresa Parodi”, Teresa, ¿ven?, en vez de Alicia. Y ahora saco de la biblioteca Un kilo de oro y busco el cuento “Nota al pie”, uno de mis preferidos de Walsh, para leer el nombre del muerto, León De Sanctis. Desde hace como 40 años el muerto, el de la nota al pie, se llama así. Pero el mismo día que entregué el trabajo sobre Walsh en el seminario de Piglia corrí a comprobar lo que temía: sí, había escrito, cada vez, en lugar de León de Sanctis, León Bloy.
Modos de leer
Leo un poema. El tiempo no se detiene, está ahí, abajo a la derecha, acechando. Primero me desplazo rápido, sabiendo que dejo delicias sin probar en el camino. Busco ver adónde apuntan todos esos signos. Encuentro el centro, pero para eso tengo que llegar al final. En el reloj pasó un minuto. Vuelvo y me sumerjo. Esta vez casi puedo escuchar cómo el tiempo se deshace alrededor. Se desprende del reloj como si le pesara, se multiplica en fragmentos, se bifurca, le salen brazos por todos lados. En la primera lectura las palabras abrieron un pozo y me dejé ir por la pendiente. Vuelvo a leer: las paredes del pozo se ensanchan. En el primer verso me enciendo, en el segundo temo y me agazapo, en el tercero mi mirada recorre la distancia imposible: de mis ojos al cielo, mucho más allá de la ventana. Y así hasta el final. Mientras me paseo por el poema, agarrando cada palabra y haciéndola rodar para ver cómo suena, cómo brilla, el tiempo está hecho de cosas como éstas: este segundo quema, este otro tiembla, éste me marea.
lunes, noviembre 20, 2006
Suprimido
Calasso
Además: qué daría por un cuchillo de obsidiana.
jueves, noviembre 09, 2006
Pasajes
Hace una hora, más o menos, mientras me dejaba izar por la escalera mecánica, iba leyendo: “…una secuela de la agresión. Con el tiempo el propio organismo sabrá cómo reponerse, y yo, el espectro que lo habita, volveré a ser el mismo de siempre”. El papel se agrisó. Faltaba algún tubo fluorescente. En la semioscuridad entrecerré los ojos y se perfilaron las palabras: yo, el espectro que lo habita. Enseguida la luz de la mañana le devolvió la blancura al papel y la definición a las letras impresas. Volví a leer: el mismo de siempre. ¿Cómo es posible que cosas como ésta me conmuevan?
miércoles, noviembre 01, 2006
miércoles, octubre 25, 2006
Silvia
De la movilidad nubosa
de cuerdas que no vibran
emergen cristales de fantasma.
De “Del amor y la turbiedad”
Miro tus manos desde atrás. No estoy lejos, puedo llegar a ver la bóveda de tus palmas y los dedos que caen de ese cielo. Admiro cómo quebrás la estocada del dedo en la tecla, interrumpiendo la trayectoria, para lograr ese sonido tan puntas de pie que se diluye con rapidez…
… Y otras veces los pasitos vaporosos se vuelven taconeos profundos, poderosos, la cabeza acompaña con un vaivén, seguramente irreprimible, pero que parece deliberado: asentimiento y énfasis. Sos un general arengando a la tropa con el tronar del piano. El cuerpo alerta, listo para guerrear.
Y además.
Le digo a Inés: “Ese cello me llenó los ojos de lágrimas”. “A mí también”, me dice. Y es como presentir el roce de un milagro saber simultánea esa vibración unísona en las dos, o en los tres (no olvidemos el instrumento). Yo no sé si el cello toca el corazón, pero sí que cava hondo.
Todo lo que necesitabas
era sostener un cello entre las piernas
y una palabra untada con resina.
Frotar esa matriz demente,
la más grave de tus cuerdas.
Abandonarte,
inclinando ligeramente la cabeza.
Emerger oxígeno.
Puente.
Ébano.
Rastro.
De “De recomendaciones angélicas”.
“Del amor y la turbiedad” y “De recomendaciones angélicas” son poemas de Silvia Dabul, incluidos en Lo que se nombra.
Lo siniestro
lunes, octubre 16, 2006
Cohen, Di Benedetto y cía.
El viernes en la Biblioteca Nacional Cohen hablaba sobre Di Benedetto. Fui. Entré al edificio hongoide, saludé al busto de un Borges verde. En el auditorio, dos traductoras (al portugués, al italiano) hablaban de El silenciero. Cohen se impacientaba. Por fin subió sus largas piernas al estrado. Las palabras se le tropezaron un poco en la intro. Se ve que se siente más cómodo leyendo, ya lo vi en la tele, hace poco. Para la conferencia eligió la lectura constante, sin paréntesis, con pausas sólo para tomar agua. Comparó a Di Benedetto con Beckett cuando afirma que hay que “abrir agujeros en el velo del lenguaje, para llegar a lo que hay detrás, o a la nada que hay detrás”. Como Beckett, dijo, elige como camino poético el empobrecimiento (me acordé del “laconismo” que le atribuye Saer). Sobre “Aballay”: “Todos vivimos haciendo maniobras más o menos aparatosas sobre un caballo”. Ah, la culpa, cómo no. Qué increíble, maravillosa búsqueda de expiación. Salí de la Biblioteca abrumada.
Relacionando esto con lo que escribí la otra vez, ¿por qué esta culpa sí y la otra no? Porque en la peli de Allen la culpa de Chris me pareció inconsecuente. Volviendo a La vida breve, no sería aceptable que Brausen-Arce se culpe por la Queca, pero es comprensible que sienta culpa por el pecho escindido de Gertrudis. Qué decir de Kafka. Cohen mencionó, vinculándolo con “Aballay”, el relato “La condena”. Agrego, ahora: “La metamorfosis”. ¿O no lo consideran unos indios a Aballay hombre-caballo? Pienso en Gregorio montado a un insecto hasta al fin para purgar su culpa. Culpa, como Georg en “La condena”, por ocupar el lugar del padre como sostén económico de la familia. Gregorio debe, también, una muerte.
lunes, octubre 09, 2006
Sobre la culpa
En La vida breve sería ruinoso para la novela que Brausen sintiese remordimientos por golpear a la Queca, por su vehemente deseo de matarla. No importa que no sea él quien la mate. “Quise ayudarte porque me parecía injusto que te pudrieras en la cárcel por una cosa que yo mismo hubiera hecho, que me parecía bien hacer”, le dice a Ernesto, hacia el final. ¿A qué viene esto? Bueno, es que recuerdo unas palabras cruzadas anoche sobre Match Point, de Woody Allen, y acá viene Onetti al galope, y lo hago pasar, qué voy a hacer. Mientras veía esa peli pensaba que era necesario que uno de los dos, o ambos, muriesen. Ella no era menos despreciable que él. Lo esperado sucedió. Pero lo previsible de la trama no me molestó tanto como la culpa corporizada torpemente en fantasmas. En la literatura como en el cine me parece más interesante investigar ese momento en que un personaje es a un tiempo cruel e indiferente. Yo, que soplo una arañita que camina por mi brazo porque temo lastimarla si toco con mis toscas manos humanas sus delicadas patitas, puedo identificarme fácilmente con el que dijo: “Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía. Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio”.
lunes, septiembre 25, 2006
Fragmentos de una conversación
Él: ¿Qué estudia?
Ella: Ya se recibió.
Él: ¿Pero de qué?
Ella: No sé, algo como Administración de Empresas.
Él: Contame, quiero saber todo.
[…]
Él: Anoche me acosté con María (o Marisa) por primera vez.
Ella: Está bien, si te gusta…
Él: No.
Ella: Entonces para qué… [ininteligible, en un tiro escucho la palabra garchar, ella suena molesta. Ay, nena, cómo caíste, metiste las cuatro patas].
