domingo, abril 24, 2011

Lo que uno es

Encuentro en Ecce homo el pasaje que leí recortado en otro lado y tan cierto me había parecido: “Nadie puede, en última instancia, escuchar en las cosas, incluidos los libros, más de lo que ya sabe. Para lo que no se tiene acceso desde la vivencia, para eso no se tiene oídos”. Y recuerdo lo de “La tardecita” de Saer, un cuento donde Barco lee, levanta la vista y rememora, y queda clavado ahí en la remembranza por la punzante extrañeza de reconocerse en el recuerdo a través de la lectura. Acá va (disculpá, Ever, me dijiste que no importaba si te subrayaba el libro): “Pareciera ser que, en el estado actual de nuestra especie, siempre es necesario que lo poco que nos pasa de esencial le haya pasado primero a algún otro, de manera que sólo comparativamente podemos llegar a sentirnos, gracias a una lucidez pasajera, y muy de tanto en tanto, con fugacidad fragmentaria, lo que creemos ser o lo que tal vez somos”. Es claro que no dicen lo mismo, pero los pongo ahí, en conversación. En un caso se lee y se comprende porque se vivió. En el otro se vive, se lee, se recuerda y se ve más claramente el episodio vivido después de la lectura. Estaba antes eso ahí, sabía Barco sin ver en la velocidad de ese presente. Pero al leer se entera de que sabe. Desde esa perspectiva la lectura no transforma: revela. La lectura de Barco -me refiero a una dimensión amplia de la lectura, claro, y no al acto de seguir el senderito de letras alineadas- como pasa tantas veces, se produce cuando levanta la vista del libro.

3 comentarios:

Pablo dijo...

Me gustó esa idea de punto de fuga, ese "levantar la vista del libro", la idea de una visión que va más allás. Vengo de ver un grupo de ¿jazz? ¿música contemporánea? y bromeaba después con el director: "Los tenés cagando, no levantan la vista de la partitura". El se rió: creo que él hubiera dicho algo como lo que vos decís: la música (en tanto lectura) se produce cuando se levanta la vista de la partitura...

CRISTINO PRO-CRASTINA dijo...

sSorpresivo viraje platónico en el Ecce Homo nietzscheano...Porque si uno solamente despierta o reactualiza lo que ya sabe-sabía no hay en puridad progreso del conocimiento sino apenas rememoración, también me huele al insosoportable de Hegel...a el espíritu depois de su interminable viaje por el dolor de la realidad inconsciente que aun se desconoce a sí mismo al final con su auhebund abraza todo, la vuelta dialéctica de la experiencia toda lo reconoce consigo mismo, digamos ke ve la cara ke realmente tiene…
Creo ke lo contrario es más factible, perderse de uno es conocer, experimentar, saber…la lectura es un viaje antihomériko o antiodiséiko, parte de una Ítaca metafórika para no volver junto a ninguna Penélope y tampoko hay un secundario llamado Argos ke lo pueda delatar o reenviar a un pasado….común…conocer es perderse…como la vida misma!

Vero dijo...

Bueno, Pablo, qué suerte que compartas. Y sí, no son drogas de efecto instantáneo, si son buenas.
K., en tus palabras hay una que abre una trampa: "factible". Para Barco, el personaje de Saer, o para Nietzsche, lo que aseveran es factible. Cierto que hablan de universales, uno dice "nadie" el otro "siempre". Pero yo no puedo dejar de ver esto como formas de mirar. Por eso el matiz "desde esa perspectiva". Son prismas, para mí.