Lo difícil es combinar el ambiente interno con el externo. Por eso muchas veces resuelvo esto leyendo. No sé cómo aquietarme, entonces leo, por esa incapacidad. Leer es meterse en lo que otro soñó, en el sueño que uno tuvo y volcó en palabras. Va uno, no ese uno sino este, se entiende, y junta de a paladas de palabras el sueño de otro y lo hace propio. Claro que no es el mismo, y ahí es donde está la magia. Es así: uno te cuenta un sueño y vos mientras escuchás soñás con esas cosas que el otro cuenta, si el sueño está bien contado, claro, si no te distraés preguntándote qué habrá para desayunar o acordándote del último carnaval. Si está bien contado, soñás lo mismo, pero cambiado. Leto sin ir más lejos escucha al Matemático y a Tomatis que le hablan del cumpleaños de Washington. A veces se distrae, a veces se embebe. En esos casos, cuenta el narrador, que hace lo mismo que el Matemático, ¿no?, contar lo que otro contó, porque lo del Matemático es un relato referido por otro, él, en lo de Washington, no estuvo, hace lo mismo, decía, y el que lee es como Leto, de a ratos escucha y de a ratos más o menos, en esos casos, como iba diciendo, cuando presta atención, sucede la magia que decía hace un rato, eso de meterse en el sueño de otro cambiado por uno. Leto imagina una quinta conformada por pedazos de otras quintas que conoció, y así uno, ¿no es cierto?, lo mismo, ve a Botón en el fondo de una quinta, pero resulta que en la imaginación, pongamos, mía, por ser la que tengo más a mano, Botón, más bien redondo, y eso no sé si lo dice Leto o el Matemático o me lo imagino por el formato habitual del botón, Botón, decía, en mi, qué le vamos a hacer si es lo que tengo, imaginación, está punteando el huerto de mi abuela en Marcos Paz.
sábado, diciembre 22, 2007
viernes, diciembre 21, 2007
Sustracción
domingo, diciembre 16, 2007
Saer, Cohen
Leí, además de la entrevista a Cohen, esta a Saer que Carlos linkeó. La novela, para Saer, “sigue siendo una tentativa de representar el mundo por los medios de la ficción, y una reflexión acerca de la realidad”. Dice Cohen que sus libros proponen “otros modos de descifrar lo real”. Los dos se desentienden del lector. (Y yo amo a Saer como Mara, y a Cohen, a quien ignoro si Mara ama; me enmaraño en sus marismas, maravillada.)
Otrosí, parece invento: Narrar es inventar lo real, dijo Saer, hace años y lo repitió en este blog hace unos días. Ayer nomás pasó Puck por ahí y me dejó en un comentario una cita de Cohen, de O’Jaral, que no merece ese lugar marginal, ese pasillo previo, esas letras enanas: “Porque las historias se recuerdan, pero sobre todo se imaginan, y cuando se formulan crean lo real”.
Reimpresiones
Googleando “Kafka cuchillo de hielo” (porque Cohen citó en el Malba una frase de Kafka, “los libros que importan te traspasan como un cuchillo de hielo”, y quería saber de dónde la había sacado) llegué, no adonde quería, porque la duda está todavía, atravesada, no como un cuchillo, sino como una espina, que es el rango de crueldad que corresponde por lo general a las dudas, llegué, decía (si me voy a dedicar a la literatura tengo que ser hábil para las digresiones, la literatura es una digresión de la realidad, me decía Barco anoche, pero no sé si le entendí bien, yo también había tomado) a esta entrevista que le hicieron en El astillero a, justamente, Cohen, muy buena, aunque el título es de espanto. Para Donde yo no estaba, plagió frases de otros libros, las reprosçdujo a veces intervenidas, torcidas, dice. Pienso en incrustaciones. En impurezas. Literatura impura, contaminada. Por ejemplo, lo que sigue. Hace poco anduve por lo de Luis recordando algo que dice Benjamin sobre Kafka y Brod. No voy a volver sobre eso ahora. Pero anoto acá un pasaje de Cohen que me trajo una reminiscencia de aquel otro.
Marcelo Cohen, Impureza
La vasta proyección en plano de un cerebro que sueña
Hace tiempo que vengo diciendo que voy a decir algo sobre Impureza, la última de Cohen, y no digo, ni algo siquiera. El tema es que para hacer interesantes mis impresiones sobre la novela, para ser al menos a medias amable con quienes pasan por acá, no puedo volcarlas sin más, tengo que acomodarlas, articularlas. Elaborar. Eso: elaborar. Y el tiempo libre en estos días fue breve y salteado, hipante. Pero los días se acumulan y las ideas sobre un libro que leí hace tres o cuatro semanas se adelgazan. Los borradores se borronean. Quizás más adelante diga algo. Por ahora, copio abajo, casi crudas, apenas salteadas, algunas notas que tomé en las siete páginas en blanco que siguen a la última línea de la novela y que la generosidad los editores ofreció a mi lápiz.
Tango.- “Ya da la noche a la cancel / su piel de ojera. / Ya moja el aire su pincel/ y hace con él la primavera. / ¿Pero qué?, / si están tus cosas pero tú no estás, / porque eres algo para todos ya / como un desnudo de vidriera”. Sé que la cosa viene de tango así que leo “Ojeras” y la palabra despierta el recuerdo. (Es un tanteo intuitivo. Después voy a ver que se ajusta bastante a Verdey, o, mejor dicho, a la nostalgia rabiosa de Neuco por Verdey.)
Futuro.- Parece que ha llegado, se ha desplomando. El futuro se muestra acabado, la negra cerrazón de la desesperanza. Desazona esta frase: “No hay novedades. Ha llegado el futuro”. Descorazona.