Quizás mi rabia contra las charlas por celular sea bien miserable: pura frustración de mi pasión por el voyeurismo.
Ocaso
Un viernes
Lo imborrable
viernes, septiembre 22, 2006
Tu sombra hiende la distancia
Hoy que ya es ayer, un par de horas atrás de este momento en que las teclas cloquean, Spinetta terminaba de tocar “Durazno sangrando” (pensé en lo precioso e irrepetible del instante, pensé en que nunca antes ni después su pelo voló ni volará así con el viento al cantar “y la canción que escuchas tu cuerpo abrirá”), la gente aplaudía. Me pareció un acto de duraznosa dulzura criminal sangrante que él dijese con su voz de fuelle siempre soplando: “Muchas gracias, son muy amables”.
jueves, septiembre 14, 2006
Privilegios
miércoles, septiembre 13, 2006
Uf
Notas en el cinematógrafo
PS: Se me fue la mano con el hermetismo. Martes y miércoles pasaron en la Lugones pelis basadas en textos de Beckett. Vi "Esperando a Godot".
domingo, septiembre 03, 2006
¡Pobrecito el traductor!
[...]
En todas las lenguas y en sus formas, además de lo transmisible, queda algo imposible de transmitir, algo que, según el contexto en que se encuentra, es simbolizante o simbolizado. Es simbolizante sólo en las formas definitivas de las lenguas, pero es simbolizado en el devenir de los idiomas mismos.
Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Angelus Novus.
Primer acercamiento a Walser
Viernes. En Zivals, Nori mira libros con fotos y otros con posters. Yo me acuclillo para estar a la altura de Bolaño -esa librería tiene una serie de estanterías enanas (las rodillas sufren) ordenadas alfabéticamente (encuentro todo bastante rápido). Leo pasajes de El gaucho insufrible. Cuando me canso de la posición dejo el libro y desperezo las piernas hormigueantes. Doy la vuelta al mueblecito. Del otro lado se agota el abecedario. Leo Robert Walser en un lomo. Y en otro. Tapas duras, edición ostentosa. Siruela. Deben ser recaros, pienso. En eso un librito petiso y azul hundido entre los otros me llama. Es tan Walser como los otros. Las composiciones de Fritz Kocher. Dice: Prólogo de Hermann Hesse. Dice: Epílogo de Guillermo Piro. Miro un poco. Fragmentos. Buena encuadernación. Lo llevo.
Hoy, en casa, escucho y llevo a cabo de manera simultánea las siguientes actividades, en este orden: Estrelicia de Spinetta y leo unos posts. La banda de sonido de Underground y me levanto, bailo, me agito, me siento. El CD que preparó Aydesa y leo el librito azul. Me gusta. Paro. Acaricio las tapas aduraznadas, como las de Tusquets (después de tocar estas texturas me miro los dedos para ver si no quedaron entalcados o algo así). La tapa tiene además caligrafías antiguas, un hombrecito haciendo cabriolas. Voy a buscar el año en que fue editado: 1999. Pero busco otra cosa. La encuentro en la misma página. Diseño de tapa: AyD berón - Eudeba. Ah, qué felicidad.
Todavía no mandé a traducir honduras.
Pero.
miércoles, agosto 30, 2006
Enajenada
Lo que importa, lo que en verdad importa, está acallado, apaga el pucho en la oscuridad de la costumbre, queda oculto detrás de estos pesados telones. Porque esto es teatro. Simulo que me interesa lo que leo. Es triste, pero tengo que admitir que estoy acostumbrada a la asfixia. Respiro cortito y pienso con disfonía. En el trabajo, ando tironeada de acá para allá por textos incoloros, inodoros e insípidos, pero que me reclaman con carteles enormes (y sonoros: en el teléfono ella me dice por tercera vez “¿ya mandaste Honduras a traducir?”), mientras los que sí me gustaría leer me esperan revolviéndose de impaciencia. Por ejemplo, mientras almuerzo leo ese artículo sobre Céline que imprimí y ni tengo tiempo de terminarlo que ya vuelvo a leer qué pasa en la economía hondureña. Ni siquiera es necesario que me entere de qué se trata: me asomo a ver cómo está escrito el informe, apuntalo la estructura, plumereo las últimas pelusas y lo dejo prolijo y listo para servir. Acomodo la estantería. Pero como decíamos el otro día, esta esclavitud permite aquella libertad, y así le vamos dando turnos a lo que nos interesa y a lo que no pero redunda en interés de otros. En ese “pero” está la aceptación de las reglas de lo que de ninguna manera se puede llamar juego, ingeniería perversa, podría ser, eso que opaca la mirada y la vuelve cínica.
Lejana
¡Qué lejos está lo que uno escribe de lo que otro lee! No es por miopía que uno no llega a leer bien. Es que la palabra,y más la escrita, es siempre diminuta. Tenemos que avanzar a los tumbos adivinando sentidos entre las sombras, prendidos a cualquier rayito de luz, sin saber si de verdad nos ilumina el camino o contribuye a perdernos.
martes, agosto 29, 2006
Muzzarella tardía
La vez pasada nos dábamos codazos para ver quién llegaba primero a comentar el Pizza con muá. Esta vuelta estuvimos reservados. Por eso me tentaba la idea de escribir sobre una supuesta pelea, bifes en lugar de pizzas, brigadas bordeaux de mozos yendo y viniendo alarmados por la Guerrin, “el responsable” alentando a la horda de gallinas a redoblar la potencia de los picotazos. Ahora ya está, los contertulios me arruinaron la idea dejando testimonio de cuán buena fue esa noche. En gran parte es culpa mía, por lenteja. Yo que quería hacer sentir bien a los pobrecitos que no pudieron o no quisieron ir. Mirá que hay que ser desalmado.
jueves, agosto 24, 2006
domingo, agosto 20, 2006
Lo general y lo particular
Leyendo a Luis. Después de conocer las particularidades, no ya de una especie, sino de un árbol, ¿sería posible talarlo? ¿Cómo puede avanzar el que conoce los ojos, los tonos de color y los recorridos de las nervaduras del iris, la carga de dolor, miedo, ruego en la mirada del que va a matar?
Yéndome por las ramas, aunque sigo en el mismo árbol, creo: una vez, en la Facu, una profesora, Cristina Iglesia, habló de una tribu ya extinguida en Paraguay. A principios del SXX todavía se organizaban para europeos ricos con gusto por lo exótico “expediciones de caza” de estos seres, una suerte de turismo aventura. Se vendían bolsitas hechas con la piel de los senos de las mujeres. Después de explicarnos esto, nos leyó poemas, que daban muestra de una sensibilidad asombrosa, de integrantes de esta tribu. Están en el libro Las culturas condenadas, de Augusto Roa Bastos.
jueves, agosto 17, 2006
Nocturno a dos voces
Yo veía a la noche como si algo se hubiera caído sobre la tierra, un descendimiento. Su lentitud me impedía compararla con algo que descendía por una escalera, por ejemplo. Una marea sobre otra marea, y así incesantemente, hasta ponerse al alcance de mis pies. Unía la caída de la noche con la única extensión del mar.
Los faroles de las máquinas iluminaban en planos zigzagueantes y comenzaban a oírse los ¿quién vive? Saltaban las voces de garita en garita. La noche comenzaba a poblarse, a nutrirse. De lejos, la veía como atravesada por incesantes puntos de luz. Subdividida, fragmentada, acribillada por las voces y por las luces. Estaba lejos y sólo sentía los signos de su animación, como un parloteo secreto en un fondón cerrado en la noche. Lejana y habladora, maestra de sus pausas, la noche penetraba en el cuarto donde yo dormía y sentía cómo se extendía por mi sueño. Apoyaba la cabeza en un oleaje que llegaba hasta mí en un fruncimiento de una levedad inapresable. Sentirme como apoyado en un humo, en un cordel, entre dos nubes. La noche me regalaba una piel, debía ser la piel de la noche. Y yo dando vueltas en esa inmensa piel, que mientras yo giraba se extendía hasta las muscíneas de los comienzos.
