A pesar de las facilidades para ver películas en casa me gusta ir de vez en cuando al cine. Ayer fui a ver Temple de acero. Es una buena historia de vaqueros. Aunque todos están bien en su papel, la pibita se destaca, lo que es decir. Pero me di cuenta de que me volví una espectadora difícil para este cine, digamos, de divertimento. No respondo bien a los guiños. Donde otros se ríen, gruño, por lo bajo. Eso me volví: una gruñona ante esa clase de concesiones. Los años, serán. “La fibra se educa”, le decía a Pablo, el otro día, hablando de lo que nos conmueve. También se endurece, esa cuerda, no la pulsa cualquiera. Pesaba además la para mí inevitable comparación con Winter’s bone -en español la titularon didácticamente Lazos de sangre- que vi hace unos días. Esa sí, tremenda película. Hay también una casi niña que se lanza en persecución, no del asesino del padre como en Temple de acero sino del padre mismo, o de su cadáver -no es que lo prefiera, pero también le sirve encontrarlo muerto. Como la chica de los Coen, deja en casa madre y hermanos, pero su situación es más desesperada: donde una se aventura por venganza, a esta otra la mueve el afán de supervivencia. Una chica verdaderamente dura.
jueves, febrero 24, 2011
Dureza
jueves, febrero 10, 2011
Down in the pampas
Anoche, los Utopians en Le Bar. Tarde y por eso lejos los escuchamos, con Nora, desde una escalera con luz escenográfica. Dejo acá un cover de Sumo que suelen tocar.
miércoles, febrero 09, 2011
El fantástico señor Cohen
Después, un buen cuento. Se dice, ordenadamente, “El colosal corpachón resplandece en su inmanencia”, “Marañas de smog irisan la luz” y también “Un patrullero hiende el tráfico para incrustarse en la batahola”. Más adelante es como si el caos cantase. Uno abre los ojos. Ustedes no pueden imaginarse, muchachos, todo lo que hay que ver para el que está dispuesto.
jueves, febrero 03, 2011
Desmoronamiento
¿Qué sonido hace la furia de un idiota?
Es evidente que quien tradujo The sound and the fury como El sonido y la furia tomó la primera acepción de “sound”, desnuda, y no tuvo en cuenta el contexto, la frase de Shakespeare. En el prólogo a mi edición de Santuario encuentro otra traducción, de singular audacia: “En 1929 aparece The sound and the fury, cuyo título, difícil de traducir (Zumbido y Frenesí), está tomado de los famosos versos de Shakespeare, en que la vida se define como una patraña relatada por el verbo, furioso y resonante, de un idiota”. “Zumbido y frenesí” no me agrada, pero si pienso en un idiota agitándose con vehemencia, no me parece una traslación descabellada. “Tanto barullo para nada”, se podría decir, de la vida. O también: “Much ado about nothing”.