Mnádex.- “el que oye la canción queda alelado de empatía”. El panconsciente se alelaba, también. Pero hay acá algo perverso, una intención colonizadora. “Como quien es abordado por la pluralidad de lo que existe”, estaba el panconciente. Pero “la panconciencia es una alucinación consensual” (esto es de Los acuáticos, en donde para mí ya se ve el caldo en que se cocerán Donde yo no estaba e Impureza). Eso le falta a la frecuencia mnádex, lo consensual. La frecuencia mnádex implanta. Por eso mismo es más verosímil. Colonización subliminal: fácilmente reconocible en las corrientes estrategias de marketing o el encantamiento que obra la música electrónica, los ritmos repetitivos que extasían.
Océano.- La intimidad es inmensa, oceánica. Une la cadena de momentos. Asocia las palabras a imágenes. Sólo se vive en la intimidad. Neuco busca una explicación en los libros, un paliativo. Me acuerdo, claro, de Aliano y de O’Jaral. Pero Neuco va más directamente al punto, quiero decir a la palabra. Lo que lee: Casos y cosas del idioma. Así intima con las palabras, se las apropia. O no se nos hace carne, a veces, lo que leemos. Pienso, resumo: todo lo dicho sobre la intimidad podría decirse del lenguaje.
Verdey.- Eva o Gilda, dijo Carlos. Sí. Y también versión de Yónder, digo. Una y uno: “Lo que puncha al patrón es organizarse”. “Si queremos eficacia, quinotos, tenemos que autoprogramarnos”. “Qué tanto sentimiento si no sabemo razonar”. “Cónfrades: lo central es la confianza en la propia capacidad de pensar”. “¿Ustede se creen que son alguien porque dan miedo? Ni individuo son, no sean otarios”. “¿Y ustedes quieren hacer una isla mejor, manga de caguetas? Lo que quieren es más pomada en el culo”.
Impura Verdey, hasta el color de los ojos, que primero es negro y después verde. Pero en sus ojos hay que creer como en sus saltos: suspensión de la incredulidad. Encantadora Verdey, ruin, diabólica, viciosa, creyente en la posibilidad de purificarse.
Pureza.- Todos impuros, dicen Verdey, Nígolo. “Sí, todos somos impuros, viejito, pero eso de la pureza es un argumento para desmerecerse; y cuanto más un o se rebaja más se permite ser infeliz”. Aspiración a la pureza, que en ningún lado mora. Porque del pretendido puro se desconfía (“el carácter presuntuoso y fraudulento de una virtud sin dobleces”). Todos tenemos dentro un poco de basura. “Todos tenemos dentro un poco de basura”. (Porque también lo puedo decir yo y sacarle las comillas). Mancha indeleble, dice Verdey. La mancha humana.
(Y todo esto es nada más un paseo con buscapolos por un libro, sin agregar casi nada).
jueves, diciembre 13, 2007
Fogwill
lunes, diciembre 10, 2007
Acercamiento a Saer
La fabulación creadora nada tiene que ver con un recuerdo incluso amplificado, ni con una obsesión. De hecho, el artista, el novelista incluido, desborda los estados perceptivos y las fases afectivas de la vivencia. Es un vidente, alguien que deviene.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía?
Narrar no consiste en copiar lo real, sino en inventarlo.
J.J. Saer, El concepto de ficción
Fee fi fo fum
Ahora mismo estoy escuchando “Crua chan” y no puedo dejar de ver el colegio escocés, Gordonstoun, el edificio con todas esas estrictas líneas rectas de donde se desprendió una curva.
viernes, diciembre 07, 2007
Por qué no puedo escribir un post
lunes, noviembre 26, 2007
Lo informulable
domingo, noviembre 18, 2007
Jöns
Por leer a Portnoy me habían entrado ganas de ver El séptimo sello. La vi hoy, primero entera, después por partes, para repasar los parlamentos del escudero Jöns, que son para mí los mejores. Me recordó, en cierto momento, a Hamlet con la calavera de Yorick. Cabalgando, Block y Jöns divisan la figura de un hombre que parecer descansar junto a una roca. Jöns desensilla y se acerca a preguntar por una posada. Descubre que se trata de un cadáver ya corroído. Callado, monta. Tiene lugar este diálogo: B: ¿Sabía el camino? J: Poco sabía. B: ¿Qué te ha dicho? J: No habla. B: ¿Era mudo? J: No, de mudo no tenía nada. Más bien diría que ha estado sobradamente elocuente. A: ¿Sí? J: Sí, elocuente de veras. Pero su discurso ha sido lúgubre, hay que reconocerlo.
viernes, noviembre 16, 2007
Fuga agamuzada
No escribas hasta no haber tragado hoja tras hoja toda esa biblioteca a tus espaldas y otras más, no escribas hasta ver si lo que escribiste, o mejor, hasta corroborar que lo que escribiste fue dicho mil veces, hasta que te hartes de tus ideas, de haber oído tantas veces tus ideas en otras voces que el asqueo te despoje. Desnuda de ideas como naciste. Después de enloquecerte como lo hacés con libros, y hasta a veces sólo con una frase (“fuga agamuzada de la araña” dijo Norah Lange y yo me estremecí), salite de una vez de los paréntesis que te escudan, temblabas, por qué, porque no hay palabras más conmovedoras que las que rozan lo que no se puede decir, eso, lo rodean, “fuga agamuzada de la araña”, dijo, y pudiste sentir las patitas velludas. No escribas hasta que las palabras te caminen y te ericen la piel en la fuga agamuzada de la araña.
jueves, noviembre 15, 2007
Consideraciones sobre O’Jaral
Mientras miro la peli El pasado y sin desviar la mirada de los ojazos de Gael, me acuerdo de O`Jaral cuando Rímini olvida el francés. A ver, alumbremos un poco el revoltijo: Rímini intenta despegarse del pasado (y descubre su alta capacidad adhesiva, aunque no viene al caso detenerse en eso ahora) pero en el esfuerzo exagera (involuntariamente, claro) y hunde lo que debiera haber flotado después del naufragio. Expresiones en francés, por ejemplo. Entonces se me arrima el recuerdo del olvido de O’Jaral del significado de “alligator”. O’Jaral, el traductor, que corta su vida en el filo en que dio muerte. Dice él que es la gruesa (una suerte, o desgracia, de marihuana), pero se me ocurre que puede ser esto otro.
