miércoles, enero 04, 2006

Los cuatro cuartos de Hélio

Entro a uno de los cuatro cubículos de la muestra, me acuesto en una hamaca paraguaya enorme y rosa que pende en el cubo blanco. En las paredes se proyectan imágenes de Hendrix. Es una sola, en realidad, la de la tapa del disco War Heroes -que suena en el cubo acompañando, aunque sin mucha definición, una lástima-, intervenida de distintas maneras, adornada con líneas de polvo blanco. La tapa reposa sobre papel plateado. En una de las fotos las rayas como nervaduras siguen con suavidad las líneas de la cara cansada de Hendrix. Además, una navaja, fósforos. La boca en un marco blanco.
Otra sala. El piso es de gomaespuma deliciosamente blanda forrada en tela azul. Grandes almohadones de colores brillantes y formas diversas -prismas, cubos, esferas- con los que la gente juega bajo la mirada de Yoko Ono, desde la tapa de un libro. Música psicodélica. Navaja, canuto, moneda. En una la línea forma un laberinto que llega hasta la boca, parece que estuviera tomando ella. Hay más o menos merca en cada foto, una progresión, un uso, se va gastando la materia prima del dibujo, las líneas cambian.
En el tercer cubo se ve por todos lados la por arroyitos de cocaína surcada cara de Buñuel en el New York Times. No aparecen las limas de uñas anunciadas en la entrada. Habrá que resignarse. En una foto, una línea corta el ojo -parodia de Un perro andaluz, dijo Hélio en un corto que acabo de ver. Pobre Buñuel con su ojo saltón de sapo cortado de polvo. Otra foto y está Hélio metido en uno de esos -creo yo que es eso- roperos portátiles. Las líneas dibujan los contornos.
“¡Acá hay globos!”, digo cuando entro en el cuarto cuarto. Sobre la foto de Marilyn da toda la luz, pero entre lo que brilla se distingue un ojo que no puede ser de nadie más. Siempre me parecieron tan tristes esos ojos de Marilyn. Hacia las sienes se curvan hacia abajo. En otra tiene un billete sobre la frente, la navaja en la hipotenusa de la nariz. Cejas, pestañas, labios dibujados con el polvo blanco. Maquillaje coacaínico. En otra la navaja parece barrer el ojo como un parabrisas; en otra, corta la boca. Jugamos un rato con los globos de colores. Marilyn tan hermosa.

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