José Lezama Lima, "Confluencias"
Las extraordinarias confesiones de Eladio Linacero. Sonrío en paz, abro la boca, hago chocar los dientes y muerdo suavemente la noche. Todo es inútil y hay que tener por lo menos el valor de no usar pretextos. Me hubiera gustado clavar la noche en el papel como a una gran mariposa nocturna. Pero, en cambio, fue ella la que me alzó entre sus aguas como el cuerpo lívido de un muerto y me arrastra, inexorable, entre fríos y vagas espumas, noche abajo.
Esta es la noche. Voy a tirarme en la cama, enfriado, muerto de cansancio, buscando dormirme antes de que llegue la mañana, sin fuerzas ya para esperar el cuerpo húmedo de la muchacha en la vieja cabaña de troncos.
Bellísima
Ayer vi una película bellísima. Nunca uso esa palabra, por lo general no me suena bien. Pero decir bella sería tan pobre, y no podría decir que me pareció hermosa, agraviarla con todas esas vocales groseramente abiertas. Tengo que bajar la voz y susurrar “bellísima”, arriesgándome a parecer cursi. Transcurre en Shangai. Natasha Richardson es una condesa rusa arrastrada a la indigencia después de la revolución. Para sobrevivir, baila por plata. Zigzaguea, sin caer, en los bordes resbaladizos de la prostitución. Ralph Fiennes es un actor excepcional. Además, acá, es un diplomático que se ha quedado ciego y sin familia. Los dos son aristócratas venidos a menos, llevan consigo, adherida, la tristeza del terciopelo ajado y sucio, de los brillos opacados por el tiempo. Están fuera de lugar adonde vayan: ya no hay sitio en la tierra que los cobije.
La peli es “La condesa blanca”. El guión es de Kazuo Ishiguro (“Lo que queda del día”). La fotografía está a cargo del mismo de “Con ánimo de amar”, Christopher Doyle. Se estrena este jueves.
sábado, agosto 12, 2006
Feliz día de las niñas
Acá se ven unas miguitas del festín.
jueves, agosto 10, 2006
Todo depende del ángulo desde el que se mire
No hay caso. Por más admiración que me despierta la oposición de Castro a los dueños de la Tierra, cuando pienso en Arenas me digo: ¿cómo un hombre tan agudo puede ser a la vez tan obtuso?
(Anteayer, después de ver “Seres extravagantes”, de Manuel Zayas).
Juguetes
Hoy venía a casa molestando a otras reses apiñadas como yo en el subte con una bolsa enorme de la juguetería (estamos en agosto y tengo siete sobrinos). Un chico que iba de la mano de una mujer se quedó mirando la bolsa. Yo miraba su mirar, divertida. Me pareció que quería ver qué había adentro, así que adrede la abrí un poco, para mostrar el ala de un avión, la punta de una lancha. Levantó la vista y vio que lo miraba. Sonreí apenas (¡te agarré!) y él me correspondió con una hermosa sonrisa de boca, dientes y ojos. Cuando se bajó, mi sonrisa todavía estaba allí.
sábado, agosto 05, 2006
¿Cuándo es el año pasado?
1- Deleuze sobre Bergson en La imagen-tiempo: “Las grandes tesis de Bergson sobre el tiempo se presentan del siguiente modo: el pasado coexiste con el presente que él ha sido; el pasado se conserva así como pasado en general (no cronológico); el tiempo se desdobla a cada instante en presente y pasado, presente que pasa y pasado que se conserva. Con frecuencia se redujo al bergsonismo a la idea siguiente: la duración sería subjetiva y constituiría nuestra vida interior [...]. Pero poco a poco irá diciendo otra cosa: la sola subjetividad es el tiempo, el tiempo no cronológico captado en su fundación, e interiores al tiempo somos nosotros, no al revés”. Como ejemplo, Deleuze señala el film de Resnais y Robbe-Grillet El año pasado en Marienbad, donde “ya no se sabe lo que es o no un flash-back”.
2- Resnais, citado por Deleuze: “Siempre he protestado contra la palabra memoria, pero no contra la palabra imaginario ni contra la palabra conciencia. [...] Si el cine no es un medio para jugar con el tiempo específicamente, en cualquier caso es el medio que más se aviene a ello”.
3- Alain Robbe-Grillet, en Por una novela nueva, sobre El año pasado en Marienbad : “Es un mundo sin pasado que se basta así mismo en cada instante y que se desvanece luego. Este hombre, esta mujer, empiezan por existir tan sólo al aparecer en la pantalla por primera vez; antes de eso no son nada; y, una vez terminada la proyección, vuelven a no ser nada.” Y agrega: “no hay un fuera en otra parte, de la misma manera que no hay un antes en otro tiempo.”
Texturas
Recién escribí "¡Mierda!” en un comentario a Fander (lo escribí porque apenas terminé de leer su post fue eso lo que dije en voz alta y me pareció que estaba muy bien trasladar la emoción inmediata a la lectura, al comentario) y me quedé pensando en lo floja y blanda que suena la palabra en español. Ajá. Es así. Una mierda floja y blanda. La m no dice nada, es casi muda (también es la letra de la vacilación; en todo caso, es poco menos que fantasmal), la r sólo se hace fuerte cuando viene doble (traten de pronunciarla sola, sin combinarla con otra) y la d es boba. Las vocales, ya se sabe, no sirven de mucho a menos que se griten. Pienso en el inglés “shit”. Tiene más fuerza, pero es demasiado corto, un soretito. En cambio, alcanza su verdadera dimensión, una esplendorosa comunión entre significante y significado, en alemán: scheize (se pronuncia yaise). Cómo me gustaría poder decir “¡Yaise!” o algo de espesor o consistencia similar para expresar mi admiración.
miércoles, agosto 02, 2006
Aira haría un palíndromo
En eso, del lado de afuera del sueño, Julio naolla (¡naaooo!) para que le abra la puerta del dormitorio. Me separo de las sábanas y de Kusturica y lo dejo entrar. Lo empujo con el pie, un empujoncito con intención contenida de patada, y le digo tonto. Se queja con un graznido.
Con cosas así Aira haría un relato. Aira haría…
viernes, julio 28, 2006
Instantánea
¿Y? ¿Se va la segunda?
¿Para cuándo el (espero) próximo Pizza con muá?
martes, julio 25, 2006
Galerías
Hoy me fui a anotar en inglés y ya que estaba cerca y era lunes pasé a ver la muestra de Picasso en el Borges (los lunes es gratis). No voy a decir oh Picasso, la verdad es que me gustaron algunos pocos dibujos y las cerámicas y lozas, nada más. En la parte de atrás del recibo del curso de inglés anoté estas frases suyas que tomé de las paredes: “Nunca dudé en tomar de otros pintores lo que quería. Tengo horror de copiarme a mí mismo”. Y también: “El pintor hace un cuadro para descargarse de sus sensaciones y de sus visiones. Los hombres se apoderan de él para cubrir un poco su desnudez. Toman lo que pueden y como pueden. Creo que, en resumidas cuentas, no toman nada; simplemente se cortan un traje a la medida de su incomprensión. Hacen todo a su imagen, desde Dios hasta el cuadro”.
En la sala de enfrente había una exposición permanente sobre Borges, escueta, pero donde se presentaba un documental con algunas cositas que no había visto. En una entrevista Borges decía algo así como que escribía para desahogarse, y que si estuviera, como Robinson Crusoe, en una isla desierta, y le fueran dados papel y lápiz, aún escribiría, aunque nadie pudiese leerlo. Ese desahogarse me pareció cercano a aquel descargarse. Pensaba, en esos pasillos, en cómo las artes se hermanan. También, ya fuera del arte, no diría tangencialmente sino bien lejos, en los críticos que interpretan a medida (¿a la medida de su incomprensión?).
Ahora, justo cuando estoy por subir esto, me acuerdo de algo más, que suena similar a la primera frase que señalé de Picasso. El Google me ayuda a que, con unas palabras sueltas, encuentre la cita exacta de Borges, que alude, como la de Picasso, a un desprecio por la pretensión de originalidad, la frase que estaba en la pared de la segunda muestra y no había anotado: “lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído”.
Flush
Hace muchos días que no escribo nada en el blog. Es que tiendo a no hacer lo que no tengo ganas. La frase parece brusca, pero tiene la ventaja de ser verdadera. Ahora me asomo y pienso: “Hay que limpiar el canal”. Los días se juntaron en el pasillo como hojas secas, mejor tirar un baldazo con un agua cualquiera. Por ejemplo, esto que anoté ayer en un papelito, esos que continuamente escribo y tiro: “Por fin el invierno se resolvió a mostrarse. Leo y como naranjas cerca de la estufa. Paso una hoja y otra con un flush, flush, escucho el oleaje, el roce íntimo del papel. Y además. Qué son estos símbolos. Los entiendo, los descifro, pero hasta dónde se abren para mí. Tantas palabras se cierran y tengo que adivinarlas”.
sábado, julio 15, 2006
Frases desasidas
Era fácil distinguir sus ruiditos a pesar del estrépito del mundo; alcanzar con la oreja: “sufro tanto, y lo hacés más difícil”, “besaría los pies de Dios si me mata cuando estamos en la cama”, “en todo caso, pase lo que pase, aunque se hunda todo”, “¿por qué tendremos tanta suerte?”, “a veces te mataría y otras quisiera que me destrozaras”. Las frases, las voces queriendo vociferar desde el polvo de la alfombra, las paredes, la oscuridad bajo los muebles, temerosas de las carcajadas y las corrientes de aires, resueltas a perdurar hasta su renacimiento en la parte inferior de un rostro patético, hasta ser descubiertas e inventadas por nuevos ojos y bocas deslumbrados.
viernes, julio 14, 2006
Mosca
Mientras leía, pasó algo increíble: una mosca que me molestaba se pegó al foco y cayó fulminada. Pobre mosca, se inmoló por darme el gusto de desaparecer.
Cómo leo Amberes
Ya sabía yo que iba a pasar esto, que si el libro tiene 67 páginas no iba a contentarme con mojar los labios sino que iba a sentir la urgencia, la necesidad de hacer fondo blanco aunque sea tardísimo y en unas horas haya que ir a trabajar, memoria hospitis unius diei praetereuntis, traduzco “la memoria hospeda un único día que pasa”, o quizás “la memoria aloja los días que pasan como si fueran uno solo”, sí, 67 páginas, pero qué concentrado está esto, me está matando, “El breve sonido le parece como un color tragado por una fisura”, da ganas de partirse la cabeza contra la pared, el tiro de gracia es el árabe en la mira, pienso en Mersault, pido Mersault no me sueltes la mano ahora, me siento caer, "Me llamo Roberto Bolaño", yo, me llamo, “La hora se infla, revienta”, todos estos retazos de furia, “Aunque en la eternidad se confunden”, si se mira bien es una variación de la frase de Pascal, este recorte de frases fuera de contexto me recuerdan cierto pasaje de La vida breve, bueno, no importa ahora, pero me acordé cuando leí “En la pared alguien ha escrito mi único y verdadero amor”, qué significa eso en una pared, “una especie de dulzura desasida”, pero si la dulzura es siempre pegajosa, qué manera de desarmar al que lee y creía entender algo, si todo está acá desasido, sinopsis, ¿cómo se llamaba?, puesta en abismo, juego de espejos, una especie de electrocardiograma de los sueños, otra vez la memoria, “De todas maneras la memoria está inmovilizada en pasado inmediato como un tipo sin rostro en la silla del dentista”, “algo fulgura”, de toda la escena de los dedos en el culo de la chica rescato esto, es que me gusta cómo suena la palabra fulgura después del viejo y la chica, ver que algo fulgure, que ilumine lo oscuro, “Sólo me salen frases sueltas, le dijo, tal vez porque la realidad me parece un enjambre de frases sueltas. Algo así debe de ser el desamparo, dijo el jorobadito”, sí, “Camino por el parque, es otoño, parece que hay un tipo muerto. Hasta ayer pensaba que mi vida podía ser diferente, estaba enamorado, etc.”, este etcétera es más cerrado y duro que la indiferencia ante el muerto, los recortes son cinematográficos, más, de golpe esto “La soledad es una vertiente del egoísmo natural del ser humano. La persona amada un buen día te dirá que no te ama y no entenderás nada. Eso me pasó a mí. Hubiera querido que me explicara qué debía hacer para soportar su ausencia. No dijo nada.”, quién lo dice, pero no, eso es lo que no se puede preguntar, “sudor cartilaginoso”, qué bestia, “Escritura sin disciplina”, ahí está enunciado el estilo, qué idea esta de ver películas para hacerlas desfilar después de la muerte, “y luego nos callamos hasta que llegó el amanecer”, como si callarse fuera de verdad una acción, y cuando ya estás quemado por la rabia el tipo te sale con “Como los ojitos de la emoción que salía a tu encuentro” y te descoloca, “El silencio esplende en los pasillos vacíos” otra vez un verbo lumínico, es tan necesario, “No hay reglas. («Díganle al estúpido de Arnold Bennet que todas las reglas de construcción siguen siendo válidas sólo para las novelas que son copias de otras.»)” y de paso se define y se planta, ya está, ya está, ya pasó, me digo, es un libro desesperado, un buen libro para leer una madrugada de insomnio.
domingo, julio 09, 2006
Bolaño, apuntes sobre la marcha
Avanzo a través de 2666 con lentitud. No. Rápido, pero a chorros de páginas cuya lectura cortajeo. Siendo en extremo inquieta (más de una vez me han dicho que en el culo hormigas tengo), mis piernas no se mantienen mucho tiempo flexionadas en la posición más o menos estática que requiere dejar correr la mirada que se desliza o da saltitos en el monitor mientras dedo índice de mano derecha le da a la ruedita del mouse, sino que tienden a contraerse y estirarse mientras el paisaje circundante varía acomodándose dócilmente al desplazamiento resultante. Malo para leer de un monitor que persiste en su quietud (ya sé: están las palms; no tengo). Pero me gusta lo que voy leyendo, por eso voy y compro Estrella distante en soporte papel, fácil de transportar y por lo tanto legible en los ámbitos más diversos, que previsiblemente (poco más de 150 páginas en hoja chica y letra grande) se termina en cuanto empiezo a sentirle el sabor. Ante la inminencia de la compra de Los detectives salvajes (consejo de Miguel, “empezá por ED y estirate a LDS”, vaya uno a saber qué habrá querido decir con eso de estirarse, supongo que debe tener más páginas que ED y por carácter se diría transitivo el lector debe estirarse y leer más ante la posibilidad de quedarse corto y perderse el final) doy parte de algo que me llamó la atención, algo que ha ido goteando de las hendijas de lo leído hasta ahora (que como se ve es más bien poco), entre un cúmulo de otros aspectos que sería aburridísimo mencionar: percibo giros borgianos, percepción reforzada porque se lo menta varias veces (en 2666, un taxista dice Londres y dice laberinto, Espinoza dice que cita a Borges sin proponérselo; Bolaño lo cita deliberadamente). Del “patio cuadriculado” se transfiere la cualidad al “cielo cuadriculado” en el comienzo de 2666; inevitable el recuerdo el “intrincado cielo” (cuando lo intrincado es el laberinto) de “La casa de Asterión”. De “El plural es excesivo” de ED a “(el verbo es excesivo)” de “Tlön…”. Presumo respetuosa parodia, a esta altura de Borges estamos hasta acá y se puede, me encanta. Por otra parte, aunque no tiene tanto que ver con lo anterior, en ED, cómo no reconocer al grupo de la Revista Sur en las dos hermanas, el elegante autodidacta con campos propiedad de la familia y amplia biblioteca paterna. Por supuesto, nada de esto determina el estilo (“se lee fácil”, me dijo Nora cuando le dejé el librito para que lo ojeara mientras yo iba al baño). No digo más. Todavía muy pronto. Pero quería anotar este comentario casi preliminar como en un diario de viaje, con el gusto de hablar sin saber dónde estoy parada, es decir, sin haber leído mucho de él y nada, ni un artículo, sobre él, todavía.