Como
De noche, revisando y anotando un texto, explico: “Es raye mío, quizás, pero trato de evitar los como si”. Tras esa aclaración me quedo, un momento, pensando que a veces hasta prefiero saltearme los “como”, para ir directo al símil, sin ese “como” amortiguador. Sospecho en ocasiones en el “como” una condescendencia hacia el lector que debería resultar ofensiva.
jueves, noviembre 01, 2007
Abastecida de tango
Las tres han dado y sereno. Entro, me meto en casa como en una funda, el aire templado me apronta para las sábanas -en la calle el frío me atravesaba el saquito como si nada-, baja el cansancio desde los hombros y ya me acuna, pero antes de dejarme caer doy testimonio: fui a escuchar y ver a
viernes, octubre 26, 2007
Anotación
"Dejo acá que pase el tiempo, la tinta. Cada trazo una fracción de segundo. Así mido el tiempo en mi reloj de tinta o de café, materias que como la arena tienen la propiedad de fluir con pereza a través de conductos -un tubo plástico, la garganta. Le puedo decir al mozo: tardaste tantos renglones en traer el café. Nada digo de lo que no se mide, de lo que se agita, íntimo y misterioso, mío pero como ajeno".
Antes, el cuaderno dice "nowhere." Después, "Book".
viernes, octubre 12, 2007
Belleza americana
De la vida diaria o editorial
- Sí, pero mirá si todas esas fueran Verónicas. ¡Sería el Apocalipsis!
lunes, octubre 08, 2007
Tan tonta como ella
(Una se mata, otra se deja llevar y perder por los caminos).
jueves, octubre 04, 2007
viernes, septiembre 28, 2007
Cohen, la traducción
Como siameses
lunes, septiembre 24, 2007
Sobre la interpretación
Ahora que leo El testamento de O’Jaral, muy anterior (’95) a Oficios ingleses (’04) no puedo dejar de trazar una simetría. Dos traductores, dos imitadores, las variadas formas del decir, los trucos del mago al descubierto (por tomar cualquier ejemplo, al tuntún: “una rampa bajaba hacia humosos amontonamientos de chozas cubistas y, pensaba el traductor O’Jaral, abigarradas”). También a los cantantes, que prestan su voz a lo que otros escribieron, se les llama intérpretes. Un dúo, pienso, entonces. De siameses.
(Además, aparte y entre paréntesis: Oficios ingleses está dedicado “a Marcelo”; Donde yo no estaba, “a Graciela Speranza, mi mujer”).
El misterio del arrullo
“¡Traductor! O sea: intérprete. Aj.” “Bueno, también podría decir: imitador profesional de estilos.” “Mire, no la embarre más. Las dos cosas son lo peor del mundo. Aunque si de veras conoce las palabras, de algo podrá servirnos”.
[…]
O’Jaral se sentó en el suelo. Entre largos sorbos de agua, en voz baja, con las pupilas duras, dijo: “No habrá perdón para el que desprecie a los traductores. El vulgo no lo sabe ni lo saben los falsos sabios, pero si todo es lenguaje, si nada es real, nada es traducible o todo es traducible. El traductor ha aprendido que siempre es cuestión de traducir la primera frase de un escrito; si lo consigue, las habrá traducido todas. Que quede claro. A la hora de ganarse las lentejas, un traductor puede ser un mercenario, pero en su esencia es un intérprete universal. Lo mismo traduce entre idiomas que de un sistema simbólico a otro. Un traductor de verdad es un develador de misterios.”
Marcelo Cohen, El testamento de O’Jaral
viernes, septiembre 21, 2007
Un arrullo criollo
Me gusta muchísimo esa frase de Borges: “Astoundingly, my own book The cards of the cardsharper received not a single vote”. The cards of the cardsharper is such a beautiful Borges title.
[…]
Busco las Obras Completas en el segundo estante de la derecha y recorro las últimas páginas de “El aleph”; en
Graciela Speranza, Oficios ingleses
jueves, septiembre 20, 2007
Tanta alegría seguida me va a hacer mal
sábado, septiembre 15, 2007
Lloverá siempre
Esas que están arriba son las dos últimas palabras (el giro de la llave, “cierro y me voy”, pienso, pero no voy a decir de dónde es eso) de Cuando ya no importe. Hace un rato fui de compras y ni paraguas llevé, me dejé mojar. Esta perpetuidad de la lluvia me saca las ganas de resguardarme. Decía: volví a casa con la lluvia y la frase en la cabeza, agarré el libro, leí otra vez el final, y como siempre en casos así me puse a revolverlo. Hay varias cosas marcadas. La confesión de Díaz Grey sobre su falta de pasado (desde La vida breve se sabe que nació adulto y mirando por una ventana), por ejemplo. Elijo.
-¿Qué hacés?
-Leo- respondí sin mirarla.
-¿Qué cosa? ¿Qué es leer?
-Palabras.
-¿Están todas en el libro que leés?
-Todas.
-Las que dice la mama y yo también- preguntó la chica.
-Todas. Todas las palabras se hacen con letras.
-¿Qué son?
Le mostré la página del libro y señalé con el cigarrillo sin encender.
Registro fenoménico de estas mañanas
Jueves: Veo desfilar una infinidad de paraguas tristísimos, con una esquina agachada por una varilla rota. La gente sigue usando esos paraguas, les perdona ese estropicio (dos varillas quebradas derivarían en la mojadura de al menos un hombro; entonces advendría el descarte, por ineficacia). Y así circulan, acentuando el gris.
Viernes: De tanto andar en remojo todavía siento los huesos blandos. El aire sigue pastoso. Oteo el cielo dudosamente blanco. No me engaña esta luz: se va a largar de nuevo.
