Le decía ayer a un amigo que por la costumbre de leer tiendo a
ordenar narrativamente mis impresiones. Además, leer contagia, y no solo en el
nivel epitelial del estilo. La lectura inocula un virus con efectos
inflamatorios: hincha el campo de lo perceptible. Es algo que se dijo muchas
veces, de maneras distintas. Hace un rato en el subte se me atravesó este
pasaje de Los acuáticos -sí, otra vez
Marcelo Cohen-, subrayado y no por mí: “Se me fue haciendo un lenguaje en la
cabeza. Y empezaron a ocurrirme misterios, porque tenía las palabras para
decírmelos”.
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