Captatio Benevolentiae
Anoche, en la inauguración del departamento que Lau comparte con Jimena:
Lau (presentándome a alguien) –Ésta es Vero, la chica de la que te hablé [intimidante; para peor, agrega esto otro:]; es grossa, Vero.
Yo (acercándome a besar mejilla) –Gorda, quiso decir gorda.
Más tarde:
Nori (dirigiéndose hacia otra persona, nomeacuerdoelnombre, a quien yo estaba verborragiando de una manera violenta) –Vero es así, le tenés que agarrar el ritmo. Te va a hablar de mil cosas diferentes y dentro de una hora te va a responder lo que le preguntaste recién.
Yo –Porque soy lenta. Me creen enigmática cuando en realidad soy simplemente boluda.
martes, julio 04, 2006
El escapista
Independiente
lunes, julio 03, 2006
Mi lado izquierdo
sábado, junio 24, 2006
Cicatriz
Tengo una cicatriz en la pierna, cerca del tobillo. Cuando paso el dedo por la superficie no siento el contacto más que en el dedo actuante. La pierna percibe falazmente la cercanía del dedo, como si en verdad lo hubiera suspendido justo un milímetro antes de tocar la piel. El cirujano (hace más de un año) hizo en ese sector un corte en forma de boca. Desplazo el dedo a lo largo de esa boca cerrada, muda, dormida. Llegando a las comisuras mano y pierna sienten el cosquilleo recíproco provocado por el roce de una piel con otra. En el medio, nada, sólo una ilusoria proximidad, como dije. Si dejo el dedo apoyado un rato aparece una sensación de calor y si presiono puedo sentir esa presión. Pero dónde, no sé. Es mi piel, pero no puedo reconocerla como mía. Podría ser ajena. Se trata de un trocito de piel frágil e imperfecta, que mi cuerpo puso ahí para reemplazar la anterior. Por debajo, algo (terminales nerviosas, supongo) quedó interrumpido. Es incapaz de cumplir otra función que la de sostener la carne para que no se vuelque. Una función sin duda útil, pero triste.
lunes, junio 19, 2006
Ensimismamiento
viernes, junio 16, 2006
Genealogía y Mitología
Cartas de mamá
Con el permiso de la prima y de mamá, publico estos mensajes estrambóticos de mi procreadora. Atenti a los nombres. ¡Qué imaginación tenían los antepasados!
Vero, averigue todo lo que pude, tenes razon la abuela se acuerda del nombre de todos los hermanos de la tia Clara que era la mama de Evangelina y hermana del abuelo de Aidessa, la mamá de Aidessa es prima hermana de la tia Clara, hablé con Isolina y se acuerdan de Helénica y me decía que hace años no les habla y que les extrañaba bastante ya que siempre hablaban con ella.-Decile a Aidesa que en la casa quedaron Evangelina, Cesarea e Isolina y que el telefono es xxxxxxxx, viven en Ramos Mejía, que se alegraron muchísimo cuando se enteraron que Helénica todavía vivía,el domingo le preguntás a la abuela la historia completa que te hace la narración.- Un beso y saludos a la pariente recuperada.-Mamá.-
Vero, le pregunté a la abuela y me dijo que los Díaz eran varios hermanos, que la madre de ella no quería que fueran a la casa porque parece que eran amantes de bailongos y entreveros con mujeres, uno se llamaba Pilar y el otro Salomé. También estaba Domingo que era el padre de la tía Clara y José, no se como se llamaba el papá de Helénica.- La tía se llamaba Gregoria Onésima pero en el agua del socorro que era una especie de bautismo casero le pusieron Clara y así le llamaban todos.-Me contaba Evangelina que Helénica fue varias veces a la casa con el esposo cuando vivía la tía Clara, pero luego le perdieron el rastro. No podía creer que hubiera una prima que le interesara conocer sua ancestros, espero que estos datos le sirvan a Aidessa .-Bueno nena ya está, no tengo más para contar, besos Mamá
martes, junio 13, 2006
Una cruza
Muchas veces me miraron con horror (la cabeza echada un poco hacia atrás con un enderezamiento de la curva del cuello, los ojos muy abiertos, labios separados, quizás alguna simultánea interjección) cuando dije que la maternidad sería para mí una pequeña muerte. ¡Qué barbaridad! ¡Qué espanto! “Bueno, no, claro”, digo yo, en casos así, “por supuesto, sí”. Y me callo. No hay caso, no vale la pena explicar lo que desde mi punto de vista es tan evidente. Por supuesto, no infiero que esto se debe a que soy más inteligente, sino a que toda mi estructura de pensamiento tiene otras bases: hablamos lenguas diferentes.
“Una cruza” es un relato de Kafka que describe un animal indefinido, mitad gato, mitad cordero, con el que sentí una inmediata identificación, como cualquiera que se haya sentido alguna vez fuera de lugar, extraño y desamparado.
domingo, junio 11, 2006
Charlas
Releo pasajes de Zama a causa de la charla del viernes, que seguramente por unos cuantos días más me zamarreará de acá para allá. “Despegué los párpados tan pausadamente como si elaborara el alba”, me dice. A un despertar le sigue el recuerdo de este insomnio, sin solución de continuidad, como es natural: “amanecerá en mis párpados apretados”. Es Borges, de la mano de Arenas, Celestino…, que releí hace poco (releo bastante últimamente, es que me cuesta encontrar cosas nuevas que me conmuevan). Busco el poema entero, lo leo.
Decido dejar eso, apartarlo de mí para seguir viviendo, despeinar los Diarios de Kafka para buscar algo sobre amor, sobre mujeres, algo que leí ahí, de lo que tengo una reminiscencia, cuando me tropiezo con esto otro, del 3 de febrero de 1922: “Insomnio, casi total; perseguido por los sueños, como si me los hubieran grabado adentro a arañazos, en un material tenaz”. No hablaban conmigo, entonces, los libros. Hablaban entre ellos. Yo cazo mariposas que resplandecen un momento pero cuando abro las manos ya se fueron. La última intervención de Kafka hace que me entren ganas de llorar. Siento la compresión en la garganta. Mi cara ya se arruga. Las pestañas reciben el líquido que desborda las orillas (ya no puedo decir párpados, no, ellos ya lo dijeron antes, dijeron párpados de dos maneras diferentes y mejor que lo que yo podría en mil años, ésa es una de las razones porque) cuando cierro los ojos y dejo caer la cabeza.
sábado, junio 10, 2006
Combustión espontánea
A partir de anoche, varios vecinos blogueros se han hecho acreedores de una cara (de una cara cierta, habría que agregar, ya que suelo adjudicar caras a troche y moche cuando leo) en mi imaginario. Y de una voz, y de unos modos. Raro eso de encontrarse con gente que uno nunca vio, pero que a la vez conoce de mí algún detalle (y viceversa), la puntilla del vestido pero no el modelo completo, un primer plano pero fuera de cuadro. Fander (de Et in Arcadia Ego) decía hace un tiempo que según su experiencia todos son más o menos como se muestran en los blogs. En este caso, para mí, fueron más. A las 8 y cuarto de la noche llegué a la pizzería. Hoy a las 6 de la mañana desalojé a Julio de mi lugar en la cama.
Uno ocupa muchas horas, muchos días, mucha vida, con actos que lo dejan vacío, imposibles de recordar porque se pierden entre otros idénticos. Entonces pasa algo así, nada espectacular, esto, un diálogo, palabras siamesas enlazándose después de dejar distintas bocas (shiatsu, Kafka, parientes en Entre Ríos, Zama). Reconforta. “Ah”, piensa uno, “ahora me acuerdo, la vida era también esto”.
lunes, junio 05, 2006
Convocatosa, Convocatura, Convocancia
Aydesa (Plaza Constitución), Carlos (Añadiduras), Luis (Doke Libertario), Tino (Hargentina), Vadinho (Apirronarse) y esta irresponsable convocan. Nobleza obliga: Ayd es la adorable revoltosa que empezó todo, como quien no quiere la cosa, y la que le puso el moño con el logo.
¡Corriéndose para el fondo, que hay lugar!
domingo, junio 04, 2006
Fábula kafkiana menos el final
Estoy parada en el vano de la puerta. Alguien abrió y fue a sentarse con los demás. Me quedo mirando hacia dentro. Estoy en la orilla, intentando decidir. No sé si me conviene entrar o mandarme a mudar. Nadie me conoce en este lugar. La persona que me invitó no está en este momento. De a poco van percibiendo mi presencia, las conversaciones cambian de tono y puedo notar en el murmullo que los estoy incomodando. Hay ruido de sillas, toses. Resuelvo dar un paso adelante y ocultar el temblor en la voz cuando digo: “Hola, soy X, me invitó Y”. Algunos sonríen, aventuran un saludo híbrido. Me quito la mochila. “¿Qué trajiste?”, me dice uno, señalando la mochila hinchada. ¿Por qué me pregunta eso? Claro, había que traer algo. Como dejé todo para último momento, no me fijé que lo que había preparado para traer estaba endurecido, cuarteado en los bordes. Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde para preparar otra cosa o para salir a comprar algo hecho. Ahora la situación se hace insostenible, porque ni siquiera tuve la precaución de quedarme cerca de la puerta. Inexplicablemente esto me tranquiliza (la explicación sería, en todo caso, si alguien la necesitara, que nada puede empeorar). Sonrío. Digo: “Esto”. Saco del bolsillo un sapo verde, gris, amarillo, gelatinoso, que encontré en el jardín antes de entrar. Mi mochila está llena de servilletas. Tomo una y me siento a comer.
sábado, junio 03, 2006
Juegos
Rápido, rápido. Esconderse ahora, en lo oscuro. Buscar en la pared los lados grises. Doblar la esquina. Querer acurrucar la piel contra el muro frío. Así. Mejor quedarse, ahora, quedar el pecho inquieto. Apagar los pasos blandamente. El alivio, todavía tenso. Correr, esconderse, buscar.
El silencio, hace rato. Alejarse, por fin. No a la casa, más lejos. Ni siquiera ese rumbo.
Felicidad de los zapatos en los charquitos. Inesperada sonrisa ante el aire hondo, adentro.
La belleza de lo elemental.
Las piedras de la calle, redondeadas por el tránsito, pero piedras, primero piedras. El agua sucia, pero agua. Además, ¿sucia? Sólo tierra.
Tierra tan hermosa, ahora, al final del empedrado. El cielo abierto metiéndose en los ojos. La mano casi amable sosteniendo un hombro. El metal cruzando la garganta.
Sangre.
lunes, mayo 29, 2006
Hoy, mientras salía del subte
sábado, mayo 27, 2006
Qué vergüenza, Celestino
De nuevo has vuelto a escribir poesías. Esta vez con más furia que antes, ahora todo el barrio sabe quién eres. Ya no tienes escapatorias. Abuela dice que se le cae la cara de vergüenza al pensar que a uno de sus nietos le haya dado por esas cosas. Y abuelo (con el hacha siempre a cuestas) no hace más que maldecir.
Otra vez estás escribiendo poesías, y yo sé que no vas a parar nunca. Es mentira que algún día pienses terminar, aunque me lo digas, yo sé que es mentira. Mi madre también lo sabe y no hace más que llorar.
Ya todo el mundo te odia.
Reinaldo Arenas, Celestino antes del alba
La señora del anillo
Locro en lo de mis viejos, el 25. Llevo pan con chicharrón, vino patero y del otro, quesillo de cabra y dulce de cayote (previo paso por la Feria de Mataderos). En la sobremesa sobrevienen los sobresalientes relatos de mi abuela. En mi árbol genealógico predominan las ramas italianas (papá Spoturno, mamá Solari, los dos apellidos del norte de Italia), pero hay también otras españolas y alguna ramita india. Mi abuela cuenta que un español González, su bisabuelo, fue llamado “el zorro”. Este antepasado mío estaba bajo las órdenes de López Jordán cuando éste fue derrotado y tuvo que escapar a Brasil. Resulta que al hombre lo habían volteado del caballo y quedó tendido, haciéndose el muerto. Un soldado de la facción vencedora lo atravesó con una lanza para quitarle las botas. González siguió firme en su farsa. Cuando los tipos se fueron, se arrancó la lanza y se fue, siguiéndolo a López Jordán. “Por eso a mi abuelita le decían ‘la zorra’, porque era hija del ‘zorro’. Ella se enojaba mucho de chica porque no sabía por qué era que le decían así”, cuenta mi abuela, y ríe. El caudillo le regaló un anillo a González. “Es oro 22”, dice, y me lo muestra. Se trata de un anillo en forma de hoja, tan ancha que envuelve una falange del dedo. En el centro, un trocito de oro martillado semeja una flor brutal. Mi abuela dice que va a ser para uno de sus nietos. Enumera otros tesoros. Qué me importa nada. Tener una abuela de 102 años de inteligencia refulgente, memoria funésica, habilidad para el relato. Eso es lujo.
domingo, mayo 21, 2006
Risa
Diario de rodaje de Bóliman, de mubi II
20 hs. Bajo un momento a buscar abrigos y aprovecho para escribir estas líneas, mientras escucho uno de los sonidos más dulces: las risas bien diferenciadas de los amigos, que siguen en el trajín. Por ejemplo, la risa de Nora (en estos momentos Pato, la farmacéutica), empieza con un ju ju, después ja ja ja con boca toda abierta que se afina en un jiu jiu jiu.
21 hs. Una de las últimas escenas que se filman hoy se retarda porque Javi Bóliman se olvida la letra una vez tras otra. Nora le dice que repita “café con leche con medialunas”. Se le exige una explicación, aduce que Peña en la radio afirmó que ése es el recurso que utilizan los cantantes para hacer playback (cabe una aclaración; bueno, varias, pero al menos ésta: el sonido se grabará por separado). Terminamos por hoy. Cuando bajamos, me dice Nora: “Poné algo en el equipo y vas a ver cómo funciona lo del café con leche con medialunas”. Pongo Audioslave, ella hace lo suyo, pero unánimemente todos movemos la cabeza de derecha a izquierda en gesto desaprobatorio. Probamos con Black Crowes: en este caso las opiniones están divididas.
sábado, mayo 20, 2006
Diario de rodaje de Bóliman, de mubi I
19 hs. Fabi se moja el pelo y se estira los rulos para calzarse el bombín. Agarra el bastón y sale raudo hacia el set de filmación (el cuartito en la terraza de Gus). Me entero de que llegó Leandro cuando escucho su carcajada. Ya debe haber visto a Fabi en la piel de El Marinero más Feliz.