Sábado: Mientras leo, afuera el día decae. Oigo el golpe del agua (se ve que se estuvo conteniendo). De a ratos llueve tan tupido que parece continua, no repartida en gotas.
martes, septiembre 04, 2007
Y dale
lunes, septiembre 03, 2007
jueves, agosto 30, 2007
Y así con todo
miércoles, agosto 29, 2007
Vonnegut
-Eliza –continué-, en muchos de los libros que te he leído se dice que el amor es lo más importante de todo. Quizás éste sea el momento de decirte que te quiero.
-Pues bien, dilo.
-Te quiero, Eliza.
Ella lo pensó un momento.
-No –replicó finalmente-, no me gusta.
-¿Por qué no? –pregunté.
-Siento como si me estuvieras apuntando con una pistola. Es una manera de hacer que alguien te diga algo que probablemente no siente. ¿Qué puedo decir, qué puede una persona decir, excepto “yo también te quiero”?
Kurt Vonnegut, Payasadas
sábado, agosto 25, 2007
Sobre el OuLiPo
Como es evidente, el post anterior es una crónica muy personal, donde se dice muy poco acerca del OuLiPo. Para los interesados, las recomendaciones de la casa son este sustancioso escrito de Bénabou y de postre esta traducción del comienzo de una novela de Perec, que Berti leyó el martes y que pareció no disgustar a Bénabou y Le Tellier.
Tríptico del martes
I
Llego tarde, pero el programa está atrasado, me dicen, así que por esas cosas de la relatividad los dos retrasos se encuentran en un punto intermedio. Conforme, decido entrar. Me preguntan si necesito traducción simultánea, digo sí y me adosan un ladrillo del que cuelgan los auriculares, negros, bisbiseantes. Tengo los míos, blancos, donde todavía canta Billie Holiday, apago, guardo, me pongo los negros, todo eso mientras entro al auditorio, busco el lugar más a mano para sentarme y miro a los tres del estrado. Uno habla. En francés. Me acomodo. La voz en los auriculares me dice que el objetivo de OuLiPo es proponer medios de escritura, no necesariamente producir obra. Busco en el programa fechas de nacimiento y deduzco: Bénabou. Habla de creación creante, estructuras, limitaciones. Dan como ejemplo una obra de Perec, La desaparición, que omite la “e”. Le Tellier cierra, como bien queda, con una nota simpática, afirmando que el verdadero éxito del grupo llegará cuando se lo mencione con una connotación negativa, como sucede con el surrealismo.
II
Se presenta una adaptación de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau, por Patricio Orozco. Dos mujeres, un hombre. Jueza, abogada, acusado (de empujar a otro, de hablar con un amigo, de perder un botón). La abogada se extiende en precisiones inútiles de tiempo y espacio. Llama a la testigo. Cuento ocho entradas de la misma persona, narrando lo mismo de maneras diferentes (no recuerdo algo específico sobre la primera; la segunda es artista plástica y describe colores; la tercera interpone a cada paso la muletilla “entonces”; la cuarta empieza en el desenlace y culmina en el comienzo; la quinta parece amedrentada; la sexta busca metáforas en la comida; la séptima es vacilante; la octava, poeta). El hombre se ve vencido por la copiosa evidencia y confiesa: que empujó, que habló, que perdió un botón. Lo llevan.
III
Cuando la chica presenta a Cohen dice que escribió El país de la dama y él no la corrige. Empieza la voz algo aguda de Cohen, con breve intro donde se declara admirador de Queneau y como supuse, lectura. Dice que OuLiPo encuentra la posibilidad de desinhibirse mediante un régimen literario estricto (más tarde descubriré que es una recreación de esta frase de Georges Perec: “En el fondo, me impongo reglas para ser totalmente libre”). Habla de un desapego budista en los integrantes del OuLiPo (más o menos textual: “como para Herzog y Coltrane, para ellos el artista es una vasija para el arte, que viene del cielo”). Apela a una idea de Agamben: existen seres vivientes y substancias por un lado y dispositivos por otro. De la relación entre ambos surge el sujeto. Un dispositivo es la literatura. Entiendo (no sé si lo dice o lo deduzco, o quizás debería decir: colijo) que quiere llegar a que el OuLiPo fuerza ese dispositivo. Cuando termina de leer, se (me veo tentada a decir “se entabla una conversación”; no, por favor), se suelta y conversa con los franchutes (pero B. es marroquí) y viene lo mejor de la noche, como siempre que tras un acto más o menos formal la gente se apoya en el respaldo y estira las piernas (la distensión propicia la fluidez, como en cualquier canal). Bénabou cita a Queneau: “El verdadero inspirado nunca está inspirado, lo está siempre”. Hablan de los neologismos -Cohen los arrea para ese lado, que tanto le gusta recorrer-, de su efecto deconstructor en la lengua. El objetivo de Queneau, dice Le Tellier, era que con el neologismo la palabra se volviese más comprensible. La destruía para mostrar su carácter efímero. Hablan del pequeño escritorio de Queneau en Gallimard; las reuniones en la casa de Perec; la importancia del la muerte y del aspecto moral; las matemáticas; Joyce; Hegel; Cortázar y los palíndromos; Borges y “Pierre Menard, autor del Quijote”. Después saludan. Nos vamos. Ellos no. Se quedan allá. Y acá.
jueves, agosto 16, 2007
Espejismo
sábado, julio 28, 2007
Interpretación de Hawthorne
Me acuerdo de que cuando cursaba Literatura Norteamericana les conté La letra escarlata a dos compañeros que no habían llegado a leerla, en un bondi repleto, casi gritando para superponerme al bullicio. En eso una mujer me toca la mano: “Perdón. Es la vida de una santa, ¿no?”
Indeleble
En La letra escarlata, la comunidad puritana de Nueva Inglaterra lava sus trapos sucios en las costillas de una adúltera. Por eso me parece increíble el comentario del Chicago Sun-Times que consigna la contratapa de La mancha humana: “Una tragedia moderna”. (Al menos dos veces Zuckerman menciona a Hawthorne). Recuerdo que también Desgracia (encuesta: ¿cómo se pronuncia Coetzee?) culmina con un sacrificio (“Llevándolo en brazos como si fuera un cordero”). Pero acá me gustó la idea de la mancha imposible de lavar que desliza Faunia: “La mancha tan intrínseca que no requiere señal [Hawthorne]. La mancha que precede a la desobediencia, que abarca la desobediencia y embrolla toda explicación y comprensión [Kafka. A propósito: [[Esto debería ser una nota al pie, pero blogger me las deja patas p’arriba, a veces]], Faunia dice ser un grajo, es decir, en checo, kavka. Ya sé, mucho, ¿no?]. Por ese motivo toda purificación es broma, y una broma bárbara, por cierto”.
Por eso:
"-He de bailar-dijo Coleman-. ¿Quieres que bailemos?"
jueves, julio 26, 2007
De las molestias que causa un tadeys en el bondi
miércoles, julio 25, 2007
Alma en carne viva
martes, julio 24, 2007
El secreto
Terminé de leer La mancha humana, de Philip Roth, y volví al inicio. Como si después de desenvolver un paquete de varias capas -en el centro está el secreto de Coleman Silk que a su vez el narrador, Zuckerman, oculta; una elaborada construcción contenida en otra- lo hubiese vuelto a cubrir, solamente para demorarme en abrirlo y admirar los pliegues del papel. Cada palabra sigue fija en su sitio, pero la novela que me cuento es otra.
miércoles, julio 18, 2007
Claroscuro
lunes, julio 16, 2007
Consuelo
También este día terminó. Presiento en la sangre insumisa la madrugada en pie de guerra, el rito de pasaje. Espero la hora del cansancio -me anima la experiencia de noches anteriores-, el alivio de los párpados pesados. Todo el día fue un solo cuchillo: el filo me dejó el ardor del anhelo. Tapo mis ojos formando una cavidad oscura. Los abro. Grietas de luz naranja todavía. Entonces junto más los dedos. En un hueco sin luces engañosas como este que fabrico quiero sumergirme hasta perder las ansias, como si me desvistiese.
domingo, julio 15, 2007
Reflejos
El espejo, muchos, captándole las facciones; todos le reflejan el rostro, y usted cree que posee un aspecto propio y prácticamente sin cambios, del cual le dan una imagen fiel. Pero, ¿qué espejo? Los hay “buenos” y “malos”, los que favorecen y los que afean; y los que son apenas honestos, cómo no. ¿Dónde situar el nivel y el punto de esa honestidad y fidelidad? ¿Cómo es que usted, yo, los otros prójimos, somos, en lo que se refiere a lo visible? Usted dirá: las fotografías lo comprueban. Respondo que, además de que prevalecer para las lentes de las máquinas objeciones análogas, sus resultados apoyan antes que desmienten mi tesis, ya que se superponen a los datos iconográficos índices de lo misterioso. Aun sacados de inmediato uno después de otro, los retratos siempre serán entre sí muy diferentes. Si nunca prestó atención a eso, es porque vivimos, de modo incorregible, distraídos de las cosas más importantes.
domingo, julio 08, 2007
De mí
Ocho cosas. Pero si siempre hablo de mí... Cuando digo algo sobre un libro, por ejemplo. Hasta cuando cito sin comentar. Me describo todo el tiempo de refilón, en el blog, me guste o no. Como sea, probemos.
martes, junio 26, 2007
Vos lo dijiste
domingo, junio 24, 2007
Una visión
Mientras leo, una frase da forma a una imagen y enseguida arrastra otra, recrea un recuerdo. Cierro los ojos para ver mejor. Cuando ya no puedo retener la visión por más tiempo, abro los ojos. Miro las paredes, el papel iluminado. Todo lo que me rodea cobró en segundos un matiz adverso, o quizás algo esquivo de aprehender, como si me hubiese vuelto extranjera. El libro se me hace amargo en las manos y lo cierro. Recién cuando enderezo la boca me doy cuenta de que estuve sonriendo.
Kafka por Janouch
Ayer terminé de leer el libro de Gustav Janouch, Conversaciones con Kafka. Estas conversaciones, como bien señala Leandro, no son, en verdad, diálogos. No hay, mayormente, intercambio. No dejé de tener en cuenta en ningún momento, mientras leía, que las palabras de Kafka son referidas por otro, lo que introduce cierta turbiedad. Aun así se percibe su tono, bastante diáfano -bastante para hechizarme, quiero decir, no sé si bastante en modo general. Janouch captura para sí las palabras del hombre al que idolatra -“No me atrevo a tocar con mis labios el borde que se llevaba a la boca el doctor Kafka”, dice hacia el final, hablando de una taza de porcelana que perteneció al escritor y le fuera obsequiada. Esa admiración, dice, lo llevó a la imposibilidad de leer su obra póstuma. Imagino a Janouch embuchando todas esas palabras dichas, esos trocitos de aire expelidos por Kafka y corriendo enseguida -me acuerdo de una frase de Viñas, “como si transportase el santísimo”- a escupirlos en el papel, antes de que el tiempo tornase infiel el espejo de la memoria. Janouch era muy joven en la época de su trato con Kafka -y es consciente de sus limitaciones-, pero consigue traspasar algunos rasgos valiosos para componer su figura. Tomé varias notas, pero no quiero cansar con mis manías. Quizás les guste saber que en numerosas ocasiones habla de su risa. Describe su postura -me reí imitándolo-, el sonido -“el leve sonido que producen las hojas de papel al agitarlas”. Me gustó especialmente esto: a veces Janouch reproduce un dicho terrible de Kafka y muestra cómo poco después -sin que esto le quite seriedad a lo anterior- forma un juego de palabras y ríe. Ese pasaje de la gravedad a la risa -o esa risa grave- me parece -también en otras personas- admirable, una constatación de su inteligencia.
sábado, junio 23, 2007
¿Qué tal?
