Viene sosegado el mediodía. Lento y quemante a través del aire
grávido. Cayeron unas gotas, más temprano. Puro amago. Dice el
pronóstico que mañana habrá alivio.
El entusiasmo de Maria Bethânia
y sobre todo el encanto de una frase -“yo sé muy poco, pero tengo a mi
favor todo lo que no sé”- me llevan al libro de Clarice Lispector, donde
me quedo boyando una hora o dos.
“Es en esta hora que el bien y
el mal no existen. Es el perdón súbito, nosotros que nos alimentábamos
del castigo. Ahora es la indiferencia de un perdón. No hay más juicio.
No es el perdón después de un juicio. Es la ausencia de juez y de
condenado. Y la muerte, que debía ser una única buena vez, no: está
siendo sin parar. Y no llueve, no llueve.”
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