Diario de rodaje de Bóliman, de mubi
11 hs. Me levanto sumamente decidida a ir a comprar facturas. El frío me hace recular aun antes de salir de casa. Llamo a mamá: “Ma, decime otra vez cómo se hacen los buñuelos”. No tengo esencia de vainilla. Le pongo a la mezcla dos cucharadas gordas de dulce de leche. Los actores llegan a las seis. Para esa hora pienso tener hecho un montón de tortafritas, así que guardo el aceite.
13 hs. Marce viene y me muestra un ladrillo de tergopol que acaba de confeccionar. “Quedó muy bien. ¿Con qué lo pegaron?” “Con el mismo tergopol, calentándolo”. “Impresionante”, se felicita. Le sugerí que le pusiera papel y plasticola antes de pintarlo (cartapesta), pero visto que está destinado a volar hacia e impactar sobre la cabeza de Javi, teme noquearlo.
16 hs. Terminamos de almorzar recién. Ya cosí el moño amarillo para el traje de El Marinero más Feliz y corté la B de paño lenci para Bóliman. Acabo de decidir dos cosas: primero, compraré el catering, en vez de tortafritas dispondré unas tres docenas de facturas, café y yerba hay en cantidad más que suficiente; segundo, no tiene sentido que suba esto al blog a la noche, así que voy a ir transmitiendo casi en vivo, digamos cada dos o tres horas o cuando se den las indispensables condiciones de poder y querer hacerlo. Me corrijo: no tiene sentido de ninguna manera. Pero lo voy a subir igual.
jueves, mayo 18, 2006
Piruetas robadas
Leyendo a Pablo. A mitad de camino entre un punto y el mismo punto. Tanto esfuerzo para llegar adonde estábamos en un principio. Pero en el movimiento está la meta.
miércoles, mayo 17, 2006
Más demonios que santos
Esto sí que es dar la mano y que te agarren... el codo. Aunque la pionera dejó una maravilla.
El recitado que le hace compañía es precioso también.
martes, mayo 16, 2006
En la luna
Me doy cuenta de que muchas veces los comentarios que dejo en los blogs que me gustan (los que está ahí a la derecha) tienen referencias literarias. “Leer es relacionar lugares lejanos”, dice Link. Pero lo mío es vicio, exageración. Creo que no queda muy bien eso. En un ambiente más bien ameno voy y dejo a Lamborghini ahí tirado con esa cara de: “¿Para qué me trajiste, si se puede saber?”. Tampoco digo que lo voy a dejar de hacer, porque no puedo evitarlo. Yo no relaciono lugares lejanos, sino que ellos vienen a mí mientras estoy leyendo aunque no quiera, me cachetean: “Mirá, acá estoy, soy esta cita, ¿no te acordás, tarada?”. Así que, lugares lejanos que vienen a mí, no se quejen de las fiestas a las que los llevo, que ustedes se lo buscaron. Los del costado: ténganme paciencia, yo soy la chica de la Luna de Valencia.
viernes, mayo 12, 2006
Fuji
“y es que puedo soportar/ esta distancia, /y es que te has impreso en mí /como una luz”
Fuji , Luis Alberto Spinetta
Hoy otra vez estaban dando Lost in translation en Cinecanal y aunque estaba casi por terminar no pude cambiar, quedé ahí clavada. Cada vez que la veo me llama la atención algo distinto. La otra vez me colgué con el monte Fuji. Hoy me quedé pensando en el momento en que, después de bajarse del taxi, de alcanzarla en la calle, justo después de abrazarla, justo antes de besarla, él la sostiene contra sí y se ve el movimiento de sus labios murmurando… ¿Qué? ¿Qué puede decirle para que ella llore y después sonría? “¿Me muero por vos pero es absolutamente necesario que vuelva a casa para poder decidir qué color de morado quiero para la alfombra?”. ¿Qué palabras se dicen en ese momento en que te estás desgarrando pero el sentido común señala que tenés que seguir adelante como si continuaras entero, como si ignoraras que estás dejando un pedazo tuyo atrás?
miércoles, mayo 10, 2006
O qué te pensás
Yo también fui a la Feria del Libro y saqué mis conclusiones, a saber: me gusta más el Fernet Menta con Sprite que el Fernet Cola. Una observación adicional: el primero es un poco empalagoso, por lo que no viene mal alternarlo con el otro. Uno puede derivar de esto sorprendentes y profundos pensamientos, como por ejemplo “en la vida se compensa lo dulce con lo amargo”, etc. A la cultura no hay con qué darle.
sábado, mayo 06, 2006
Ser o no ser
I am the highway
I am not your carpet ride
I am the sky
I am not your blowing wind
I am the lightning
I am not your autumn moon
I am the night
Bolero
Entro a Ocho y Medio y encuentro una campaña de boleros. Me gusta más la idea de la campaña que los boleros. Las letras de boleros no me gustan mucho en general, para sufrires prefiero el tango, pero algunas, en particular, sí. Recuerdo estar acostada una noche de verano en lo oscuro, sobre un piso frío, y escuchar a Caetano cortajeando las frases:
si no tiene perdón,
si me lleva al abismo,
sólo sé que es amor.
Deschave
viernes, mayo 05, 2006
Cuento con gato
(Este cuento lo escribí hace tanto que siento que me estoy plagiando al subirlo. Pero tenía ganas de colgar algo que me gustara y que no hubiera escrito otro.)
Foto
-Qué lindos que estamos acá- dijo Estela. Te acercaste a ver la foto, un poco borrosa, un poco polvorienta, que mostraba las líneas de sus caras, las de antes. Pensaste en la frase de ella, el impensado tiempo presente de la frase. Un presente de la foto, de ese “acá” que no era éste. Desde la foto te miraban tus propios ojos, ojos de chico en verano, en vacaciones. Un incierto dolor (y es que estaban también esos otros ojos, los de él) se desperezó en vos y te obligó a alejarte y mirar otras cosas.
(uno no debería guardar fotos de su niñez, a veces se vuelven siniestras)
La foto reflejaba algún momento de algún verano que pasaron, los tres, en esa casa. Todo tenía ahora demasiada tierra encima, literal y metafóricamente hablando. Es decir, había muertes en el medio. (no, no muertes, había muertos; seamos duros y limpios: había, sobre todo, un muerto). Ahora Estela y vos estaban vivos, pero en verdad esos chicos no tenían nada que ver con ustedes. Se habían ido cuando él se fue, y con Estela se agazaparon uno contra otro. El amor, claro, pero eso vino después. Primero ese mirarse a los ojos con fuerza, tocarse, fijarse (eso, fijarse, fijarse uno y fijar al otro) que no te/se desvanezca (también).
Un gato gris, enorme y duro, pesaba en un rincón. Ni siquiera quisiste cerciorarte de que estaba muerto. Para qué. Vos sabías que Estela también lo había visto y había girado la cabeza, sabías que a veces la evasión se vuelve sólida, se corporiza.
Por las ventanas entraba la luz de la tarde. Estaban cerca de la playa, y habías dejado varias puertas abiertas, así que el viento salado y húmedo inundaba la casa.
Un ahogo, entonces. El aire se sentía más fresco en la galería. Te apoyaste en la baranda que daba al jardín, inspiraste con fuerza. Te sentiste mejor, tranquilo y despojado. (pero el gato). El gato salía de debajo de esas plantas tan verdes, mientras te miraba fijo.
(el miedo había empezado antes, pero no quisiste reconocerlo hasta ese momento, el del gato gris entre el verde del jardín, y al entrar, esos ruidos). Escuchaste ruidos y te esforzaste inútilmente en reconocerlos, pero bueno, la casa era tan grande, era natural que algunas puertas se golpearan, los goznes muy viejos y oxidados, el clima tan húmedo, los murmullos moviéndose (voces, voces, voces, por qué no decirlo de una vez), imposibles de identificar, era posible que (no) vinieran de otra casa cercana, de la calle.