La felicidad sólo es una cuestión de orientación. Es decir, quien es feliz no ve el lado oscuro de la realidad. Sus ganas de vivir ahogan el sonido de la martilleante carcoma de la conciencia de la muerte. Olvida que no está caminando, sino cayendo. Va como anestesiado. Por eso resulta casi indecente que alguien nos pregunte cómo estamos. Es de tan mal gusto como si una manzana se dirigiera a otra con la pregunta: “¿Qué tal les va a los gusanos que le entraron a usted por culpa de la picadura de aquel insecto?”. O como si una brizna de hierba le preguntara a la otra: “¿Qué tal se marchita usted? ¿Cómo se encuentra su querida putrefacción?”.
miércoles, junio 20, 2007
lunes, junio 11, 2007
Irreversible
Cada paso es irreversible. También el que no di. Sin embargo, lo omitido viene a pedirme cuentas, muy de vez en cuando, como un acreedor obstinado pero algo olvidadizo. Es posible que la sospecha de su insensatez lo incite a la pereza.
jueves, junio 07, 2007
Esquizofrenia
¿No es la escritura, al menos ésta, la marca, el sello de la esquizofrenia? Debería decir, si decir es siempre para alguien más, si decir es una ofrenda, un sacrificio: vivo desde la piel y escribo desde los huesos. Y no hay más máscaras en lo escrito que en lo vivido. Ah lo social, aceitado tobogán, telaraña sedosa y tibia. Los huesos en cambio son siempre ásperos, astillosos. Pero me erizo ante la autocompasión y la condescendencia. No. No sufro mi médula pedregosa.
jueves, mayo 31, 2007
Notas sobre La pianista
Hace unas horas leí el último tercio de La pianista, donde se desata lo que se venía cociendo. Algunas anotaciones rápidas, sobre la lectura fresquísima: me costó acostumbrarme al uso constante del tiempo presente (hasta en los flashbacks), al fraseo corto. Como si hubiera que leer entre sobresaltos. Es cuestión de dejarse llevar. Me fascinaron algunas imágenes poéticas, me molestó la insistencia para dejar en claro que el sexo de Erika es frío, insensible y cerrado como una piedra, algo que se reafirma cada vez que aparece un nuevo estímulo. La novela parece una fábula sobre el poder. La madre ejerce su poder sobre la hija, hasta que la hija se vuelve y la devora, más o menos literalmente, en la cama conyugal. Erika domina a Klemmer, aunque en superficie parezca lo contrario. Me fascinó verla desplegar su voluntad hasta en el sometimiento. El chico se espanta de tanta fuerza. A él que está acostumbrado a las aguas turbulentas esta mujer le da vértigo. No puedo pensarla como víctima si considero el sadismo de la escena del baño. Y lo que medita Erika al escribir la carta, esa carta que solamente se deja ver entre líneas al lector: “Mientras mayor poder tenga sobre ella, tanto más quedará sometido a su propio arbitrio. Klemmer será su esclavo […] y él creerá que es su amo”. Cuando él la lee, piensa “o sea que, aun siendo su amo, ¿se le escapará y jamás llegará a dominarla?”. El masoquismo subvertido. Enfurecido, Klemmer lastima. Casi sobre el final, se puede leer, como una acusación o un pedido de abrir los ojos: “El mundo, que no está herido, no se detiene”.
Mujeres crueles
El segundo tipo de crueldad, fruto de la suprema sensibilidad de los órganos, sólo es experimentada por seres extremadamente delicados, y los excesos a los que ella les conduce no son sino refinamientos de su delicadeza […]. Ahora bien, es a este segundo género de crueldad al que por lo general se inclinan las mujeres. Estudiadlos bien, y determinaréis si acaso no es el exceso de sensibilidad lo que las conduce a ello. Veréis si no es la intensa actividad de su imaginación, la fuerza de su espíritu, lo que las vuelve depravadas y feroces; también todas suelen ser encantadoras.
Marqués de Sade, Filosofía en el tocador
miércoles, mayo 30, 2007
Leído hoy
Lo que designa a la pasión es un halo de muerte.
sábado, mayo 26, 2007
Donde se explica al menos en parte el porqué de la tardanza en leer libros completos
Me levanto, es casi mediodía, preparo el mate, lo llevo a la cama. Mar mira la tele, tenis. Cebo. Las pepas están duras. El membrillo, chicloso. Como tres y abandono. Pienso en lo que hablaba con Leandro y leo otra vez lo que Benjamin apunta sobre Kafka. Es decir, primero recuerdo a Calasso sobre Benjamin sobre Kafka, en Las ruinas de Kasch, “Kafka entre el Tao y
Agarro Contra la interpretación y leo (releo) el ensayo del mismo título. Es brillante y tiene 40 años. Ayer dije abajo los exégetas pensando en esto. Termina así: “En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte”. Puedo dejarle eso a Pablo, como se dejan flores. En agradecimiento por hacerme pensar, diría la tarjeta.
Escribo ahora que Marce duerme. Tose de a ratos. Trato de decidir si voy a subir algo de esto. No todo, demasiado caótico. La frase de Benjamin, por ejemplo, pelada. No. Dios mío, soy insoportable, siempre rondando a los mismos autores, acechándolos. Una fetichista, soy. ¿Quién puede gustar de leer esto? No voy a subir nada, nada de esto al blog. Debería estar siguiendo las vicisitudes de Erika. Pero ya son las dos. Si no vamos ahora al súper, no vamos a tener nada para comer cuando nos dé hambre.
martes, mayo 22, 2007
El desencanto
Y ahora, leyendo en casa esto de Onetti sobre Céline, sobre Robinson, recuerdo, como si entreviese una figura fuera de foco, agitándose bastante más atrás de lo que leo, qué es lo que me atrajo de Asfixia, de Palahniuk. Esa mirada desencantada sobre el mundo y los hombres. El detalle de la miseria humana. Eso. El final me gustó y más todavía, un poco antes, la aspereza de esos días, esas páginas, en que Victor se está muriendo porque la mierda lo desborda y se está dejando morir, como si no valiese la pena el esfuerzo de salvarse.
