“Oigo la ruina de
todo espacio, vidrio pulverizado y mampostería en derrumbe, y el tiempo una
lívida llama final. ¿Qué nos queda, después?”
“Tengo miedo de
esas grandes palabras que nos hacen tan desgraciados”.
“La historia es
una pesadilla de la que estoy tratando de despertar”.
Se ensayan
explicaciones. El fin de los tiempos de Blake o de una era a causa de la primera
guerra -Gamerro. La reacción ante una velada amenaza de Deasy -velada quizá hasta
para él mismo-: “somos generosos pero justos”. Una alusión, por último, a la
opresión ejercida sobre Irlanda por esos tiempos.
Néstor es el
prototipo del anciano prudente, valeroso, excelente en el consejo, tanto en la Ilíada como en la Odisea -Grimal. “He venido a abrazar tus rodillas”, le dice Telémaco
a Néstor, cuando acude a él para averiguar el destino del padre. Acá hay
un consejero, pero Stephen no se inclina ante él ni a su lado. Este falso sabio enarbola una bandera inglesa: Pagué mi precio. “¿Comprende?” “Por el momento, no” -Stephen.
Y Deasy: “sabía que no”. Pero no sabía, no puede saber.
“¿Es ésta la
sabiduría de los viejos?”
Excurso: Una vez escuché
que Brausen le insinuaba a Stein que había dos tipos de hombres, los que pagan
el precio antes y los que lo hacen después. La mayoría paga antes. Brausen,
después.
Deasy paga antes.
Stephen, después. ¿Comprendería esto Deasy?
Stephen enseña
historia a chicos de rostro vacío. El precio. Y también: “Tía dice que mataste
a tu madre”. Este Hamlet, al que ronda el clamoroso fantasma de la madre
muerta, ¿sobre quién podrá extender la mortaja de su venganza? La culpa le corroe la conciencia. Una vez más: el precio.
Un puente cruza un
río. Y hay muchos puentes sobre el Liffey.
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