[…] y las demás palabras que no son hechos, que sólo son los huecos de las carencias de la gente, que bajaban como los graznidos de los gansos desde la salvaje oscuridad en las terribles noches de antaño, tanteando los hechos como huérfanos a los que se les señalasen dos rostros en una multitud y les dijesen: ése es tu padre, ésa es tu madre.
William Faulkner, Mientras agonizo
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