miércoles, mayo 16, 2007
Burning down the house
Esos ficheros llenos de personas
jueves, mayo 03, 2007
Recurrencia
A la madrugada, antes de que aclare, quizás me despierte, corra la cortina y veaNo es ni cerca uno de los mejores pasajes del libro y así y todo me estaquea. Enseguida me acuerdo de lo que decía hace unos días de Di Benedetto, de Quiroga -este pensar diaspórico. Más atrás, a Kafka diciendo “grande y pueril como la literatura”. Si la muerte es el tema, si se escribe para ahuyentarla -Aliano escribe un diario para extender el tiempo de vida que la Mota comprime-, ahí está la razón para que sea grande y pueril a la vez.
lo que siempre está ahí:
la muerte, un día entero más cerca,
proponiéndome adivinar cómo, dónde
y cuándo voy a morirme.
pregunta más estéril no conozco; y sin embargo, como un
relámpago, el miedo a morir y estar muerto obnubila y aterra.
martes, mayo 01, 2007
Feriado
Releo Fin de partida. Releo otras cosas de Beckett que tengo en casa. Busco en Internet (pongo en el Google “beckett textos para nada”) lo primero que leí de él, hace años, una página o dos, en un apunte de
Karina
Vi el domingo, cuando iba para el centro, un afiche con una foto de Karina Jelinek. El otro día dije Jelinek y alguien dijo Karina, así que me paré a mirar. Posaba con esa admirable torsión de cintura de las modelos cuando muestran la cara y el culo simultáneamente. La cara le quedaba bastante chica, en comparación. Las mejillas hundidas en la base se elevaban y formaban vértices debajo de los ojos: una cara esquimal. La boca inflamada o vertida, no sé; como si sacase músculo, eso. Muy linda, confirmo.
Film de partida
Él cierra una puerta, primero despacio, después no. Abre, ahora. En la sala oscura entra la luz del pasillo por la puerta donde se recorta su negra silueta. Golpes. ¿Cómo? Metálicos. Una lámpara alumbra a una mujer que come lentamente una banana. Se aceleran los golpes, parece que algo va a pasar y no, vuelven a espaciarse (como esto, todo, pienso, todo Beckett). El de sombrero tiene un tapado y entra ídem con el ídem. Después se tapa con un cartón. Se arrastra por el piso de madera (“como un insecto”, me va a decir después Laura, mientras nos tomamos una lágrima, una cada una, se entiende). Como siempre, me fijo en detalles triviales: el cartón dice “FRÁGIL, NO PISAR” y también “ESTE LADO ARRIBA”. El primer sonido humano es un grito. Vuelan multitud de papeles de donde se supone que está acurrucado él, basura varia. La mujer de al lado mío, la que no es Laura, dice: “Es interactivo”. Después, cuando se rompe un vidrio, murmura temerosa: “Ayayayay”. Me río sin ruido. Cuatro rodean al primero con una tela negra, lo cubren (lo cazan). Cubierto, él expele la primer frase (la voz amable alarma): “¿Me podrían llevar al centro, por favor?”. Y esta otra: “Estoy eventualmente sin poder ver, ¿me podrían llevar al centro?”. Alguien lo lleva y lo tira en un rincón. Él maldice por lo bajo. Pide. Lo llevan. Tono agradecido en el murmullo. Pide el perro (pide “mi perro”). Uno llega con un muñeco de tres patas. “Es un bambi”, dice la mujer de al lado. Que el muñeco sea un bambi parece escandalizarla. Alguien lo parte en dos. El de la tela gime. Las mujeres lo consuelan. Se deshace de la tela y persigue su reflejo en un espejo que le ponen enfrente. Cuando queda solo la mujer que tengo al lado se hidrata con H2O haciendo glu glu glu. Uno barre, él deshoja una libreta como si fuese una flor. El otro ordena unas sillas, él se las desordena cada vez con más énfasis, hasta que saltan pedazos de plástico de las sillas que golpean contra las paredes. Gran espanto de la mujer. Despliega el programa como buscando una explicación o un pedido de disculpas. La escucho decir “a ver cuánto tiempo dura”. Dos se persiguen. Forcejean. Se rompen cosas, caen trozos cerca. (Pasa más pero anoto menos). Todo se apaga. Se escucha: “Hasta que al final el día llegó. Al fin llegó. Al final de un largo día. Cuando ella se dijo a sí misma: hay que parar”. Antes de que termine, entra otra voz, después otra. Canon. No hay fin, entonces. Sin embargo, los actores saludan.
La obra se llama Hecho para la ocasión, es de Maximiliano de
lunes, abril 23, 2007
Di Benedetto, Quiroga
El otro día hablaba con un amigo del cuento “Pez” de Di Benedetto, le decía que me recordaba a Quiroga. Después busqué en la biblioteca. Hay en “El hombre muerto”, de Los desterrados, similar detenimiento en la descripción del entorno mientras al hombre se le va terminando el aliento. No hablo del que agoniza, a quien una herida de machete deja inmóvil e impedido de buscar ayuda, sino del que cuenta. Nombrando lo mínimo patea hacia delante lo máximo, por apilamiento de palabras. Algo de eso se puede ver también, no tan claro por la escasez de líneas, en “A la deriva”, de Cuentos de amor, de locura y de muerte. Al gusto que le encuentro a la lectura le sigue el troceado y el desmenuzamiento: qué inmoviliza al narrador, qué lo demora, si el autor se refleja en el narrador, si hay una duplicación en la ficción de lo que sucede con la literatura. Porque se escribe para ahuyentar la muerte. No lo digo yo, lo dicen otros, muchos -Cohen, sin ir más allá de mi bolso-, ellos proponen y yo consiento, en todo caso, ante lo apabullante de la prueba.