Cuando le propusiste a Estela que se fueran, que ya es tarde, vos sabés cómo refresca por acá después que cae el sol, aceptó inmediatamente.
Casi corriste (casi, porque correr era aceptar un absurdo temor), cruzando la mancha verde y confusa que había sido jardín, hasta el auto. Estaba con la puerta abierta y el gato sentado en el asiento de Estela. No te miraba. Te sentaste y no se movió, pero cuando quisiste sacarlo estiró una garra furiosa. Viendo la insistencia con la que fijaba su mirada verde en la casa, entendiste que antes, en la galería, no había estado mirándote a vos. Quién sabe qué horrores lo habían paralizado, antes de que entraras y lo creyeras muerto.
Pusiste en marcha el auto y subiste por la maleza hasta situarte justo frente a la puerta, por donde debía salir tu esposa.
Durante un momento, la casa se volvió más inocente y acogedora, ahora que iban a dejarla. Esperabas a Estela en el pequeño refugio de lo cotidiano que formaba tu auto.
En cambio, salió tu madre, horriblemente joven, que te ofrecía algo en sus manos. Y sonreía, porque su hijo había vuelto a casa. También salió tu amigo, que era un chico y no había muerto, que era un chico. Arrancaste y quisiste alejarte. (¡Estela!). Estela, adentro, seguramente jugaba otra vez con las mariposas amarillas y negras. Quizás saliera también y te saludara con sus manitos manchadas. Te diste vuelta un momento para ver a tu futura, pero no, ya no, esposa por última vez. La que alguna vez, hace poco, había sido tu esposa.
Salías, despacio. El sol daba de lleno en tu cara y el flequillo un poco desparejo que mamá te había cortado. Viste, medio cegado por la violenta luz, al hombre, en el auto, y empezaste a correr. Ya se había ido, pero corrías, alejándote, cubriéndote del polvo de la calle, sin saber por qué, con tanto miedo.
miércoles, mayo 03, 2006
Paramnesia
martes, mayo 02, 2006
Diáloco sobre cine
- ¿Cuál, la de Caetano?
- Sí.
- Hmmm...
- ¿Por qué hmmm...? ¡Trabaja coso!
- Sí, pero también trabaja coso.
- Bueno, pero me parece que coso tiene un papel más importante.
Rompiendo películas
Leí tantas críticas elogiosas de esta peli que sé que voy a quedar como el tujes, pero bueno, qué se le va a hacer, ¿no?: esperaba más de Broken Flowers. Me gustó pero me decepcionó también. Había visto, de Jarmusch, Ghost Dog (con Forest Whitaker) y Dead Man (con Johnny Depp). Las dos me gustaron mucho. El argumento, las actuaciones, la música, todo. En la primera, un asesino profesional honorable sigue los lineamientos de un manual para samuráis. En la segunda (que es anterior, pero yo vi después), un tipo que se llama ¡William Blake! cruza el salvaje oeste y un indio cree que es el poeta reencarnado. Es un poco lenta, pero tan deslumbrante, yo qué sé, conceptualmente me gustaría decir, pero no estoy segura, dejemos deslumbrante solo que alcanza, que no importa. Ahora, ¿qué pasó con ésta? Las actuaciones son excelentes. La música también. ¿La trama dónde se metió? Empezamos bien, nos empantanamos por la mitad, al final miré a mi amiga y le dije: “¿Y eso?”. Bill Murray me encantó, pero se parecía demasiado al de Lost in Translation. Demasiado. Esto es, justo justo cuando lo que me encanta empieza a molestarme.
Una peli que vi hace poco de la que esperaba mucho pero no obtuve ni un cachito así es Match Point. ¿En serio ese menjunje insulso es de Woody Allen? El colmo fue cuando apareció el fantasma. Ahí pensé: “Ah, bueno, cerrá que estamos todos”. Ésta sí que no me gustó nada. Una pena.
domingo, abril 30, 2006
Vero recomienda
viernes, abril 28, 2006
Primeras letras
Mi primera clase en la facultad me la acuerdo patente. Fue en el aula 218 de Puán, con Jorge Panesi. Éramos como 300 personas o más. La primera clase de la primera materia que hay que hacer en Letras: Teoría y Análisis Literario. El tipo se desplazaba sobre el piso de madera -sí, como si estuviese en un escenario-, de acá para allá, gesticulaba, movía los brazos, muy histriónico. Dijo: “Los negros no tienen historia”. Dijo: “Una hélice de un avión no es nada, pero sí si es la hélice del avión que lleva a Mussolini para encontrarse con el Führer”. Eran citas de otros, pero no importa, para mí son citas suyas. Dijo: “Voilà”, cuando alguien se animó a responderle una pregunta, e hizo una reverencia. Habló de mil libros en dos horas. Yo estaba, cómo decirlo, fascinada por este hombre que sabía tanto de lo que yo quería saber y agotada por tanta información nueva, pero mientras trataba de procesar algo de todo lo que estaba pasando pensé: “Qué suerte que al final elegí esta carrera”.
jueves, abril 27, 2006
La pasión
Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un "¡Ahhh!".
Jack Kerouac, En el camino
miércoles, abril 26, 2006
Los estudios
-¡Industrial, mamá!
Aparte del título de licenciada en Letras, tengo en mi haber el de técnico (así, con “o”) mecánico electricista. ¿Quién sabe qué quiere para su futuro a los 12 años? (¿y a los 34?). A esa edad leía a Bradbury y a Asimov, quería construir robots. Para eso, pensaba, me ayudaría ser Ingeniera en Electrónica. En líneas más generales, quería ser inventora. Así que no le erré tan fiero.
lunes, abril 24, 2006
¡Todos a la Plaza!
¿Qué importa que la señorita de San Nicolás no sepa coser ni bordar? ¡Que sepa abrir la puerta para ir a jugar (a la Plaza)!
domingo, abril 23, 2006
Viñas y divagues varios
David Viñas en la Feria del Libro, el miércoles. Panel sobre los golpes de estado en Argentina. ¿Falto a inglés? No sé, el viernes voy seguro, la idea de ir dos veces me fastidia, tanta gente pululando. Todavía me acuerdo[1] de que Marcela se sentaba adelante, en sus clases, pronta a desenfundar el cartón de cigarrillos, esperando el momento en que él dijese: “¿Algún compañero, compañera, me convidaría un cigarrito?” Eso, lo bueno. Lo malo: verlo llegar enorme en su sobretodo y en sus bigotes, para tomar los finales.
[1] Es un poco triste esta frase, “todavía me acuerdo”. El “todavía” implica la posibilidad de que un día deje de recordar eso, explicita lo que nadie dice y es inevitable. Una vez supe que ya no iba a ver más a alguien a quien quería y me dolió. Pensaba que dentro de unos meses o un año, iba a estar de nuevo en ese lugar que habíamos compartido y ya nada me iba recordar a esa persona, y me sentí más triste todavía.
Todo el que haya leído El cielo protector habrá reparado en el pasaje en que… a ver, lo voy a buscar. Acá está:
“Y Port había dicho: ‘La muerte está siempre en camino, pero el hecho de que no sepamos cuándo llega parece suprimir la finitud de la vida. Lo que tanto odiamos es esa precisión terrible. Pero como no sabemos, llegamos a pensar que la vida es un pozo inagotable. Sin embargo, todas las cosas ocurren sólo un cierto número de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vida sin ella? Quizás cuatro o cinco veces más. Quizá ni eso. ¿Cuántas veces más mirarás salir la luna llena? Quizá veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado’ ”.