lunes, noviembre 20, 2017

Leal

"Despegué los párpados tan pausadamente como si elaborara el alba". Sobre el final de la novela recordé el dicho "una imagen vale más que mil palabras". Una imagen bien puede aplastar de un manotazo mil palabras levísimas que permanecerían un rato flotando en la neblina del entendimiento, encimé. La prosa exquisita de Di Benedetto es intransferible a otro lenguaje. De todas maneras me asombra, como le comentaba a un amigo, que Martel haya podido llevar la atmósfera de ese libro a la pantalla, siendo "parco en aconteceres y pródigo en reflexiones" (me cito). El desapego de Zama, su distanciamiento de los hombres y hasta de sí mismo, hacia el final, es sensible en el film, sin mediar mucha explicación (en la novela: de "en ningún momento sentí emoción alguna" ante el trance de riesgo mortal del prójimo, a "me pregunté, no por qué vivía, sino por qué había vivido", al declinar Zama). Sobre su figura, aunque se haya sustraído el episodio, acá o allá Zama es siempre el que vende el caballo ganador en el instante que precede su triunfo. Concluyo: la adaptación no es fiel, es leal.

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