Sábado de feria
El sábado tuve que ir a trabajar. No quería, pero tuve, y esa contrariedad me endureció el trapecio. Para desquitarme, ya que estaba en el centro -para mí, que vivo en el borde oeste de
domingo, abril 15, 2007
Nota al pie de la otra
No queda nada bien el verbo prorrumpir para un cuchillo, no calza, como si lo hubiese querido meter, al cuchillo, en una vaina equivocada. Habría sido mucho mejor que irrumpiese, la i le habría dado la entrada al resto tumultuoso (rr resonante, mp implosivo) como la aguda punta a la hoja, en el pecho. Es más factible, por ejemplo, que el sonido prorrumpa, quizás porque en vez de entrar, sale, surge de otra cosa y se expande. Incluso en cuanto a esto último el cuchillo sólo tiene el alcance que le da el metal que lleva, el mango lo limita pero ante todo la solidez.
viernes, abril 13, 2007
Nota al pie
miércoles, abril 11, 2007
miércoles, abril 04, 2007
Cohen
viernes, marzo 23, 2007
Simulacro
Invernadero
viernes, marzo 16, 2007
Castillos
En cosas como éstas meditaba esta mañana, mientras repasaba los asintóticos caminos de El castillo, de manera algo desordenada, durante unos minutos de colectivo y otros, menos, de subte. Es que anoche vi por fin El castillo, de Haneke. Como la obra de Kafka, es neblinosa, confusa, oscura, opresiva. Los ambientes cerrados ahogan, los abiertos son siempre adversos. En cada cosa o ser pende una amenaza para K. y eso hace que se vea cada vez más abatido. Hacia el final casi parece arrastrarse. El actor que lo interpreta es el mismo que hace de padre y esposo en Benny’s video y en Funny games. Su rostro refleja un permanente desconcierto, que conviene a la trama: siempre intentando desenredar lo que no entiende, K. es grave o irónico a destiempo. Quien hace de Frieda es madre y esposa en Funny games (que como El castillo, se filmó en el ’97). Son destacables las actuaciones de los dos. Las otras, no, pero no están mal. La vaguedad temporal y la espacial están bien logradas. No se muestra el castillo, que en el libro es apenas un caserío; me parece un acierto esta elusión, su presencia habría sido grosera. El respeto a la letra en una obra compleja es sorprendente en una peli que se hizo para la televisión. Los pasajes narrados le dan un aire de fábula, quizás refuerzan la alegoría. Casi no lleva música. No se suaviza el abrupto final. Me pareció una muy buena adaptación.
domingo, marzo 04, 2007
Más de Haneke
El director cuenta en la entrevista que proyectan después de Funny games que le había llamado la atención leer en los diarios que chicos de buenas familias perpetraban crímenes sólo por la emoción que les producía. La idea es similar a la de Benny’s video, pero acá hay un componente mayor de voluntad, de conciencia del asesinato. Me gustó una barbaridad esta peli. Sin intentar un resumen, sólo para mostrar el tablero: Dos nenes bien entran a la casa de una familia bien para tratarla mal. No quieren robar ni violar. Los chicos quieren jugar. Matar, sí, pero solamente después de haber jugado lo suficiente. “Frío”, “caliente”, va diciendo Paul a la mujer que busca los restos del perro al que oyó aullar de dolor. El foco en la mujer, esa ficha, se desplaza y se fija en la nuca del jugador, que gira entonces su cara sonriente a la cámara y guiña un ojo al espectador. (Esa manía de Haneke de meter chinches en la butaca). ¿Se dirige a mí? ¿Esa bestia me está haciendo su cómplice? Pero claro, ¿no nos estamos divirtiendo, todos? “Apostamos que mañana a las nueve estarán muertos y ustedes deben apostar que estarán vivos. ¿Por quiénes apostarían?”, dice a la cámara. Vamos, ¿no es entretenido? ¿Qué emoción, dice Haneke, están buscando en los films cuando la violencia no está mediada por la reflexión?
Tangos
miércoles, febrero 28, 2007
Bombardeos
martes, febrero 27, 2007
A lo que iba
Gusanos de seda
martes, febrero 20, 2007
domingo, febrero 18, 2007
Tu cuerpo cortado como un rumbo
domingo, febrero 11, 2007
Para ocho
Grande y pueril
sábado, febrero 10, 2007
Divertimento de sábado a la tarde
Una de Haneke
Después, con las caras, la cosa se pone peor. El trabajo puede ser una pila de papeles con números, así de absurdo e inhumano. El supermercado, un espacio lleno de música anodina y raros paquetes de colores chillones. La cena, una farsa: abajo el mar revuelto, arriba sonrisas sin olas y qué rico todo. Alguien hace crisis y llora a gritos. Nada pasa. Otra crisis, después. Vuelta a la aterradora normalidad. Nada. Escuela, trabajo (un ascenso), cartas a mamá separando los bloques y dando pistas.
Nada, pero el dolor me avisa que estoy apretando con fuerza los maxilares.
El desmoronamiento que empezó con el café matutino, el cereal y la leche, sigue con el martillo, la maza, la sierra.
No digo más. Sepan que me encantó. No había visto nada de él. Fui porque un tipo que filmó El castillo (¿cómo habrá hecho?) me resulta irresistible. También porque me interesó esto en la reseña que me envió la gente de Metrocinearte, con la invitación: “Los principales temas del trabajo de Haneke son la frialdad de la sociedad, la indiferencia que vuelve inflexibles a las personas frente a sí mismas y a los otros, la (mala) influencia de los medios y la falta de habilidad de la gente para comunicarse”. Miren.
lunes, enero 29, 2007
Eso que zumba
domingo, enero 28, 2007
Encrucijada
Sh
(Antes, en otro lado, Saer emparentó Zama con El extranjero. En Letras tenían una manera de decir eso que me sonaba dulce: “lo inscribe en una cosmogonía junto a…”. Lo escuché tantas veces, era como un tic. Pero trato de no usar esas franelas de sacar lustre, tan gastadas).
Pienso, además, en los modos en que hace silencio. Por un lado, combate el ruido o lo elude. Por otro, frustra la expectativa de la palabra: dice que es escritor, no escribe. Fabula, pero calla. Pesa menos la expectativa de otros que la propia: es la intención de escribir la que crea un vacío en lo no escrito.
“-¡Y no pretendas haber sido dado en sacrificio, ser un inmolado!”.
(Entonces me cubro la cara con las manos).