jueves, junio 26, 2014

Calamar

Bajo este sol tremendo está narrada en tercera persona, aunque el punto de vista oscila entre dos personajes: Cetarti y Danielito. Me asomo a cada capítulo para ver quién mira. Considerando la perspectiva 1 como la de Cetarti y la 2 la de Danielito, anoto en mi libreta la secuencia a lo largo de los 41 capítulos: 11112121122122122111221221122121212121211.
(Una elefanta de circo baila el tap del electrocutado).
Es decir que el predominio de Cetarti al comienzo parece amenazado por Danielito, pero no.
Éste es un ejemplo del tipo de fútiles cálculos que ensaya Cetarti en su vivir como quien se deja caer. Por lo demás, pasa el tiempo entre documentales o revistas llamadas científicas y humo de cannabis.
Danielito es un hombretón que arrastra el nombre de dos muertos: el padre, el hermano. Ejerce la crueldad de un modo indolente.
Uno antes y otro después podrían decir: “Hoy ha muerto mamá. O quizá fue ayer”.
Varias muertes acaecen. No encuentro verbo mejor que éste de puras vocales abiertas para esa distancia con que se cuentan. Poca diferencia hay entre la forma de describir lo sanguinario, lo sangriento, lo sanguinolento y los animales varios y raros que se cruzan. Danielito se asemeja al cascarudo enorme y devorador, Cetarti al ajolote casi cactus. Un enorme calamar sombrea el relato de inquietud (ya sé, la inquietud prefiere ser sembrada que sombrear, pero acá oscurece, enturbia). 
(Leer este libro es como arrellanarse en la fiebre, ofrecerse para que medre).

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