"Come
en casa Borges", dice Bioy. ¡Cuánto come! Hasta seis veces por página. En un
libro de 1.663, veo cómo se alzan enormes pilas de platos, verdaderas pirámides
nutricionales para saciar todas esas referencias. La frase sin duda busca reflejar
cercanía y cotidianidad, pero la repetición resulta indigesta para el oído.
(No hay
o no encontré hasta ahora alusiones al trozado de los alimentos ni a la
masticación, ni a otros procesos corporales derivados.)
5 comentarios:
Vero!
qué libro tenés!!!
& veces por página!
Lástima no explique cómo digiere Borges...
(Y yo que pensaba que ya había hecho mérito suficiente para deshacerme de mis últimos lectores).
Ever, no explica, pero ahora me acuerdo de unas líneas en que Borges sale de un mingitorio considerando (en voz alta, claro, si no el otro cómo se entera) si es posible que a veces mear sea más reconfortante que cagar (que como todos sabemos...). ¡Es algo!
"Donde se come no se caga", dice el dicho que dicen.
Imaginate: "Caga en casa Borges".
No queda bien, definitivamente.
"Tira la cadena en casa Borges".
Tampoco queda bien.
"¡Tira la cadena en casa, Borges!"
Muchos preferirían invocarlo de ese modo, pero tampoco queda bien, me parece.
"¡Caga en casa Borges!"
Esa me resulta un poco equívoca, no se sabe si lo manda a cagar en su domicilio o exalta una situación, casi cualquier situación, diría, en que Borges se digne hacer algo, (aunque sea bastante asqueroso), en su casa, que quizás no lo merece.
Todo eso queda feo, brutal. Hasta onomatopéyico. Pero sin necesidad de ir hasta la desembocadura, pensaba yo en que podría haber dicho algo de los pequeños actos previos al embuche. Ya que estábamos.
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