Porque vengo leyendo unos cuantos libros suyos
que me habían quedado pendientes, más alguna que otra relectura, se me da por
pensar que a Saer no solo no le incomodan las repeticiones, sino que parece
regodearse en el sonido igual, como si sostuviese un postulado: nadie, nada
y nunca es igual. La repetición es más desafío que apego a la parejura. Pienso
también en algunas palabras, que saltan como pulgas ya aquerenciadas en Saer de
un libro a otro: nimbo, esa sobre todo con sus variantes nimbado o nimbar, pero
también rugoso, reverberar, arrumbado, apelmazado. Escuetos estribillos.
El oído se alegra al encontrarlos como ante inflexiones de una voz amiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario