“Yo vine por el mezcal”. Le mostré al del bar la enumeración
"tequilas, libros, canciones y mezcales" en el folleto y señalé las
botellas alineadas contra el fondo de un estante. “Son para un evento privado
que viene después”. Ante mi expresión compungida agarró una y la inclinó: ni
rastros del gusano. “Un mezcal artesanal”, dijo para consolarme, y alzó y bajó los
hombros. En la vereda vendían tequila bajo banderines de colores. “Tomá mezcal,
el tequila es para güeros”, me había dicho Nora. Si me tenía que conformar con
tequila, al menos iba a esperarlo a Ever. La librería ganó espacio cuando se
fueron al bar para la primera lectura. En el friso de voces sobresalió la de
Fabio Morábito. Estaba un poco incómoda y lejos, así que cambié la posibilidad
de oír mejor por la de arrellanarme en uno de los sillones con un libro de
Morábito. Me habría dado vergüenza si hubiese sido la única pero había visto gente
que agarraba un libro y se sentaba lo más campante a leer y yo algo de gente
tengo. Leí un cuento completo, “Las correcciones”, que me gustó mucho. Después
vi la cabeza de donde salía esa voz, esos tonos: rulos apelotonados y orondo
bigote. Una especie de joven Vonnegut. Leí unas páginas de la novela de Yuri
Herrera que había recomendado Cohen. No me hizo ilusión. Un Walser, Sueños, un poco. Cuando llegó Ever le
mostré una frase: Walser había querido que una narradora dijese que se sentía
feliz entre libros. Creo que puse el índice sobre el pecho. Es seguro que
sonreí. Salimos por los tacos con guacamole y el tequila. Oímos otras lecturas,
entrecortadas por el barullo y nuestra propia charla. En la mesa final,
Morábito otra vez se distinguió en altorrelieve. No me llevé un libro de él
porque ya había separado cinco y la billetera aullaba bajito. Nos despidieron
con cantos de mariachis.
7 comentarios:
Me gusta.
Parece que en todas las lecturas hay un jóven Vonnegut. Siempre.
Me refería a la fisonomía, Lucía. ¿Es tan común? No lo había notado...
Y Tam: siempre me alegran tus "me gusta".
Vero! La foto del celular no se entiende, igual te la paso luego. Otra cosa: tengo un libro de morabito, una novela creo que de animales. besos
Prestame nomás Morábito, ése que creés de animales. Ya ni recuerdo el título ni el autor que pedí que fotografiaras, Ever, y tan urgente y necesario que me pareció en ese momento registrarlo... Mandá la foto a ver si se puede descifrar algo. ¡Besos!
Es cierto Vero, si hablamos de fisionomía, seguro que no encontraremos a estos jóvenes tan a menudo.
Publicar un comentario